Susana Pravatiner y la formación de un equipo canino de rescate ante catástrofes

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Lleva más de 20 años ejerciendo la carrera de medicina veterinaria y es reconocida tanto dentro como fuera del país. Se dedica a la revisión médica de mascotas y, cuando algún cliente lo ha necesitado, no ha dudado en reducir el precio de la atención. También se ha involucrado en obras de labor social, como el rescate de animales callejeros o las revisiones en los albergues. Pero el último desafío que Susana Pravatiner (52) ha asumido es aún más ambicioso: armar un equipo canino de búsqueda y rescate para afrontar los siniestros que afectarán al Perú en un futuro cercano. Conoce más sobre ella y el proyecto en esta entrevista.

*Este trabajo fue elaborado en el curso Taller de Crónica y Reportaje, dictado por el profesor Mario Munive y con Nicolás Cisneros como jefe de práctica.

Por José Miguel Martel


Son las siete de la mañana. Apresurada, la doctora Pravatiner le da de comer a sus perritos. A las nueve debe revisar a Rocky, que ha estado cojeando estos últimos días. Después tiene que chequear a Leia, cuyos maullidos han estado sonando roncos desde el fin de semana. Esta es la rutina habitual de una vida dedicada a los animales. Para ella, no podría ser de otra manera, mucho menos luego de que, a los diez años, atravesara un día que nunca olvidará.

En ese entonces, ella vivía en Ica. Sus padres llevaban horas buscándola dentro de la hacienda de su familia. Los gritos que pronunciaban su nombre con la esperanza de escuchar respuesta de la pequeña fueron contestados por los ladridos de un can recién despertado. La angustia de su familia se convirtió en sorpresa cuando la encontraron durmiendo entre las plantas de pepino dulce, en el centro del campo de cultivo. No estaba sola: siete perros de la finca soñaban alrededor de ella, abrigándola, protegiéndola. Fue entonces que Susana Pravatiner se dio cuenta de la capacidad servicial de estos animales y decidió dedicarles su vida.

Cada vez que revive estas memorias, ella refuerza sus valores e ideales. Vive para salvar la vida de los animales que la han llenado de sonrisas y acompañado en sus mejores y peores momentos. Ahora tiene una nueva meta: trabajar en conjunto con los perros y armar un equipo que salve la vida de miles de peruanos en caso de un terremoto en Lima. El proyecto “Perros de Búsqueda & Rescate Perú” se encuentra activo actualmente, entrenando a unidades caninas propias del equipo. También dan instrucciones a entidades gubernamentales y privadas de forma gratuita, dispuestos a enseñar a cualquiera que esté interesado en unirse a la causa. Es una experiencia que le está permitiendo combinar su amor por los animales y su determinación para dejar una huella en el país.

Susana sosteniendo a un grupo de cachorros en su regazo. Fuente: Facebook personal.

—¿Por qué decidió dedicar su vida a la carrera de veterinaria?

—Es difícil que un veterinario no haya sentido un llamado hacia el bienestar de los animales, un deseo de restablecerles la salud. Mi vida ha estado acompañada en todos los momentos importantes que yo recuerdo de algún animal. En ese sentido, no había opciones: era veterinaria sí o sí, a diferencia de otras profesiones que cuando es niño no quiere serlo de grande. Sin duda hay cosas que se van definiendo con la madurez, pero la veterinaria es una vocación que yo tuve desde siempre. No había discusión dentro de mí.

—Para usted, ¿qué es un perro? ¿Qué es un gato? ¿Es una mascota? ¿Es una herramienta? ¿Es un negocio?

—Son parte de mi familia. No reemplazan a un hijo, una pareja, un pariente, pero son parte de mi entorno natural, de mi vida. Te dan lo que el ser humano no puede. Por supuesto, como yo ejerzo la medicina veterinaria, también es un medio de subsistencia el trabajar con animales. Yo siento un profundo agradecimiento por ellos, porque han sido los proveedores de mis mejores amigos, de relaciones sentimentales. Toda mi vida está tejida alrededor de los animales de una u otra forma. 

—Me gustaría explayar en lo que usted comentó, que los perros crean vínculos. ¿Nos podría compartir una de estas experiencias?

—Aparte de la experiencia que tuve en la chacra de mi familia, que es el primer recuerdo fuerte con respecto al vínculo con los perros, hubo muchos otros eventos en mi vida. Cuando di a luz, lo primero que hice al regresar de la clínica fue poner a mi hijo con un pañal limpio en el suelo de su cuarto sobre la alfombra para que mi pastora, que se llamaba Gora, se acerque, lo huela y tengan este primer vínculo de amor y protección que duró mucho tiempo.

El proyecto de Susana no es el primer intento que se hace en el país. Hace 22 años, se armó el primer equipo de perros USAR (Urban Search and Rescue) del Perú. El pionero detrás de su fundación fue Gustavo Villavisencio, líder del componente K9 de los bomberos. Su arduo trabajo y los resultados con la unidad se volvieron un referente en Latinoamérica, y se iniciaron programas en Chile, Colombia y Argentina. La inestabilidad política, siempre presente en este país, complica la existencia del grupo. Muchos proyectos de implementación por parte del Estado quedaban en el aire, ofreciendo ayuda para luego cancelarla. Pasarían décadas hasta que Villavisencio encontrara a aquella persona vital que fuese capaz de entrenar a los perros sin necesidad de un fondo constante del Estado: Susana Pravatiner.

Fue la perseverancia del equipo que logró que se sigan preparando perros para situaciones de búsqueda de personas en escombros y que la voluntad del programa sobreviva hasta hoy en día, donde Villavisencio y Pravatiner dedican días de su vida para que los perros puedan salvar otras.

Workshop Internacional de Búsqueda y Rescate con Perros, taller teórico-práctico dirigido a las instituciones de primera respuesta en desastres. Fuente: Facebook Susana Pravatiner.

—¿Cómo viene esta idea de pasar del trabajo veterinario a adoptar e implementar un equipo de perros de rescate? 

—Quería entender al can por todos sus ángulos. Ya tenía el desarrollo de estos animales como parte de la familia y como un individuo en el que yo practicaba la medicina. Me faltaba una parte: el perro utilitario. Un amigo bombero que era mi cliente  me contactó con Gustavo Villavisencio, quien es hoy el líder de Perú en la especialidad de búsqueda y rescate con perros de personas desaparecidas. Yo no era bombera, ni tenía un perro ideal, ni tenía disponibilidad diaria, requisitos para formar parte del equipo. Pero yo estoy acostumbrada a los “no”, como todas las personas que conseguimos lograr algo. A mí el “no” no me asusta. Finalmente, después de muchas llamadas por teléfono, él decide reunirse conmigo y seguramente darme la oportunidad de que yo me aburra y me dé cuenta de que no era para mí. Las cosas salieron al revés: él se da cuenta de que sí le servía y que me necesitaba. Es así como yo empiezo a trabajar con sus perros en los entrenamientos.

—Existen otros tipos de unidades caninas, como la de las Fuerzas Armadas y la Policía. ¿Cuál sería la diferencia entre el equipo de perros que ustedes están armando?

—Cuando empiezo a trabajar con el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) es donde me doy cuenta de que hay un profundo desconocimiento de lo que significa preparar a un perro para búsqueda y rescate de personas desaparecidas en escombros. Lo primero que tuvimos que desaparecer del Perú es el concepto del perro multipropósito. Por un tema presupuestario o de espacio, usaban perros para todo tipo de trabajo. En otras palabras, hacer a un perro de guerra, de explosivos, detector de drogas, detector de personas desaparecidas, y esto llevaba a la confusión del perro en el momento de la operación y al fracaso en la búsqueda. Nosotros continuamos porque no dependemos de la orden de un superior ni de una partida presupuestaria que nos dé el Gobierno. Entrenamos con nuestro dinero, tenemos los perros que nosotros compramos y mantenemos. 

—¿Cuál es la meta principal del equipo? ¿Armar uno para el servicio público? ¿O mantenerlo como institución privada?

—Nosotros dictamos talleres gratuitos para las Fuerzas Armadas y tienen un costo bastante simbólico para las personas que no pertenecen a instituciones armadas. Esto lo hacemos todos los años, dictamos dos o tres en promedio. Y existen entusiastas que vienen con sus perros. Para llevar a un can operativo necesitas un trabajo permanente y minucioso de dos años. Encontrar a una persona y a un perro con el perfil adecuado es como sacarte la lotería.

Susana Pravatiner dictando talleres de entrenamiento canino de búsqueda y rescate a la Marina del Perú. Fuente: Facebook personal. 

—Entonces, ¿la solución sería que las Fuerzas Armadas adopten ese sistema de entrenamiento que ustedes están dictando gratuitamente y que busquen de alguna forma implementar el proceso personal enfocado en lo que ustedes están haciendo? ¿Está sucediendo eso?

—Hay esfuerzos. Yo tengo trabajando con la Marina, por decirte, diez perros que podríamos sacar operativos. Cinco son de bomberos y cinco son de la Marina. Los canes navales fueron entrenados de forma independiente, con gente muy valiosa que está ahí dentro haciendo magia por sacar los perros adelante. Pienso que el compromiso es en varios niveles. Un compromiso alto en la parte que decide los presupuestos, un compromiso a nivel medio en las jefaturas que tienen que habilitar este presupuesto y hacerlo realizable, y un compromiso en la parte técnica de las Fuerzas Armadas, que es la que va a trabajar directamente con el perro. Sí es posible. Hace dos años estábamos con mucho menos que hoy, pero lo que podemos avanzar es porque estamos mejorando con el nivel técnico, el de abajo, el que está con los perros día a día, que está comprometido y que está utilizando su tiempo. Nos falta llegar a los dos niveles superiores para avanzar de verdad.

El trabajo del equipo es arduo y a veces pareciera que van contra la corriente debido a los obstáculos que han afrontado durante más de dos décadas. Sin embargo, ha habido progreso, hoy son 10 perros habilitados y, con mucho esfuerzo, se espera que en el futuro esta cifra aumente. El sueño: un equipo preparado para rescatar a los peruanos durante un siniestro que está a la vuelta de la esquina.