Tras un pedido de información al Ministerio de Salud, conocimos que, entre enero y mayo de 2024, se diagnosticaron 19,644 nuevos casos de TDAH infantil en todo el país. Haciéndose necesario un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) intentan estar al día en sus estudios y socializar con los compañeros mientras son etiquetados de “desobedientes”, “malcriados”, “despistados”, etc.
*Este trabajo fue elaborado en el curso Periodismo y Desarrollo Humano, dictado por la profesora Fátima Martínez y con Killa Cuba como jefa de práctica.
Por Mariajosé Delgado
Caracterizada por dificultades en la atención, la regulación del comportamiento y el control de impulsos, esta condición neurobiológica afecta la vida diaria de quienes lo padecen. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el TDAH manifiesta síntomas como la dificultad para mantener la concentración en tareas escolares, cometer errores por descuido, problemas para organizar actividades y resistencia a esfuerzos prolongados. Los niños con TDAH suelen permanecer intranquilos, hablan en exceso e interrumpen, lo cual afecta tanto su rendimiento académico como su desarrollo social y emocional.
En el 2019 se aprobó la Ley N° 30956, que establece la creación, dentro del plazo de 1 año, de un Plan Nacional para el TDAH en Perú. Sin embargo, hasta el momento no ha sido publicada. Esta situación perjudica a las personas con este trastorno en el acceso a servicios de salud adecuados y a una educación inclusiva. Así hizo presente su preocupación la Defensoría del Pueblo en julio del año pasado.
El TDAH en el sistema educativo peruano
Kelly Anastacio, madre de un niño diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA) y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cuenta que, desde que su hijo comenzó a asistir a la escuela, las dificultades se extendieron a la interacción social. A pesar de ser un niño amoroso y cariñoso, como lo describe, su comportamiento fue malinterpretado y estigmatizado. «Los padres de otros estudiantes sugerían que no debería estar en una escuela regular», lo que perjudicó el bienestar de su hijo, quien prefería jugar con chicos menores para evitar el rechazo.
Kelly decidió trasladarlo a un colegio privado, según ella un espacio más comprensivo. Los profesores mostraron empatía y apoyo desde el primer día. Este cambio no solo mejoró el rendimiento académico de su hijo, sino que restauró su autoestima. «Ha empezado a traer notas altas en matemáticas y se muestra más seguro y feliz».
La necesidad de un diagnóstico temprano
Miguel, ingeniero de 33 años, ha enfrentado el desafío del TDAH desde su infancia. A temprana edad, mostraba signos de inquietud y dificultades para concentrarse en las actividades escolares. «En el colegio siempre me costaba seguir las instrucciones y mantenerme enfocado en las tareas», recuerda. No entendía por qué otros niños podían quedarse quietos y él no, subrayando la sensación de estar desconectado de sus compañeros.
A medida que Miguel crecía, las demandas académicas se intensificaron y las dificultades asociadas con el TDAH se hicieron más evidentes. «En la universidad, era como si mi mente estuviera en constante movimiento. Me costaba mucho seguir el ritmo de las clases y organizar mis estudios». Esta etapa marcó un punto crítico en su vida, pues lo llevó a buscar ayuda profesional. «Fue un paso difícil, pero crucial. Comencé a recibir tratamiento médico y descubrí cómo la medicación podía hacer una gran diferencia», apunta.

Con el tiempo, el impacto de la medicación fue notable. «Me ayudó a calmarme y concentrarme mejor en mis tareas diarias. Por primera vez en mucho tiempo sentí que podía controlar mi atención y trabajar de manera más eficiente». Destaca cómo el tratamiento mejoró su bienestar emocional. «Ahora puedo manejar mejor el estrés, mantener relaciones más sólidas en el trabajo y en mi vida personal», concluye. Para Miguel, el acceso a un tratamiento adecuado le brindó nuevas oportunidades para crecer y prosperar en su carrera y en su vida personal.
En busca del mejor tratamiento médico
El psiquiatra Carlos Vera señala que el tratamiento del TDAH se enfoca en múltiples frentes para mejorar la atención y el comportamiento de los pacientes. La psicoterapia, especialmente la cognitivo-conductual, juega un papel crucial al enseñar a los niños estrategias para controlar sus impulsos y mejorar su rendimiento académico.
Sin embargo, cuando la psicoterapia no resulta suficiente, se recurre a los medicamentos. Pudiendo ser estimulantes o no estimulantes, son utilizados para reducir síntomas como la hiperactividad y la distracción. Según el Dr. Vera, el precio de los fármacos pueden variar significativamente. “En clínicas privadas, por ejemplo, los padres pagan entre 250 a 300 soles por mes, además de las consultas psiquiátricas que incrementan estos costos», afirma.

Junto con la medicación convencional, la estimulación transcraneal ha surgido como una opción innovadora y complementaria. Este tratamiento utiliza pulsos electromagnéticos para modular la actividad cerebral y mejorar la atención. «Aunque es más costoso, alrededor de 3600 soles por un paquete de 30 sesiones, la estimulación transcraneal puede ofrecer beneficios significativos sin los efectos secundarios de algunos medicamentos», explica.
Estigma de la crianza y talleres de apoyo
Ysabel (28), madre de Fernando, descubrió el diagnóstico de TDAH de su hijo cuando el colegio recomendó un tamizaje exhaustivo. Tras confirmarlo, optaron inicialmente por tratamientos sin medicamentos como terapia conductual y cambios en el estilo de vida. A pesar de los desafíos en la escuela debido a la falta de paciencia de algunos maestros, su enfoque dedicado y optimista ha ayudado a Fernando a sentirse aceptado y seguro mientras aprende a manejar su condición. Sin embargo, muchas veces fue señalada ya que relacionaban el comportamiento de su hijo con una mala crianza.
La fundadora de la Asociación Peruana de Déficit de Atención, Beatriz Duda, ha dedicado su vida a desafiar este estigma. Como presidenta de la APDA, realiza un constante esfuerzo por cambiar percepciones arraigadas. «Muchas veces las madres son juzgadas por el comportamiento de sus hijos con TDAH. Nos enfrentamos a miradas de desaprobación y a comentarios que sugieren que la falta de disciplina es la causa. Es fundamental educar a la sociedad sobre la naturaleza del TDAH y cómo afecta a la familia en su conjunto», indica.

Bajo su liderazgo, la asociación ha desempeñado un papel crucial en la comunidad, proporcionando apoyo y recursos vitales: “Nuestro objetivo es ofrecer un espacio de comprensión y solidaridad. A través de talleres, grupos de apoyo y campañas educativas, buscamos empoderar a las familias para que puedan enfrentar los desafíos del TDAH con información y respaldo. Queremos cambiar la narrativa, alejándonos de los estigmas e ir hacia la inclusión y el apoyo mutuo».
Iniciativas como las lideradas por la Asociación Peruana de Déficit de Atención ofrecen esperanza, promoviendo la educación, la comprensión y el apoyo comunitario para transformar la experiencia de las familias afectadas por las críticas y juicio de un sector de la sociedad. Con un enfoque integral y un compromiso renovado, es posible crear un entorno más inclusivo y equitativo para los niños con TDAH en Perú, asegurando que cada uno pueda desarrollarse plenamente.