En universidades y centros de trabajo aún se maneja el discurso de que no significa más que una excusa, pese a que las consecuencias de esta enfermedad pueden llegar a ser graves. Partiendo de la perspectiva de alguien que es hospitalizado por migraña, este reportaje invita a la población a que sepa que no se trata de un simple dolor de cabeza.
Por Cristopher Polo y Valeria Chamorro
Diecisiete años, primer año de universidad. Para mí, el colegio no fue demandante, o no le di la importancia necesaria, pero la PUCP sería distinta. Me esforzaba en todas las evaluaciones y comencé a sentir un dolor de cabeza que cada vez incrementaba. En el servicio de salud me mencionan estrés, fatiga, cansancio, lo usual en un estudiante. Me dan un panadol y a seguir. Creí que era normal y no atendí las molestias. Un día, estudiando para mi examen de Ética, empecé a vomitar bilis. Fui de emergencia a la clínica, describí mis síntomas y me inyectaron algo que me hizo dormir. Por primera vez me decían que ese dolor de cabeza no era normal. Por primera vez lo conocí como migraña.
Es una de las formas más comunes de cefaleas en el mundo. Se caracteriza por episodios de dolor de cabeza severo acompañado en algunos casos de náuseas, sensibilidad a la luz y al ruido, así como de irritabilidad de acuerdo al nivel del cuadro migrañoso. Según la OMS, el 14% de la población global sufre de esta enfermedad, que suele aparecer en la pubertad y es dos veces más frecuente en mujeres debido a influencias hormonales.
El Ministerio de Salud estima que uno de cada seis peruanos padece de migraña. El 85% se presenta en adolescentes y menores de 30 años. A pesar de ser un número considerable de casos, en la actualidad se mantiene la idea de que la migraña no es una enfermedad, por lo que, tal como me sucedió a los 17 años, se normaliza y no se tiene en cuenta que puede generar un accidente cerebrovascular si no es tratada de manera correcta.
Las migrañas pueden clasificarse según la frecuencia de los dolores, también según las afecciones previas al dolor, llamadas auras, que pueden ser visuales, sensitivas y/o motoras. “Las migrañas episódicas se caracterizan porque la frecuencia de los dolores de cabeza son menos de doce al mes, a diferencia de migrañas crónicas que son más de quince al mes por más de tres meses”, explica María Elena Novoa, neuróloga y presidenta de la Asociación de Cefaleas del Perú.
Anthuanet y Samantha son dos jóvenes universitarias de 24 y 22 años que han sido diagnosticadas con migraña desde muy temprana edad, 7 y 9 años respectivamente. Con más de una década sobrellevando la enfermedad, ellas saben cómo es abordada la migraña en el Perú, viviendo en carne propia los estigmas y el poco conocimiento que se tiene sobre esta dolencia. “Es traumático el que no se considere válida, como una enfermedad de riesgo que necesita descanso, sino como una excusa. He llegado al punto en el que me han inyectado sedantes y no me ha pasado el dolor”, relata Anthuanet.
Tu vida cambia cuando te diagnostican migraña, sabes que tienes que limitar la comida, tus actividades, entre otros aspectos. En una etapa como la infancia o adolescencia uno quiere explorar el mundo pero ¿cómo le explicas a tus amigos que no puedes ir a la reunión o que tienes que cancelar un plan porque no quieres terminar internado o sedado en la clínica? “Meses atrás una amiga festejó su cumpleaños y yo estuve encerrada en un cuarto por el dolor. Luego fui al baño y no recuerdo más porque me desmayé y tuve que ir a la clínica”, narra Samantha.
Tratamientos según el tipo de migraña
Al igual que los factores que la desencadenan, existe una serie de tratamientos distintos a la misma enfermedad dependiendo del grado de intensidad de los síntomas y la frecuencia con que se presentan los cuadros.
Cada dolor es distinto, quizá por ello algunos minimizan la enfermedad. Creen que siempre es un dolor de cabeza que se pasa con una pastilla comercial que asegura ser n veces más poderosa que el resto, pero no, cada caso es distinto. Para algunos como yo, las pastillas comerciales no funcionan y la última alternativa es un sedante o limitar toda actividad que esté realizando para estar en un cuarto en total oscuridad y silencio.
“Para un paciente que tiene una migraña episódica, mayormente el tratamiento está basado solamente en eliminar el dolor agudo. En cambio, para un paciente que tiene crisis mucho más recientes, lo ideal es darle un tratamiento profiláctico o preventivo, cuyo enfoque sea el de disminuir la frecuencia y la intensidad de los dolores de cabeza”, aclara Novoa.
A pesar de ser necesario en casos de migraña crónica, un tratamiento preventivo no siempre es aceptado por los pacientes, ya que requiere consumir pastillas por periodos de tiempo continuos, lo que puede generar consecuencias adversas.
Al recibir un medicamento por mucho tiempo, el cuerpo termina generando resistencia al mismo. Samantha menciona que cada vez le recetan medicamentos más fuertes porque las pastillas que tomaba hace meses ya no tienen efecto en ella. “La última vez que tuve un cuadro migrañoso me inyectaron el doble de medicación en la clínica, y me alertaron de que ya no podían ponerme más sin internarme.”
Anthuanet decidió no tomar pastillas preventivas porque le causaba daño hepático. Por ello, se ha adaptado a solo recibir un tratamiento cuando siente dolor, lo cual es frecuente últimamente. “Para bajar la migraña en estos casos a mí me inyectan. Recibo pinchazos desde los siete años y hoy no siento ningún dolor. Te acostumbras a ver tus brazos con moretones, pero igual es triste”.
Pocas personas llegan al diagnóstico de migraña, pero no significa que no lo vivan
El INEI menciona que, en el 2022, 61% de residentes peruanos acudieron al Seguro Integral de Salud (SIS). Si bien es la alternativa estatal más utilizada, el servicio que brindan es constantemente cuestionado por los ciudadanos. De acuerdo a la Defensoría del Pueblo, las limitaciones del sistema son un número aún insuficiente de establecimientos, servicios accesibles, y de calidad, la necesidad de contar con un mayor abastecimiento de medicamentos, entre otras.
Por la misma precariedad del sistema de salud nacional, muchos pacientes no llegan a un diagnóstico correcto de migraña. “Un paciente debe ser diagnosticado por un especialista y que le dé un tratamiento específico, pero por la falta de acceso, algunas personas van al farmacéutico y se automedican antiinflamatorios que puede generar que se cronifique la enfermedad con el sobreuso de medicamentos que no están adecuadamente indicados”, señala la Dra. Novoa.
En lo que más concordamos los tres estudiantes que vivimos con migraña es lo afortunados que somos en contar con un seguro de salud privado. Tanto Anthuanet como Samantha consideran que sin este no hubiesen detectado que sufren de la enfermedad ni sabrían cómo actuar si tuviesen un cuadro y no pudiesen acudir a un establecimiento privado o llamar a una ambulancia. “La cantidad de personas que sufren de migraña y no tienen el sustento para tener un seguro particular es grande. Si sacas una cita en el SIS, te la dan de aquí a cinco meses en el mejor de los casos. No debe ser nada sencillo”, manifiesta Anthuanet.
La enfermedad con la que convives puede ser vista como una excusa
Además de las dolencias que genera la enfermedad, lo más complicado son tus emociones. Pensé que era un enfermo y que no podría llevar la vida como todos los jóvenes, y en parte es verdad, pero más que quejarme debo sobrellevarlo. Esto lo aprendí con un abordaje psicológico, luego de cambiar dos veces de especialista porque no todos están preparados para atender a un paciente con migraña.
Según la psicóloga Dajhana Gómez, “la opinión de otra persona no debería afectar al paciente. Si alguien no te entiende, no es tu dificultad, es la dificultad de la otra persona”. Sin embargo, que las personas minimicen tu enfermedad llega a perjudicar. Anthuanet y Samantha lo conocen de primera mano.
“He tenido cuadros de migraña en plenos exámenes a los que falté por estar internada, y cuando lo traté de justificar, incluso con el descanso médico, no me hicieron caso. Desde ahí me limitaba mucho a justificar inasistencias o a pedir descanso médico, porque a los profesores no les importa”, relata Samantha.
Anthuanet, por su lado, necesitó justificarse un par de veces y en ambas creyeron que era una excusa para evadir sus responsabilidades. “Prefiero ir a clase aguantándome el dolor horrible de cabeza, porque incluso en el tópico solo te dan una pastilla, pero si estoy yendo a que me vea un médico es porque ya probé con esa pastilla y no me ha hecho nada, solo quiero que me inyecten algo para poder descansar”, cuenta.
El desdén de docentes de estas dos universidades privadas top del país revelan un patrón preocupante para los estudiantes con dicha afección, sobre todo si se tiene en cuenta que el estrés y la falta de sueño relacionadas a la carga académica pueden representar un factor desencadenante de cuadros de migraña.
¿Sedar al paciente es la solución?
Cuando los pacientes con cuadros migrañosos ingresan a centros de salud, es usual que la solución que se brinde sea la sedación. Sin embargo, para la neuróloga Novoa esta se trataría de una táctica común del área de emergencias que no obedece a ningún protocolo y que busca librarse de los pacientes con dolores de cabeza.
“Lo que suelen hacer es sedarlos y darles opioides, sin embargo, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) ha retirado esta medicina no solo para pacientes con dolores de cabeza, sino para todo tipo de dolor. Tomaron esta decisión porque los opioides generan dependencia, solo reducen el umbral de dolor de la persona”, expone la Dra. Novoa.
A pesar de que no es lo recomendable, la solución al dolor intenso de ambas estudiantes siempre es recibir sedantes para las molestias, aunque luego de eso las pacientes se sienten tristes y decaídas. La psicóloga Dajhana Gómez apunta que esta es una respuesta normal del organismo. “Las medicinas van a actuar en ciertas partes de nuestro cerebro, pero es para acomodar la tranquilidad, para que no tenga tanto dolor”.
La doctora Novoa detalla que existen líneas de manejo para tratar pacientes con cuadros migrañosos en función de los episodios y su frecuencia: “Los antiinflamatorios se consideran medicamentos de primera línea, los de segunda línea pueden ser antiinflamatorios compuestos, que además contienen cafeína. La tercera línea es el uso de triptanes, medicamentos específicos para la migraña. Se espera la llegada de gepantes, medicamentos de tercera línea que también ayudan a prevenir los ataques de migraña”.
La solución no debería consistir en sedar al paciente, pero cuando estás con un dolor tan intenso, cuando no puedes abrir los ojos por la exposición a la luz o cuando empiezas a sentir náuseas, yo, como paciente migrañoso, suplico para que me seden y calmen el dolor. A pesar de que no sea el tratamiento adecuado, presentarse en cualquier institución con un papel que mencione la intervención médica pesa mucho más que tú mismo menciones que tienes migraña.