Paul McCartney: cuando un Beatle cantó en el Perú por primera vez

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Durante muchos años el Perú no fue un destino atractivo para la élite de las grandes bandas de rock. Esta exclusión acabó cuando, después de muchas idas y vueltas, lo que parecía imposible se hizo realidad: Paul McCartney se presentaría por primera vez en nuestro país. El 9 de mayo de 2011 fue la fecha que quedaría para la historia, ese día por fin llegó un exponente de la beatlemanía al Perú.

Por Marcelo Seminario y Carlos Espinoza




El sueño peruano de ver a un Beatle presentarse en vivo no murió con la disolución de la banda en 1970. A finales de la primera década del siglo XXI corrían los rumores de la posible llegada de un integrante del famoso cuarteto de Liverpool: Paul McCartney. Sin embargo, estos rumores no eran nuevos en la capital. La verdad es que tenían larga data. En 1964, algunos periódicos, como La Crónica y La Prensa, aseguraban que el reconocido cuarteto se encontraba en negociaciones con Canal 4 para pisar suelo peruano. Pero no importaba si era el siglo XX o el XXI, el milagro de que al menos uno de los cuatro músicos ingleses se presentara en nuestro país parecía imposible. 

Noticia sobre la llegada de los Beatles en La Prensa. Archivo: Arkiv Perú.

Las expectativas del público peruano siguieron vivas durante las últimas cinco décadas, hasta que en 2009 los medios hicieron estallar a la beatlemanía con una noticia: Paul McCartney confirmaba su presentación en el Perú. No obstante, esta ilusión no duró mucho; la noticia fue rápidamente desmentida por Alberto Menacho, productor al que se le atribuyó la supuesta llegada del Beatle. “Que se diga que yo lo traigo es totalmente falso. Eso sí, les mentiría si dijera que no quiero traer a McCartney, pero hasta que yo no haga una conferencia de prensa anunciando su llegada, no hay absolutamente nada”, declaró a todoRock.pe

Un año después, sería el propio músico inglés quien reviviría la llama entre sus fans. A través de un livestream, deslizó la posibilidad de pisar el suelo peruano pronto: “Peru? Eventually”, fue lo que respondió cuando le preguntaron en qué países podría tocar. Pero no fue hasta el 5 de abril del 2011 que el tan esperado anunció se volvió realidad. 

Sin embargo, los dos años de rumores previos al anuncio oficial no eran meras especulaciones. Jorge Ferrand, uno de los principales productores a cargo de las negociaciones, reveló en una entrevista a Canal N que las conversaciones con Paul McCartney y su entorno habían empezado dos años antes, en el 2009. “Todas las decisiones pasaron por él. Paul fue el que decidió venir al Perú y que su manager tratara conmigo, fue muy largo, tedioso y difícil”, declaró en la misma entrevista.

Fue McCartney quien por medio de un video subido a su plataforma de Youtube oficializó su llegada al Perú, desatando la locura entre sus fans. Un día después, las entradas salieron a la venta a través de Teleticket. Eran las más caras que se habían ofrecido hasta ese entonces: 1975 soles, mientras que las más económicas costaban 260 soles. Santiago Silva, fundador de Conciertos Perú, recuerda que durante esa época los supermercados que funcionaban como puntos de venta se llenaron de interminables filas de aficionados en busca de un boleto. “No había venta por internet. Todo era en Wong y Metro, en los módulos de Teleticket. Eso también era algo muy de moda en esa época. Eran colas larguísimas y la gente se pasaba la voz por Twitter para saber dónde había menos cola”.

Lista de precios de las entradas para el concierto. Archivo: Conciertos Perú.

Así lo vivió Mauricio Cuba, quien se hizo fanático del grupo en los años ochenta. “Fui desde temprano, bien desayunado, a aguantar todo el día ahí. La espera no duró menos de tres horas. Ese día no almorcé. Tenía miedo de llegar a la ventanilla y que me digan que ya no había entradas”, rememora. Él no fue el único que sintió ese temor, Jorge Pérez también se sentía inseguro pero a más de mil kilómetros de distancia, en el Cusco.

“Como vivía en el Cusco sabía que era mucho más difícil conseguir entradas porque obviamente no las iban a vender físicamente acá. Yo trabajaba en la Municipalidad de Cusco y tenía una amiga que tenía un contacto en el Congreso, en Lima. Ella tenía acceso a este tipo de cosas y accedió a comprarme la entrada con un mes de anticipación”, recuerda Jorge, quien semanas antes del anuncio oficial le había escrito por redes sociales al productor Ferrand para preguntarle directamente si los rumores sobre la llegada de McCartney eran ciertos. 

Fans haciendo cola para conseguir su entrada en el Teleticket de Ripley de San Miguel. Archivo: El Comercio.

Ante la respuesta afirmativa de Ferrand, Jorge ahora tenía un solo objetivo en mente: reunir el dinero necesario para viajar y ver el concierto. No resultó tarea sencilla, pues apenas había culminado la universidad y en la municipalidad le debían tres meses de sueldo. No le quedó otra opción que pedirle a su padre el favor más grande de su vida. “Fue todo un drama porque mi viejo era duro soltando dinero. Para convencerlo tuve que esperar el momento propicio, de noche, tranquilo, justo antes de que se vaya a acostar”, cuenta Jorge, mientras no intenta ocultar la sonrisa que le genera recordar aquel momento. 

“Estoy seguro de que hay cosas de las que te arrepientes no haber hecho. Ahora yo tengo la posibilidad de ir a este concierto y no me la puedo perder, viejo, quizás nunca más llegue y solo te pido que me prestes el dinero para el viaje, tú también fuiste joven y has pasado por este fanatismo”. Esas fueron las palabras textuales que Jorge utilizó para convencer a su padre, quien finalmente aceptó prestarle 400 dólares, según él mismo rememora. Aquel dinero supuestamente era para cubrir todos los costos que el viaje implicaba, como el hospedaje y alimentación; no obstante, Jorge los gastó en la zona Platinum. “El dinero ya estaba en mi bolsillo, yo tenía otro monto aparte para mis pasajes, comida y todo eso”, comenta. Recién le pagó la entrada al contacto de su amiga el mismo día que llegó a Lima.

Jorge viajó el viernes 6 de mayo, tres días antes del concierto, tan solo con un sleeping y sin conocer a nadie en la capital. “Nadie me recibió, no sabía dónde iba a dormir, no tenía nada certero. Pasé dos noches en la fila para el concierto y conocí a quienes ahora son mis amigos. Yo también fui con la convicción de conocer personas”, afirma recordando que uno de esos amigos le pasó el dato donde se iba a hospedar Paul McCartney, precisamente el Park Hotel en Miraflores, lugar que Jorge no dudó en visitar.

“Seguí a mi amigo y nos fuimos al hotel, ahí esperamos unas buenas horas, incluso recuerdo que se apareció el tenor Juan Diego Flórez en un auto a saludar, pero nadie le dio bola porque todos estábamos esperando a Paul”, relata Jorge antes de mencionar cómo sucedió el momento esperado. “Ya estaba apestando, había llegado el viernes a Lima y hasta el domingo no me había bañado, estaba en el medio de toda la gente amontonada hasta que se apareció en un auto Paul McCartney, esbelto él, entre toda la multitud, nos volvimos locos. Salió del auto con una espectacular camisa incrustada de diamantes, elegantísimo, con el cabello teñido y su gran carisma a saludarnos, mientras sacaba la bandera peruana”, detalla. 

Paul McCartney saludando a sus fans desde su camioneta. Archivo: ANDINA/Vidal Tarqui.

Luego de ver al mismísimo Paul McCartney a menos de cinco metros de distancia, Jorge visitó a unos familiares que residían en Lima para bañarse y volver a hacer la cola una noche más. Entre tanto, cantaba los temas más reconocidos de la mítica banda inglesa con todos aquellos que lo acompañaban a falta de pocas horas del gran día. De pronto, cientos de voces desconocidas se habían unido en un coro polifónico que hacía pensar que todos se conocían desde siempre. 

Llegó el esperado lunes 9 de mayo. Muchos fans llegaban a primeras horas a las inmediaciones del Estadio Monumental para hacer su cola. Otros como Jorge se habían adelantado unos días, todos con entrada en mano. La espera era la única barrera entre Paul y ellos. 

A Santiago, no obstante, le tocó vivir una experiencia diferente a la que recuerdan los aficionados, pero igual de angustiante. Se acercaba la hora del concierto y aún no tenía forma de ingresar. Al ser parte de Conciertos Perú, medio especializado en la cobertura de estos eventos que en la época ya contaba con cuatro años de experiencia en el rubro, Santiago, que era el fundador, debía acreditarse como prensa. Si bien solía ser invitado a la mayoría de conciertos para hacer la cobertura respectiva, recuerda que las acreditaciones para el de Paul McCartney eran particularmente exclusivas. 

“Debías cumplir con millones de requisitos. Nosotros teníamos una muy buena relación con la agencia de prensa, pero la acreditación oficial no nos la confirmaron hasta el día del evento. Fuimos a las tres de la tarde para acreditarnos ahí mismo entre toda la seguridad y la gente que había ido temprano”, narra Santiago, a quien le avisaron dos horas después que su entrada estaba en una oficina de Miraflores. Sus nervios eran altísimos, pero aun así él no contemplaba la posibilidad de perderse esa mágica noche. “Obviamente ya no iba a llegar a Miraflores por todo el tráfico que había a esa hora, finalmente me dieron la entrada en la puerta. Me estaba volviendo loco, mi ansiedad era alta, en mi cabeza no concebía la posibilidad de perderme el concierto, pero era cada vez más difícil. Al final, a eso de las siete de la noche, nos entregaron los pases”, añade sobre esa angustiosa experiencia de obtener su boleto dos horas antes del concierto.

Jorge le había dejado sus pertenencias a un policía al que le preguntó dónde estaba su comisaría para luego recogerlas e ingresar sin mayores preocupaciones al estadio. Mauricio se había perdido con su hermano en las afueras del Monumental mientras intentaban buscar a sus amigos. Miles de aficionados y policías dibujaban la ruta que debía seguir el carro en el que llegó Paul McCartney al Estadio Monumental. Apenas apareció la camioneta del artista, no había seguridad alguna que detenga el mar humano que se abalanzó con el fin de ver a la estrella inglesa, aunque sea unos segundos. 

Llegada de Paul McCartney al Estadio Monumental. Video: Paul McCartney

El Estadio Monumental estaba a punto de reventar. Más de 46 mil almas habían acudido allí con el mismo propósito: escuchar a un Beatle en vivo por primera vez. La espera fue amenizada por un DJ que mezclaba la música del cuarteto de Liverpool con ritmos de salsa y cumbia. Cuando faltaban solo unos pocos minutos para el comienzo, las pantallas mostraron fotos inéditas de The Beatles en sus mejores tiempos. Era como traer la historia al presente y darle la oportunidad a las 46 mil personas presentes de formar parte de ella. El momento había llegado, eran las 9:30 pm, hora pautada para el inicio del concierto.

Al ritmo de Hello, Goodbye, Sir Paul McCartney daba inicio a lo que sería la primera presentación de un Beatle en tierras peruanas, desatando la locura en el Estadio Monumental. A sus 68 años, el veterano artista lucía intenso y vigente. Su vitalidad invadió cada rincón del estadio, contagiando a un público alborotado. “Estaba corriendo como loco por todos lados. Sus descansos duraban poquísimo. Uno pensaría que después de estar tocando dos horas te vas a meter 15 minutos de descanso, pero los descansos de Paul duraban menos de cinco minutos”, recuerda Santiago mientras la emoción del concierto se apodera de su memoria. 

 Paul McCartney cantando junto al público. Archivo: El Comercio.

A mitad del concierto, 46 mil almas corearon Something, canción que Paul interpretó con un ukelele y en memoria de su fallecido amigo George Harrison. Una vez terminada la canción, la felicidad desbordaba la mente de los fanáticos. Al lado de Jorge, una señora mayor (de 60 años, aproximadamente) disfrutaba junto a él del concierto. Minutos antes le había confesado que tenía problemas cardíacos. Su médico le había prohibido ir a ese concierto; sin embargo, ahí estaba ella. Something fue uno de los momentos más emotivos del concierto y, mientras la mayoría lloraba, la señora se desmayó. 

Paul McCartney interpreta Something en memoria de George Harrison. Video: James Criss.

“Se desmayó poco después de haberme dicho: ‘Si me voy a morir, me muero aquí’. Llamamos a los de seguridad para que se la llevaran cargando hasta una de esas carpas de seguridad cercanas, pero la señora volvió de lo más entusiasta antes de que termine el concierto”, recuerda Jorge.

A pesar de que la cima de su popularidad había pasado hace más de cuatro décadas, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad disfrutaron al ritmo de Paul. No importaba si venías desde muy lejos o eras un famoso de la farándula, esa noche en el Monumental la única estrella era Paul. “Me pareció loco tener al costado a unos patas de los Nosequien y los Nosecuantos y varios otros de la farándula. Había gente de televisión y de radio, todos bien vestidos, queriendo lucirse, pero ahí eran uno más”, refiere Mauricio. Santiago reflexiona sobre ese momento: “En pocos conciertos se sentía esa comunión. Normalmente sucede solo en las filas de adelante, pero ahí todos estábamos con cara de niños en Navidad”.

Después de dos horas tocando, Paul salió del escenario junto a su banda, solamente para regresar unos pocos minutos después sosteniendo la bandera peruana. “One more song?”, preguntó al entusiasta público, antes de tocar Day Tripper. Un segundo descanso se hizo necesario dos canciones después. El final se aproximaba, y como si los años no hubiesen pasado, el legendario artista inglés regresó al tabladillo saltando y haciendo movimientos de boxeador, demostrando que, a pesar de las décadas transcurridas, seguía siendo el mismo. Al grito del icónico “Viva el Perú, carajo”, con un español masticado, se metió al bolsillo a todos los presentes en aquella noche. 

Paul McCartney ondeando la bandera del Perú. Archivo: Daniel Sumalavia.

Finalmente, el momento que nadie quería que llegara, sucedió. Paul interpretó Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, mientras las luces de colores, el humo y las imágenes psicodélicas indicaban el cierre de esa noche estelar. Después de una reverencia junto a toda su banda, McCartney se acercó al micrófono y vociferó casi jadeando sus últimas palabras en el escenario, con su característico acento anglosajón: “Adiós Perú, los veo la próxima vez”, se despidió dando una especie de presagio de lo que sería su regreso 3 años después, en 2014. 

Paul McCartney se despide del público. Video: Ange.

Con la adrenalina y la euforia fuera, el cuerpo de Jorge Pérez al final cedió. “Toda la juventud se me vino para abajo”, reconoció. Pero el cansancio físico solo era una señal de la gran hazaña que acababa de lograr. “Cuando se fue Paul McCartney yo no sentí tristeza, sentí la satisfacción de haber estado ahí, era la coronación de todo mi trayecto, era un sueño, algo casi inimaginable, valió cada centavo y cada minuto”, reflexiona. Y de cierta manera, era el fin de un trayecto que había empezado décadas atrás cuando Jorge se enamoró de aquel cuarteto que tanto había escuchado: “Para mí era una situación de coherencia conmigo mismo. Si había seguido tanto a los Beatles y los había defendido contra personas que no les gustaba mi fanatismo, entonces era incoherente que no vaya a lo que probablemente iba a ser el único concierto que uno de ellos daría aquí”. 

Después de tres días en la capital, el gran cometido de Jorge había acabado y ahora debía preocuparse por dónde pasaría la noche. En ese momento, las amistades que hizo en el transcurso del fin de semana cobraron un gran valor. Dos hermanos, amigos que había hecho durante su espera en la fila, le ofrecieron quedarse en su casa, donde Jorge pudo al fin descansar con la satisfacción de haber visto a un Beatle en vivo y en directo.

Pero mientras la tranquilidad se apoderaba de Jorge cuando el concierto acabó, el espíritu periodístico despertó en Santiago, quien entre la emoción y euforia había olvidado su labor de cobertura. “Cuando terminó el concierto yo no me quedé esperando a ver cómo estaba la gente. Salí corriendo del estadio; fui de los primeros en salir. Corrí y corrí hasta que vi el bus de Paul que estaba saliendo y me paré enfrente de él con mi cámara”, narra mientras un poco de orgullo se apodera de su rostro. Santiago logró captar a Paul McCartney, vestido con una bata guinda saludando a aquellas personas que habían sido lo suficientemente rápidas para alcanzar su bus. Después de capturar esas imágenes, la beatlemanía se apoderó de Santiago, quien junto a otros fanáticos se abalanzaron al auto en el que viajaba Paul. “Yo le golpeaba la ventana y él me golpeaba de vuelta. Estaba a una ventana de distancia de Paul McCartney; era un beatlemaniaco más ahí”, recuerda el fundador de Conciertos Perú.   

Fragmento del video grabado por Santiago. Video: James Criss.

Pero la noche aún no había acabado para la estrella de Liverpool. De vuelta en el Miraflores Park Hotel, un grupo de cincuenta fans estaban esperando desde las once de la noche, una hora antes de que acabara el concierto. Durante la tarde se había corrido el rumor que Paul McCartney firmaría autógrafos en su hotel con los primeros quince afortunados que llegaran con la clave secreta. “Zeke” era la contraseña para acceder a tal privilegio, el mismo nombre que tenía el guardaespaldas de Paul que había difundido el rumor. Las instrucciones fueron claras: no grabar nada, apagar los celulares y la más importante de todas “do not grab his ass” (no le agarres el culo), sentenció la seguridad de Paul. Los quince seleccionados esperaron dentro del hotel la llegada de McCartney. Firmó discos, pedazos de papel y recibió la euforia y agradecimiento de sus fans. “Cuando llegó a mí estaba temblando, pero me dije ‘¿cómo no le voy a hablar?’ Le toqué el hombro y le dije ‘Paul, eres el mejor’, y él me agradeció», contó a las cámaras de Reporte Semanal uno de los suertudos tan solo unos minutos después de vivida la experiencia. 

Al día siguiente, el Perú se enteró de que ni siquiera Paul McCartney se había salvado de las cámaras de MagalyTeVe. En un acontecimiento anecdótico, Magaly reveló videos de Paul recorriendo el Malecón Cisneros en bicicleta junto a su seguridad sin ser reconocido, como un peruano más. Jorge supo de este curioso evento después de estar 12 horas atrapado en un bus de vuelta hacia Cusco. 

Paul McCartney paseando en bicicleta por el Malecón Cisneros en Miraflores. Video: MagalyTeve.

Han pasado once años y Jorge vive ahora en Buenos Aires. Con el tiempo ha podido reflexionar sobre la magnitud de aquel concierto. “El hecho de que Paul McCartney se presente en el Perú abrió muchas puertas para que cualquier otro grupo hiciera lo mismo”, afirma. Meses antes de la llegada de McCartney, lo mismo había dicho en Canal N Jorge Ferrand, el principal gestor del evento: “Yo creo que Paul McCartney va a marcar en este país una brecha de apertura. Él es el más grande de todos. Está en la liga mayor. Yo creo que si lo de Paul McCartney se da bien en todos los sentidos muchos artistas van a decir ‘tenemos lugares como el Estadio Monumental’ y tendremos la posibilidad de que la gente vaya a los espectáculos”. Por todos esos motivos, Ferrand llegó a catalogar la llegada de Paul como “el pináculo de mi carrera”, y no era para menos.

Para Santiago, el concierto de Paul McCartney se convirtió desde aquel entonces en un referente: “Lo atesoro como un momento histórico. Y para la industria es, de cierta manera, como el primer concierto histórico escenificado en el Perú”. Le da un valor especial a aquel concierto por la situación actual de la industria musical. “Algo de lo que se habla mucho es que ahora ya no hay artistas de esa magnitud. Ahora, con las redes sociales, hay muchas bandas conocidas, pero de menor impacto. Antes uno conocía a un solo artista, todos se hacían fanáticos y así se generó la beatlemanía”, apunta. Y es que tanto Jorge como Santiago coinciden en que –debido a toda la emoción y expectativa que generó– aquel concierto que aconteció el 9 de mayo del 2011 en el Estadio Monumental fue “el concierto más memorable de la historia del país”.