“La gente está subsistiendo gracias a la solidaridad entre ellos”, asegura José Luis Calvo, el párroco de la zona. La mayor parte de los alimentos utilizados proviene de donaciones.
Por: Nicolás Cisneros
Portada: José Luis Calvo
Cuarenta ollas comunes funcionan en Nueva Rinconada, una zona compuesta por más de cien asentamientos humanos en San Juan de Miraflores. Creadas gracias al apoyo recíproco de los vecinos, distribuyen desayunos y almuerzos a 800 familias del lugar todos los días. En las raciones preparadas por ellos mismos se utilizan, sobre todo, insumos donados a la Parroquia Misionera Sagrado Corazón de María.
La iniciativa ayuda a sobrellevar la situación que se vive en Nueva Rinconada, donde la mayor parte de sus habitantes trabaja para el día y ahora, con la cuarentena, no cuenta con ingresos para subsistir. Como viven en asentamientos humanos nacidos hace menos de dos años, las familias no figuran en el padrón para el bono que entrega el Estado. Las canastas que la Municipalidad de San Juan de Miraflores y la parroquia local entregaron hace unas semanas ayudaron, pero el apoyo no fue suficiente.
El párroco José Luis Calvo explica que en la organización de estas ollas comunes se toman medidas preventivas para evitar contagios, como el uso de mascarillas y guantes en la cocina. “Además, cuando se prepara o se recoge la comida, se pide a los vecinos que no vengan juntos, que lo hagan por turnos”, agrega.
LA LUCHA CONSTANTE
Los casos de coronavirus en Nueva Rinconada están aumentando. El 3 de mayo se reportó la primera muerte. El centro de salud es muy pequeño y ya ha colapsado. Aquí viven 9 mil personas. Ante el agravamiento de la pandemia, los vecinos toman más precauciones en los mercados y prefieren permanecer en sus domicilios.
El panorama se complica más si se toma en cuenta que en Nueva Rinconada hay por lo menos catorce enfermos de tuberculosis, y que ellos necesitan especial cuidado ante la propagación del coronavirus. La parroquia busca medicinas y alimentos especiales para fortalecer las defensas de estos vecinos. Según el padre Calvo, es una labor ardua, pero no están solos: trabajan con la Diócesis de Lurín y con otras parroquias de San Juan de Miraflores.
A través de sus cuentas en Facebook y WhatsApp, la parroquia ha buscado abordar los problemas que Nueva Rinconada afronta, como la falta de agua registrada hace unas semanas. “Aquí no hay agua ni desagüe. El aguatero a veces no llega a las zonas más altas y, en estas semanas de cuarentena, muchos no han podido abastecerse de agua”, explica el sacerdote. Esta carencia fue informada al Ministerio de Vivienda, entidad que dispuso la entrega gratuita de agua.
Ahora que se busca conseguir leña y alimento suficiente para las ollas comunes, las redes sociales también han servido. Muchas personas se han sensibilizado y se han acercado para entregar comida. Otras han depositado dinero en la cuenta de la parroquia, que en estos días también ha empezado a entregar útiles escolares a familias con más de dos niños en casa. El padre Calvo señala que, en caso alguna persona desee expresar su solidaridad con una donación solo tiene que escribir a la parroquia por Facebook, WhatApp o por correo electrónico.
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