Cassandra y Rocío: teletrabajadoras que viajan alrededor del mundo

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Para el planeta entero, la pandemia fue un momento de retirada, de refugio en el hogar. Encerrados durante meses entre cuatro paredes, multiplicando las idas y vueltas entre el teléfono y la televisión, fuimos confrontados con nosotros mismos, con nuestras deudas y nuestros sueños. Para Cassandra y Rocío, trabajadoras nómadas, las cuarentenas revelaron sus deseos de viajar, sus ansias de libertad, de una vida sin ataduras. 

Por Mariam Sahraoui 




Rocío Solares es una mexicana de 31 años que trabaja como vendedora en una empresa de tecnología. Después de la pandemia del Covid-19 y de las sucesivas cuarentenas, su empresa adoptó el teletrabajo y le dio la oportunidad de perseguir su sueño de siempre: viajar. Decidió abandonar la comodidad de su vida citadina para salir a explorar el mundo. “Es importante saber lo que quieres y actuar para que las cosas pasen”, dice. 

“Es increíble poder combinar mi trabajo con un viaje. En la mañana puedo estar haciendo un trekking o tomar clases de surf y a las ocho en punto empezar a trabajar”

Sonriente, calurosa, Rocío se define como una “nómada digital” y desde hace dos años va recorriendo América mientras trabaja a distancia. México, Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica y pronto España: con su computadora en la mochila, ella multiplica las aventuras y los descubrimientos. “Empecé a viajar y trabajar en diferentes partes de México y después decidí ampliar mi horizonte y buscar otros lugares fuera de México. Literalmente, lo único que necesito para trabajar es energía eléctrica e internet. Empecé a investigar sobre los lugares que podría visitar y hacer un calendario con itinerario, ya que no voy de vacaciones: trabajo entre semana y los fines de semana conozco diferentes lugares”, señala. 

Rocío realizando teletrabajo en Costa Rica. Foto: archivo personal.
Patagonia, Argentina. «Mi foto de viaje favorita». Foto: archivo personal.

Mientras relata su historia, Rocío no deja de sonreír. Menciona, sin embargo, los aspectos menos agradables de la vida nómada. “He tenido dificultades con las zonas horarias. Es cansado estar viajando y trabajando al mismo tiempo, a veces me siento agotada y sin energía suficiente para visitar un lugar. Puede ser difícil mudarse de una ciudad a otra o tener el dinero suficiente para vivir, pero cada kilómetro, cada centavo invertido ha valido la pena. Es algo que sin duda alguna quiero seguir haciendo por mucho tiempo, el mundo es tan grande y tan increíble que quiero seguir conociéndolo mientras trabajo”, expresa.

Rocío afirma que llevar una vida de nómada necesita cierto estado de ánimo, un deseo de libertad, un gusto por el cambio, una gran capacidad de adaptación. Es una vida que impone renuncias: a la estabilidad, a la intimidad del hogar, a las amistades durables. “El desapego también ha sido parte de esta experiencia, ya que vas conociendo gente, creando lazos de amistad, pero a la vez cada quien va por caminos diferentes. Es totalmente diferente a una vida establecida”. Pero ante todo la vida de nómada la hizo cuestionar su visión del mundo, sus valores, y reflexionar acerca de temas como el sobreconsumo, los vínculos sociales, la capacidad de dejarse llevar. “Algo que también he aprendido es a viajar ligero, en todos los aspectos. A veces no necesitas tanto para vivir: salud, un par de jeans, comida y listo. No necesitas tantas cosas materiales para ser feliz”, comenta.

Esta mentalidad de nómada la comparte Cassandra Colineau, una francesa de 25 años que lleva mucho tiempo viajando de país en país ofreciendo su servicio de camarera a cualquier restaurante que cruza su camino. “El viaje está en el centro de mi vida. En vez de enfocarme en mi vida profesional, acumulo los trabajillos, porque me permiten viajar. El Visa Vacaciones y Trabajo me autoriza trabajar en restaurantes. Incluso tuve un salario bastante alto en Australia, lo que me permite ahorrar y pagar mis desplazamientos hacia mis próximos destinos”, explica. 

A sus 20 años Cassandra se enteró de la Visa Vacaciones y Trabajo, un acuerdo entre Francia y numerosos países que permite instalarse y trabajar en un lugar sin necesidad de un trámite migratorio. Hizo su primer viaje sola a Nueva Zelanda, donde encontró un trabajo de camarera, que le permitió quedarse un año allí. “Unos meses después de mi llegada, compré una van que pude revender al fin del viaje. No estaba previsto, pero se presentó la oportunidad y creí que era el país perfecto para viajar en una van”. A partir de ese momento, la fiebre del viaje se mantuvo. 

“Regreso a Francia de vez en cuando. Pero debo admitir que no logro quedarme por mucho tiempo. La tentación del viaje es demasiado fuerte”

Cuando llegó la pandemia y se generalizó el teletrabajo, Cassandra decidió empezar un diplomado en Turismo con el fin de hacerse digital nomad, es decir trabajar a distancia en cualquier lugar del mundo. “La pandemia fue la ocasión de empezar estudios para dar más sentido a mi vida de trabajadora nómada. Siendo digital nomad y trabajando por cuenta propia, tendré más libertad financiera y seré completamente dueña de mis desplazamientos”, apunta.

Así, para dos trotamundos, como Rocío y Cassandra, el boom del teletrabajo fue una bendición. “Permitió inventar nuevas formas de trabajar e insuflar más libertad en el mundo laboral, que a veces es muy limitada”, afirma Cassandra. Las dos mujeres insisten en la libertad que les permite su modo de vida y hacen una descripción casi epifánica de la experiencia nómada, lo que puede dar ganas a más de uno: “Empezar a vivir de esa manera me ha ayudado a cambiar mi percepción de todo lo que creía, de cómo se tiene que vivir la vida, del mundo, de las personas, de mi verdadera felicidad y de cómo se puede vivir de tantas maneras”, cuenta Rocío.