La autora de “No te mato porque te quiero”, uno de los libros más vendidos en la Feria Internacional del Libro 2018, relata cómo utilizó su propia experiencia para la investigación periodística sobre las vivencias de las mujeres que deciden denunciar a sus agresores.
Por: Rubi Andrade
Portada: Jacqueline Palacios
Han pasado once meses desde que la periodista Lorena Álvarez denunció las agresiones y el acoso de su expareja. Su vocación periodística la impulsó a relatar lo que vivió después, atrapada entre peritajes legales y cuestionarios de hasta 600 preguntas que debió responder (y que parecen planeados por los maltratadores para desgastar a sus víctimas).
“No te mato porque te quiero” figura en el top diez de los títulos más vendidos de la Feria Internacional del Libro 2018. Este trabajo periodístico, que combina el testimonio con la investigación, permite hacer un ejercicio de empatía con las víctimas al mostrar el tortuoso proceso al que mujer se ve obligada a pasar si desea buscar justicia y sobrevivir a su agresor.
¿Es consciente el Estado Peruano que trata a las mujeres que denuncian violencia igual como sus agresores lo hacían o lo siguen haciendo? Cambiamos de depredador, pero seguimos siendo víctimas, seguimos siendo presas de una bestia de la cual no podemos escapar pues se trata de una cultura, una sociedad entera que crea las condiciones para perpetuar la agresión contra la mujer de modo normalizado.
-Lorena Álvarez, “No te mato porque te quiero”
-¿Qué tan importante crees que son movimientos como Ni Una Menos y “#Cuéntalo” para generar empatía en la ciudadanía?
-Yo creo que son importantísimos porque las reformas muchas veces parten de los ciudadanos. ‘Ni Una Menos’ surge de sentencias vergonzosas del Poder Judicial y hoy nuevamente se tiene que salir a marchar porque las cosas están igual o quizá peor. Sí, las mujeres denunciamos más, pero el sistema de justicia está podrido hasta sus entrañas. Además, es machista e inútil. Por eso es importante que la gente se movilice en las calles. Ninguna conquista de derechos se ha logrado desde el Congreso o el Ejecutivo sin que nadie se mueva. Esta es una lucha y es posible que perdamos muchísimas batallas, pero tenemos que estar en el lugar correcto de la historia.
-¿Qué tan significativa es esta movilización para las víctimas?
-Es importante porque sientes que no estás sola, que no estás luchando contra la corriente, hay personas que te respaldan. Además, estos movimientos empoderan a las víctimas y las impulsan a seguir denunciando.
–Llevas once años trabajando en televisión, ¿podrías hacer una crítica de cómo se presentan a diario los casos de violencia contra la mujer?
-Creo que ha habido un proceso de reeducación por parte de los medios en cuanto a cómo se presenta la información. Antes se buscaba justificaciones para explicar la violencia, como “la mató por celos’ o ‘la mató porque se puso ropa pegadita”. Nos hemos dado cuenta de que no se puede justificar la violencia. A partir de las marchas y de la visibilización que ha tenido este problema social hemos tomado conciencia de que es persistente, constante y va en aumento en muchos lugares del país.
-Publicar “No te mato porque te quiero” ha sido una manera de luchar.
-Sí, me sentí honrada, sorprendida y emocionada cuando supe que en el informe de la comisión presidida por Allan Wagner habían citado mi libro en la parte de reformas para combatir la violencia contra la mujer.
-Al comienzo del libro mencionas casos y cifras ¿De qué manera los seleccionaste?
-Todos estos casos han sucedido en los últimos diez meses y algunos han aparecido en televisión en determinado momento o en algún medio escrito, pero al final todas estas historias te muestran lo mismo: el sistema de administración de justicia no funciona. La idea era retratar situaciones de mujeres de distintos lugares, algunas de Lima y otras de provincia, unas siguen vivas y otras fueron asesinadas. También se muestra con detalle el caso de Eyvi Ágreda. Su drama refleja una carencia del sistema de justicia porque ella no pudo denunciar a Carlos Hualpa, su agresor, debido a que el acoso no está tipificado como un delito. Es más, ella murió el 1 de junio, han pasado más de dos meses desde que falleció, y casi cuatro desde que sufrió la agresión, pero el acoso sigue sin ser tipificado como delito.
-¿Te contactaste con las víctimas?
-Me basé en información oficial, tenía el seguimiento de cada caso y la etapa en la que se encontraban. Ninguno de los agresores mencionados en el libro está sentenciado. Algunos están en prisión preventiva hasta que los liberen por exceso de carcelería. Por eso se tiene que acabar con la impunidad, se debe sancionar no solamente a los que mataron mujeres o las quemaron vivas, sino a los que las golpearon, las maltrataron psicológicamente, las violaron…tiene que haber una sanción en “la previa”, en la violencia que no acaba con tu vida
-El libro está dividido en seis capítulos ¿por qué uno de ellos fue titulado ‘Los círculos del infierno”.
-Porque cada vez vas cayendo al pozo más profundo de los procesos y porque nunca acabas. O sea sales de la policía y te vas al Ministerio Público, pero nunca llegas a un resultado.
-¿Cómo decidiste incluir tu historia en esta investigación sobre violencia de género?
-Yo he tratado de ser muy honesta, si bien esto podría empezar con mi testimonio sobre el sistema de justicia, llega un momento en el cual la historia ya no me pertenece y se vuelve de dominio público. Por ejemplo, están las conclusiones de los peritajes, que son documentos privados, pero si quieren saber qué pasó diez meses después y qué dijo el peritaje, pues allí está… Es que mucha gente ha querido descalificarme diciendo: “Qué dirá su peritaje, seguro no lo va poner”, pues pueden leerlo todo en el libro.
-Toda la odisea por la que pasa una mujer para demostrar que ha sido víctima de violencia ha llevado a la conclusión de que si no lo grabaste, ‘no pasó’.
-Y cuando lo grabaste ‘tampoco pasó’, porque si ves el caso de Arlette Contreras, tenemos un video. Estamos hablando de una justicia que está muy acostumbrada al ‘¿y quién lo dice?’. Es más, muchos agresores saben cómo golpear para no dejar moretones. Súmale a ello que tenemos una justicia de papelito, de peritaje físico en el que debe evidenciarse todos los daños corporales (hasta los raspones) para calificar como violencia física. Si no te ven moretones, huesos rotos, la piel abierta, entonces no es violencia física. Tenemos un montón de cosas que hacen que el proceso sea largo y lento. Hay otros aspectos en los que no ponemos énfasis como que el acoso no es delito o que la violencia psicológica sigue sin estar correctamente tipificada. Algo más, la violencia física tiene unas especificaciones cuestionables. Te dicen, es leve cuando has estado internada menos de diez días en el hospital, pero me pregunto: ¿realmente una puede decir que por días de internamiento en el hospital la lesión es más grave o menos grave? Es un criterio muy simplista que debemos cambiar para mejorar el sistema y humanizarlo.
-¿Dónde se debe hacer las reformas?
-Se debe tomar en cuenta a todo el Estado. El Poder Judicial tiene que ver la manera en la que se pueda atender a tiempo todas las denuncias, ahora no hay suficientes salas ni jueces. En el Ministerio Público pasa lo mismo, los fiscales están sobrecargados.
-¿Qué sentiste al pasar de denunciante a denunciada? ¿Crees que esta también es una forma en la que el sistema de justicia se vuelve contra las mujeres?
–La última vez que comenté mi caso en los medios fue después de obtener garantías, y fue porque ya no quería fomentar la revictimización. Cuando se llega a eso las víctimas se sienten perdidas. También se distorsiona un caso cuando pasas a ser denunciada y se da un espacio para que los victimarios aseguren que la violencia fue mutua.
-Tu libro ha tenido mucho impacto.
-Sí, me siento orgullosa, me veo escribiéndolo y me doy cuenta de todo lo que he sido capaz de superar. Sirve de combustible para generar un cambio. Fue bueno para mí y para mi vida. A diferencia de la chica que yo era hace un año, hoy me miro al espejo y encuentro paz. Tengo planeado escribir más. Es importante saber que este mensaje puede llegar a más gente. Voy a ir a las ferias del libro de Huancayo y de Piura y estaré en algunas universidades que se han contactado conmigo para presentarlo en otras regiones. Yo quería que fuera un libro que pueda ser entendido por los que vivimos en este país y que vemos cómo campea la injusticia y la inseguridad.