Kápar: imagenes de las secuelas que dejaron las esterilizaciones forzadas

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Kápar, que en quechua significa castrar, es el último proyecto de la fotógrafa Liz Tasa Palomino que retrata a las víctimas de la violencia ejercida por el régimen de Alberto Fujimori. En este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a través de Kápar, hacemos memoria de las secuelas que dejó el ‘trato animal’ que recibieron las mujeres campesinas víctimas del programa estatal que las esterilizó forzosamente con el objetivo de ‘reducir la pobreza’ en el país. 

Por: Maria Alejandra Gonzales
Portada: Liz Tasa



A Liz Tasa le gusta trabajar proyectos fotográficos que cuenten historias y Kápar es uno de ellos. La egresada del Master de Foto Documental del Centro de la Imagen y seleccionada como talento global en el programa 6×6 del World Press Photo 2019 cuenta que el proyecto nació cuando viajó a Cusco, en donde obtuvo sus primeros retratos y recogió dolorosos testimonios de las mujeres, en 2016. 

La fotógrafa cuenta que se sentaba en la plaza a conversar con las líderes de Pitumarca en Cusco para establecer un vínculo que le permitiera generar lazos de confianza y obtener su consentimiento para participar en el proyecto. “Quería darles a entender que yo no estaba vendiendo su historia. Solo entonces ellas comprendieron que tenía buenas intenciones”, comenta. A Liz le interesaba visibilizar, concientizar y denunciar las graves violaciones a sus derechos humanos. 

Liz también recorrió las comunidades de Tinta, Chiara, Checacupe, Marangani, Ccoyo, Ocobamba, Llallahui y Pampaconga en Cusco; y Pampa Cangallo en Ayacucho, y registró las cicatrices en el vientre de las mujeres, producto de las ligaduras de trompas a las que fueron sometidas. 

Cicatriz de ligadura de trompa a una mujer campesina de Pampaconga. FOTO: Liz Tasa.

El Programa Nacional de Planificación Familiar ejecutado durante el régimen de Fujimori esterilizó a 272 028 mujeres con el fin de reducir los niveles de pobreza en el país. Para ayudar a comprender el trauma y dolor que causó este programa, las imagenes que captura Liz buscan reflejar la cosmovisión andina de las mujeres: la relación entre vida, fertilidad y tierra.

En su segundo viaje para continuar con el proyecto, la documentalista recibió la noticia del fallecimiento de una de las mujeres que había retratado, habían pasado dos años desde la última vez que la vio. Ella le entregó las fotografías a su esposo. “Eso fue bastante duro”, confiesa. 

A consecuencia de las cirugías forzadas muchas mujeres han fallecido. Liz es testigo de que la gran mayoría tiene que vender sus terrenos para pagar sus operaciones o tratamientos porque están enfermas y sufren infecciones. “Las he visto cargar con el dolor y escucharlas decir que se sienten inválidas”, señala. 

Las mujeres que fueron esterilizadas ya no se sienten fuertes para trabajar en el campo, esto afecta su economía y las relaciones con sus esposos. FOTO: Liz Tasa.

“Me encantaría generar cambio político, pero soy consciente de que eso puede ser utópico”, sostiene la fotógrafa. Sin embargo, ella sabe  bien que desde el arte visual se puede generar conciencia y espacios de discusión para entender el racismo social en el caso de las esterilizaciones. Por eso sus imágenes buscan denunciar la vulneración a los cuerpos de las mujeres campesinas por parte del Gobierno y el poco entendimiento del significado de la fertilidad que tienen las personas que aún justifican las esterilizaciones forzadas.

Liz recuerda que la primera vez que fue a buscar a una señora víctima de esterilización forzada, le dijeron “la castrada vive ahí”. Dentro de la comunidad son marginadas y estigmatizadas por ser infértiles. Las llaman ‘caponas’, castradas como animales de la chacra. En las historias que recogió siempre está presente la analogía con los animales. “Ustedes se reproducen como conejos, como chanchos”, les decían a las mujeres cuando las recogían para llevarlas a la fuerza a los centros de salud.

Días antes de que se declarara el estado de emergencia, las fotografías del proyecto de Liz fueron expuestas junto con el trabajo de su compañero Tadeo Bourbon en el Lugar de Memoria, Tolerancia y la Inclusión Social en una muestra titulada Ikumi, que en quechua significa madre sin hijos. Lamentablemente, la muestra solo se pudo visitar dos semanas. “Quedó a mitad de camino”, dice. Pero Kápar aún no ha terminado. La autora dice que planea publicar un fotolibro que incluya más testimonios y sensibilice a la sociedad sobre esta injusticia. 

Útero en tierra. FOTO: Liz Tasa.