La historia de “La Colibrí Café” comienza con Patricia Escobar, Kandish Pinto e Yvy Pinto, quienes luego de enfrentar desafíos personales, decidieron unir fuerzas y fundaron en abril esta cafetería de especialidad.
*Este trabajo fue elaborado en el curso Taller de Redacción Periodística, dictado por el profesor Mario Munive.
Por Luciana Avendaño
Si pasas por la cuadra 7 de la avenida Julio César Tello en el distrito de Lince, notarás la pintura de un colibrí gigante encima de una taza de café a la entrada de un pequeño local. Al cruzar la puerta, hay mesas de madera minimalistas, un sillón de terciopelo gris, plantas que van desde ‘boas’ y bambúes en macetas, y un colgante de colibríes de diversos verdes y azules que combinan con sus paredes.
Detrás de esa atmósfera cálida, hay una historia de perseverancia y sueños cumplidos. Patricia, amante del café desde que estudió en el Instituto Gastronómico D’Gallia, se especializó como barista en Colombia en el 2012, pero problemas de salud la alejaron del café hasta que decidió retomar su pasión tras la pandemia. Kandish, quien dejó inconclusa la carrera de Sociología en la PUCP, encontró su vocación comercializando productos de artesanos locales en Artesanos Don Bosco.
Fue en 2020, al conocer a Patricia, que compartieron el sueño de abrir una cafetería. Junto con Yvy, arquitecta de profesión y hermana de Kandish, transformaron esa idea en una realidad. Yvy diseñó cada detalle del espacio, dándole un estilo único y acogedor. “Este lugar no solo es nuestro negocio, es una parte de nosotras”, comenta Patricia. Poco imaginaban que, en medio de tanto esfuerzo, nacería un amor entre Patty y Kandish, uniendo aún más sus vidas.
Las fundadoras compartieron cómo se dio la elección del lugar. Según relatan, un colibrí las rodeó dos veces mientras firmaban los papeles para adquirir el local, que había estado abandonado por ocho años. “Esa fue la señal que necesitábamos”, dice Kandish. “Nos confirmó que ese era el lugar donde nuestro sueño se haría realidad”, agrega.
Innovación con corazón: ecología, pop-ups y arte urbano
Desde tortas de chocolate al 55% hasta panes de masa madre y quiches elaborados con ingredientes naturales como vinagre balsámico y mostaza Dijon, La Colibrí Café presenta un menú diseñado para quienes enfrentan restricciones alimentarias. Inspiradas en sus propias experiencias. Patty es intolerante a la lactosa y Kandish debe reducir alimentos altos en grasa, por lo que han optado por una carta ‘gourmet saludable’ en la que evitan ingredientes industrializados. “Queremos que todos puedan disfrutar de un buen plato sin preocuparse por complicaciones digestivas”, señala Patricia.
En cuanto al café, rinden homenaje a lo mejor que la tierra peruana tiene para ofrecer: el café arábico. Este grano, que posicionó a Perú entre los diez principales productores mundiales en 2023, se destaca por permitir un trabajo de curaduría excepcional al rastrear su origen con precisión. Así, el Hamk’a Wasi, cultivado en Bongará (Amazonas) por la caficultora Zulema, se usa para preparar café de método, mientras que el Sapphire, proveniente de la Comunidad de Los Chilchos en Chachapoyas, es ideal para café de tolva. Además, el Sapphire sostiene un compromiso ecológico: con cada compra, se apoya la protección del mono choro de cola amarilla, una especie en peligro de extinción.
La innovación no solo reside en la cocina o el café, sino en su conexión con la comunidad. Un ejemplo es la colaboración con CrepeBike, un emprendimiento de crepes liderado por Alex Murrugarra, cuyo crecimiento lo llevó de negocio ambulante a contar con su propio local, ubicado a una cuadra del café. Juntos organizan pop-ups ocasionales: eventos donde unen fuerzas para brindar al cliente una experiencia única, como el reciente evento del 21 de septiembre, donde celebraron el Día de la Primavera regalando flores amarillas por la compra de un café o un crepe.
Patricia, Kandish e Ivy procuran apoyar el talento local, exhibiendo las fotografías de Julio César Mathews, un artista visual que captura escenas urbanas de Lima. Desde un niño jugando en las calles hasta una anciana con nariz de payaso riendo a carcajadas, sus imágenes decoran las paredes de la cafetería. Incluso la entrada del café es un lienzo para la expresión artística: una imponente pintura de un colibrí realizada por la artista Sandra Gervacio ―conocida como ‘Safe’― que simboliza el vuelo libre y colorido de la creatividad en la ciudad.
Un refugio inclusivo y talleres creativos
Si bien al inicio la clientela de La Colibrí Café era mayormente mujeres de 50 a 60 años, hoy en día el café ha ganado popularidad entre un público más joven y femenino de 30 a 45 años. Además, se ha convertido en un punto de encuentro para la comunidad LGTBIQ+ y artistas locales. “Nos enorgullece decir que la mayoría de personas que atienden en nuestro café son mujeres”, apunta Patty.
El café también es ‘pet friendly’, algo que surgió de manera espontánea cuando un perrito callejero, al que llamaron Shanti, se refugió en el local hasta que le consiguieron un hogar. A partir de entonces, muchas mascotas son bienvenidas junto con sus dueños, creando un ambiente aún más acogedor. “Familiaridad es lo que busca infundir nuestro local, entendiendo que nuestras mascotas son parte de nuestras vidas”, explican las fundadoras.
Los domingos La Colibrí Café se transforma en un espacio de aprendizaje y creatividad. Organizan talleres, como catas de café, donde los asistentes aprenden a distinguir sabores de las distintas variedades existentes, y competencias, como el reto Hamk’a Wasi, realizado el pasado 25 de agosto, que desafió las habilidades de hacer café de baristas y público en general, ofreciendo degustaciones del café recién elaborado a los clientes.
También realizan ferias de segunda mano, llamadas ‘Los Tesoros de La Colibrí’, donde marcas de prendas y objetos usados se exhiben en el local para atraer clientes e impulsar sus negocios, fortaleciendo el sentido de comunidad entre estas y brindando al público más que una experiencia gastronómica.
Desafíos y proyecciones: un futuro prometedor
Como todo negocio emergente, La Colibrí Café ha enfrentado retos, especialmente en días en que los partidos de fútbol vacían el local pues el público prefiere consumir en un local que tenga televisión. Sin embargo, lejos de desmotivarse, las fundadoras apuestan por seguir innovando a través de la organización de talleres y ferias dominicales, siempre buscando nuevas formas de atraer a su clientela. “Apuntamos a crecer, pero sin perder nuestra esencia”, señala Kandish.
De cara al futuro, planean expandir sus eventos y abrir sedes en otros distritos. “Por ahora queremos establecernos aquí, luego saldremos al mundo”, dice Kandish. A su vez, Patty revela que tienen planeado talleres gratuitos de barismo el próximo año que estén dedicados a personas de la comunidad LGTBIQ+.