No matarás ni con hambre ni con balas

Loading

Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Foto: Luis Javier Maguiña
Entre el 8 y el 17 de diciembre, Luis Javier Maguiña, alumno de Comunicación Audiovisual de la PUCP, cubrió las protestas que arreciaron en el centro de Lima. Aquí las imágenes de furia y descontento que capturó.
Fotos y testimonio de Luis Javier Maguiña

Desde la juramentación de la presidenta Dina Boluarte, la tarde del 7 de diciembre pasado, un sector del país festejaba en silencio la caída del Gobierno del expresidente Pedro Castillo, mientras que otro Perú decidió salir a las calles para expresar su rechazo al Congreso y a la mandataria. Nuevas elecciones generales y una Asamblea Constituyente, las banderas de lucha que desplegaron, han mantenido al país en zozobra y tensión en las últimas dos semanas. Para frenar las protestas, la represión policial se desató, cada hora, cada día, con más violencia. El resultado es más de una veintena muertos en Apurímac, Ayacucho, Cusco, Arequipa y otras regiones.
El derecho a la protesta de quienes no se sienten representados por Dina Boluarte y el Congreso actual no fue respetado por el nuevo gobierno y las fuerzas del orden a su servicio. En Lima, decenas de manifestantes fueron heridos, maltratados y detenidos.
Como en otros contextos sociales, la protesta ha sido objeto de criminalización y terruqueo por parte de los grandes medios de comunicación y cierta clase política. Si bien las manifestaciones han amainado, la inestabilidad política continúa. Y aunque el discurso mediático oficial busque justificar lo cruenta que ha sido la respuesta del gobierno, no podemos olvidar a sus víctimas, 25 jóvenes y adolescentes, cuya muerte nadie debería justificar. No hay justicia para quienes luchan por un país mejor.