En 1999 encontrar perros peruanos sin pelo en las calles era difícil. Habían pasado 14 años desde que la Federación Cinológica Internacional reconoció y registró a esta raza oriunda del Perú como spitz –atlético– y primitivo –que no ha variado en miles de años–, y faltaban dos para que el Congreso la declare patrimonio nacional. Los dueños de estos perros apuntaban los datos de otros aficionados cuando se cruzaban caminando, y empezaron a formar una asociación que tiene más de 800 participantes.
Se han encontrado restos del perro peruano o Viringo en las culturas Chavín, Mochica, Virú, Wari e Inca. Según mitos preincas, ellos acompañaban a sus dueños tras la muerte. Por una disposición del Instituto Nacional de Cultura –absorbido ahora por el Ministerio de Cultura– los sitios arqueológicos deben albergar a algunos ejemplares de esta raza.
Por: María Claudia Durand, Javier, Carlo Reátegui, Ana Paula Pando, Javier Madico, Jorge Miranda y Pamela Ravina