Durante las dos primeras semanas de julio, en Los Órganos, Piura, la empresa Savia Perú, por orden de dos ministerios, comenzó a retirar las bases de la plataforma petrolera MX-1. Este es el gigantesco soporte del arrecife artificial más importante del litoral peruano que crece desde hace más de 30 años. La batalla legal de un grupo de ambientalistas, que ya parecía perdida, dio un giro de 180 grados. Gracias a una campaña pública sostenida y una demanda de amparo, se pudo suspender la destrucción de un lugar que muestra la mayor biodiversidad marítima peruana. La bióloga Adriana Zavala, residente de Los Órganos, relata todo lo que ello implica.
Por Nicolás La Torre
Portada: Alexandra Prado
Adriana Zavala (33) descubrió desde muy pequeña sus dos pasiones: el mar y los animales. Creció en Lima y siempre estuvo asombrada por el océano y su cercanía con la ciudad. Durante su infancia sus padres la llevaban seguido a la playa. Desde entonces comenzó a cultivar una pasión y curiosidad por esa gigantesca franja marina que se extendía frente a sus ojos. Creció cuestionando por qué los limeños arrojaban basura y desmonte en la Costa Verde. No todos apreciaban el mar como ella; por el contrario, vivían dándole la espalda. Han pasado los años y Adriana sigue preguntándose lo mismo. Hoy vive en Los Órganos, Piura, a 14 kilómetros al sur de Máncora, y lucha por evitar que la plataforma petrolera inactiva MX-1, hogar del arrecife artificial más importante del Perú, sea removida.
Cuando se inició el Plan de Abandono de la plataforma MX-1, la batalla por el arrecife parecía perdida. Esta fase implica la remoción completa de la parte superior, lugar donde reposan lobos marinos y aves. La segunda etapa significa el retiro de los soportes submarinos de la plataforma petrolera. Estas enormes columnas son el lugar donde la vida marina ha crecido desde hace más de treinta años, cuando la plataforma petrolera dejó de operar. Es una prueba de cómo lo natural ha dominado lo artificial, sostiene Adriana. Ahora, a causa de una decisión insensata, tres décadas de crecimiento y florecimiento de vida submarina corren el riesgo de ser eliminadas.
El tiempo de concesión de la zona ha vencido y la empresa Savia Perú ha recibido la orden de remover la plataforma. Esta obligación la impone el propio Estado peruano. Y Savia Perú tampoco ha puesto resistencia para defender el arrecife. A pesar de las campañas y recolección de firmas que se realizan desde el 2020, el Ministerio de Energía y Minas (MINEM) y el Ministerio del Ambiente (MINAM) no han dado su brazo a torcer. Las decenas de cartas enviadas por Adriana y los pobladores de la zona quedaron en el archivo de un escritorio. En el caso de no atender a la demanda de amparo que busca proteger este lugar, los soportes que albergan el arrecife artificial terminarán siendo destruidos. Los miles de ejemplares de las aproximadamente 82 especies –26 de peces y 56 de animales invertebrados, según un estudio dirigido por el biólogo Yuri Hooker– que viven alrededor o en la plataforma se quedarán sin hogar.
Lo que hace tan especial a esta plataforma es que está ubicada en una región privilegiada en la que confluyen dos corrientes de agua con temperaturas diferentes, de modo que aquí conviven especies marinas que pueden ser encontradas tanto frente a la costa como en la parte oceánica del mar, ya que queda a 2 millas náuticas del puerto de Los Órganos. La plataforma tiene 60 metros de profundidad y las especies “varían a los 5, 15 o 30 metros”, señala Adriana. Lo más sorprendente, sin duda, es la biomasa o cantidad de peces agrupados en un espacio concreto. La MX-1 le ha dado una oportunidad no solo al buceo como turismo, sino también a los pescadores artesanales y a los estudios académicos sobre biología marina.
Para Adriana el mar es su casa, claro, desde un plano emocional. Lo fue siempre, desde sus aventuras cuando era niña con su snorkel y máscara, hasta sus primeros buceos. Siempre le gustó sumergirse en el agua, un lugar único en el que “no se escucha nada”, cuenta. Ella descubrió algo que muchos no valoran: el mar está lleno de vida. En palabras de Adriana, “no nos sentimos identificados con la biodiversidad del mar peruano”. Lo cierto es que el peruano defiende su gastronomía o su club de fútbol a capa y espada, pero dónde no tiene ninguna identificación con nuestros ecosistemas.
Adriana y Diego García, instructor de buceo PADI, han fundado Chelonia Dive Center, un centro de buceo que le permite a los visitantes tener una experiencia turística vivencial submarina. A través del buceo buscan mostrarle a los peruanos y peruanas que nuestro mar posee una gran biodiversidad. Este es un sueño cumplido. Se inició cuando Adriana empezó a estudiar Biología Marina en la Universidad Científica del Sur y tomó forma en 2018, cuando se mudó a Los Órganos. Sin embargo, no puede incidir en las decisiones estatales. Como bióloga marina lamenta que el Estado no pueda defender el arrecife de la plataforma, ya que el impacto biológico será muy grave. Se destruirá un ecosistema completo.
Adriana cree que se podría dar un punto de quiebre con este caso. El contrato que se firmó hace más de 30 años no contemplaba el valor sobre la preservación de la biodiversidad de las especies marinas por medio de los arrecifes artificiales. Hoy el mundo se mira con otro prisma, uno en el que la conservación de estos lugares sí importa. El 6 de julio el Observatorio Marino Costero Peruano presentó una demanda de amparo en contra del MINEM y MINAM que solicita se paralice el Plan de Abandono, ya que compromete el derecho de “gozar de un ambiente adecuado”, es decir, el desarrollo adecuado de las personas con su entorno. Se logró conseguir una pausa al Plan de Abandono, pero esto no asegura que la plataforma se quede.
El tiempo es corto y apremia. Los activistas han usado el hashtag #LaPlataformaNoSeVa como idea fuerza para que todos y todas se sumen a la defensa de nuestro mar y su diversidad. Queda un resquicio de esperanza para que la plataforma se mantenga, pero el problema trasciende a un plano social en el que debemos cuestionarnos por qué vivimos completamente desconectados de la naturaleza.
Existen proyectos y hay especialistas que se han preocupado en desarrollar esta visión de respeto y puesta en valor de la vida en el mar y en los ecosistemas del norte del Perú, como el bosque seco ecuatorial o los manglares. Aldo Durand (48), consultor y especialista en turismo responsable y sostenible, es uno de ellos. Llegó al norte del país en 1993, después de trabajar en áreas naturales protegidas en Madre de Dios. Primero llegó a Zorritos, Tumbes, pero terminó echando raíces en Los Órganos, Piura. Hace 30 años que Aldo se enamoró del ecosistema que conectaba el bosque con el mar, son los mismos años que la plataforma MX-1 lleva inactiva. Con esfuerzo y dedicación pudo establecer su propia empresa, Biosfera, que brinda alojamiento y servicios de turismo alternativo, en otras palabras, un turismo que sea responsable con su entorno.
Aldo es activista y pieza clave en la dinamización del turismo en Los Órganos. Cuando inició su proyecto buscaba replicar el trabajo en Tambopata, Madre de Dios, y tratar de mantener las áreas naturales protegidas en el norte peruano. El nombre de Biósfera hace honor a la capa de la atmósfera en la que todos y todas habitamos en conjunto con animales y plantas, un solo ecosistema. Aldo se ha encargado a través de charlas y eventos de que los pobladores y visitantes tomen consciencia sobre su entorno, sobre el mar y la vida en este. Confía en que el turismo puede ser una herramienta para conservar y regenerar espacios naturales.
El problema vigente de la remoción del arrecife artificial en la MX-1 revela un desconocimiento y desprecio por los ecosistemas marítimos por parte de las autoridades. A Aldo le preocupa el divorcio que existe entre las personas y la naturaleza. Un problema que parte desde la educación y la herencia cultural. Los pobladores en el norte del Perú han sido afectados culturalmente por las actividades extractivas. Ocurre también en Los Órganos. Para Aldo, las empresas petroleras han creado una burbuja en la que los habitantes de la zona han recibido asistencia económica y de alguna forma se ha creado una dependencia. Lejos quedó el vínculo entrañable entre el poblador de la costa con el mar. Se ha perdido la atención y el cuidado que se daba al mar como fuente de su economía y cultura. Los ciudadanos no están conectados con el lugar en donde viven.
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Aldo busca trabajar con las nuevas generaciones, pero también con los visitantes. Las personas deben generar impactos positivos al lugar que vayan. El turismo es una forma de mostrar una parte del mundo. “Para proteger se debe querer, para querer se debe valorar y para valorar se debe conocer”, señala Adriana. La perspectiva de turismo y el activismo de Aldo busca ahondar en esos aspectos: primero conocer y valorar, y solo así será posible proteger.
Esta separación entre humanos y naturaleza puede ser la causa de que no exista una identidad con la biodiversidad de flora y fauna marina. Este divorcio puede ser también el primer impedimento para que la plataforma MX-1 se mantenga. El ser humano “todo lo quiere domesticar”, explica Adriana. No respeta la distancia, se cree superior a todo. “Deberíamos generar el menor impacto negativo”, añade Aldo. En todo caso el impacto debería ser positivo. ¿Cómo las autoridades pueden decidir sobre un lugar que no conocen y menos valoran? Lo que ignoran es que el arrecife es un lugar irremplazable y lleno de biodiversidad, cargado de vida. Decisiones tomadas desde una visión desconectada de la naturaleza hacen que Adriana y Aldo sigan en la lucha por construir una identidad con nuestro mar.