A Omar Zevallos y Diego Avendaño los une una pasión en común: la caricatura política. En un país en el que la caricatura ha estado presente desde el siglo XVI hasta los tiempos actuales de la digitalización, ambos ilustradores cuentan lo que esta representa para ellos. Los límites éticos, la importancia de la independencia y la constante crítica son algunos de los temas que consideran necesarios a la hora de hacer sus dibujos.
Por: Flavia Corpus y Lya La Torre
Portada: Adrián Calle
Omar Zevallos: el militante de la caricatura
Hace unos años, cuando el diario Correo estaba bajo la dirección de Aldo Mariátegui, Omar trabajaba como caricaturista político y editor del suplemento. Su tiempo en este periódico no estuvo exento de desacuerdos con el entonces director. Tras un encuentro con Mariátegui en un pasillo de las instalaciones del diario, este le propuso la idea para su siguiente caricatura. “La idea de Aldo era pésima, ni siquiera era graciosa […] me dio una idea tonta y que obedecía a sus propios intereses. Y no la hice”, admite Zevallos. Por primera vez su caricatura diaria no fue publicada. El editor refirió que fue un simple olvido, un error. La situación se repitió días después. Al preguntar sobre la naturaleza de esta omisión, Omar consiguió la respuesta que ningún caricaturista quiere escuchar. “Me dijo que era porque no le hacía caso. Le contesté que yo tenía mi propio punto de vista. Si no quería publicar mi trabajo, que me lo dijera”, relata. A partir de ese momento, dejó de hacer caricaturas políticas en dicho medio.
Omar Zevallos Velarde es un reconocido caricaturista y escritor arequipeño con más de 40 años de carrera. Graduado por la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor de Arequipa. Estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Comenzó a trabajar en 1979 como caricaturista político en el diario Correo. Ha trabajado para diarios peruanos como La República y Expreso, y el periódico español El País. Entre algunos de sus logros se encuentran el primer lugar en el I Concurso Internacional de Caricatura y humor gráfico Noticartun Colombia 2014, el primer premio y medalla de Oro del Concurso Internacional de Caricatura – Siria 2017 en la categoría de Caricatura de Momtaz Al-Bahra y el premio de la Unión de Periodistas de Cuba en la VI Bienal de Humor Gráfico.
Su experiencia con Mariátegui recuerda la importancia de la independencia del caricaturista político. Omar describe que la caricatura política critica una coyuntura a partir del punto de vista del artista, de su opinión, de su sentir. Considera que un caricaturista independiente puede cuestionar la línea editorial del medio en el que publica. Este debe decidir seguirla o no de acuerdo con su propia postura política. “Siempre he mantenido una línea política independiente, distinta al medio en el que publicaba […] Por supuesto, eso no se da desde el principio”, explica. Cuenta que, durante los primeros meses de su trabajo en Correo, para que sus dibujos fueran aprobados y publicados, debía presentar tres propuestas al director. Con el tiempo, ganada la confianza de la dirección del periódico, ya no requería la aceptación de nadie más que él mismo.
Al humor político le suele acompañar la desaprobación de personas disconformes con su contenido, especialmente de aquellos a los que se refiere. La larga trayectoria de Zevallos lo ha llevado a enfrentarse a este tipo de situaciones. Le sucedió desde muy joven, cuando recién empezaba su vida laboral durante el segundo gobierno de Fernando Belaúnde. Un ministro de Economía y Finanzas de la época llamó a Mario Castro Arenas, director de Correo en ese tiempo, y le comentó que no le hacían gracia sus caricaturas porque eran muy incómodas.
Para Zevallos, la caricatura es un instrumento para hacer una crítica muy abierta, directa y eficaz. A través de ella se puede interpretar lo que pasa en un país. El periodista opina que el fundamento se encuentra en poder satirizar tanto a la derecha como a la izquierda, incluso hasta su propia forma de pensar. Los años de experiencia le hicieron darse cuenta de que lo importante es el mensaje que uno lleva. Cuando uno se conecta con el lector y hace que este reflexione con lo expuesto en la caricatura, sabe que ha hecho bien su trabajo. La efectividad se da porque el lector comprende más rápido el mensaje a través de gráficos que leyendo un artículo completo. “Ello no es sencillo, es analizar la realidad, tener un punto de vista y que al mismo tiempo tenga un toque de humor”, expone.
Omar trae a colación el atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo en el año 2015 como ejemplo de la muy delgada línea entre humor e insulto. La matanza de 12 personas se dio tras las publicaciones de una serie de caricaturas del profeta Mahoma a través de los años. Dos caricaturistas que Zevallos conoció en un concurso de dibujo en Turquía murieron ese 7 de enero. Uno de ellos era Georges Wolinski, caricaturista de temas políticos y eróticos, quien no había participado en la creación de estas ilustraciones. La caricatura política debe tener una cierta ética. No puede ser burlona en términos despectivos ni insultantes. El periodista destaca que tampoco puede ser gratuita, tiene que estar sustentada: “No puede convertirse en una herramienta para insultar o denigrar a alguien solamente porque cae mal o porque no estamos de acuerdo con lo que dice”, resalta.
Zevallos lamenta que las caricaturas políticas desaparezcan cada vez más de la prensa tradicional peruana. Un motivo que le atribuye a esto es que para muchos periódicos resulta incómodo cuando no se está de acuerdo con su línea editorial. Por supuesto, ello no significa que los caricaturistas dejen de expresarse. “Vamos a migrar a redes sociales para que miren nuestro trabajo. Ya no necesitamos los periódicos porque podemos llegar a una mayor audiencia por internet”, señala. Esto representa el nuevo reto de aprender a sobrevivir en las redes sociales y recibir una monetización por su trabajo.
El beneficio de la migración a redes sociales es la viralización de sus dibujos. A veces una caricatura es bien recibida por el público: la gente la comparte y se hace tendencia. Al tener un alcance más amplio, más personas se identifican con la crítica del artista. Omar cuenta una experiencia a partir de las protestas contra el gobierno ilegítimo de Manuel Merino en noviembre del año 2020. Sus caricaturas en contra del político se convirtieron en pancartas llevadas a las marchas.
El caricaturista antiinfluencer: Diego Avendaño
Uno de los caricaturistas que utiliza las redes como principal medio de difusión de sus dibujos es Diego Avendaño. Es licenciado en Periodismo por la PUCP. Tiene un diplomado en Dirección Editorial por la UPC y un executive máster por la Universidad de Salamanca. Ha trabajado siete años en PuntoEdu como redactor y editor online. También ha colaborado con las revistas Cosas y Somos. En 2017 publicaba sus caricaturas en esta página web. A pesar de trabajar la mayoría del tiempo como redactor, la caricatura le permite salir de la rutina de las palabras.
En la actualidad, las caricaturas de Diego no se publican en medios tradicionales. Las plataformas por las que ha apostado para divulgar sus ilustraciones son Twitter e Instagram. Encuentra que trabajar para un medio con una línea editorial lejana a la suya es complicado. “No tengo problema en trabajar con ningún medio, pero jamás me iría a uno donde sé que me voy a quemar”, afirma. Con la reciente viralización de sus dibujos, le han ofrecido trabajar como caricaturista anónimo bajo una postura política con la que no concuerda. “Lo único que una persona tiene es su nombre”, señala Avendaño. Si no publica con su nombre contenido con el que está en desacuerdo, tampoco lo haría bajo un seudónimo.
Hasta tres editoriales lo han rechazado por su tipo de humor. No considera hacer humor tradicional. ”Lo que hago es diferente a como se maneja el humor en Perú, que usualmente suele ser sexual y escandaloso, suele burlarse de características físicas. Se me hace complicado insertarme en ese tipo de humor”, admite. No hay espacio para cualquier forma de discriminación y violencia en su humor. Apunta a hacer sátiras más family friendly, excepto cuando la caricatura lo requiera. Avendaño menciona que las pocas veces que usa lisuras es con personajes como el presidente Francisco Sagasti, cuya personalidad tranquila hace que se convierta en algo cómico.
Diego explica que con la experiencia adquirida con el tiempo ha sabido manejar bien a los trolls. Para él, no vale la pena ponerse a discutir con estos. “En Instagram he optado bastante por hacer la de Rosa María Palacios: bloquear”, indica. Con la viralización de sus caricaturas, muchos nuevos usuarios llegaron a sus redes sociales. Se vio en la necesidad de crear reglas de respeto hacia otras personas y él mismo. El periodista no quiere que su cuenta se convierta en una cloaca, como se refiere a algunos medios televisivos llenos de personas violentas y con poca argumentación.
A muchas personas les gusta que les den la razón y cuando esto no sucede, tienden a ponerse a la defensiva. Avendaño trata de ser equilibrado en las críticas que realiza tanto a la izquierda como a la derecha. Juzgar a uno no significa estar a favor del otro. Recuerda que una vez Jaime de Althaus, columnista y escritor de derecha, compartió una de sus caricaturas donde cuestionaba a Pedro Castillo. El caricaturista agradeció que difundiera su contenido y le dijo que también podía compartir otras ilustraciones como las que tiene en contra de Keiko Fujimori.
Para Diego, momentos convulsionados como los que vivimos en la actualidad permiten diferentes formas de expresarse. El resurgimiento del fujimorismo y los pensamientos extremos tanto de izquierda como de derecha hacen a este contexto político muy rico para los caricaturistas. La velocidad con la que se mueven las noticias hace que algunas puedan ser utilizadas para desviar los problemas coyunturales de fondo. La caricatura trata de apelar a una audiencia mayor con temas populares, sin dejar de lado lo que considera que afecta a la sociedad. Avendaño logra esto con sus ilustraciones, como el caso de su caricatura de un Neymar caído chillando “fraude en mesa”.
Las caricaturas políticas deberían promover que las personas vean los diferentes problemas coyunturales desde otra perspectiva. Tiene que generar una toma de conciencia sobre estos. Con suerte, Diego logrará que alguien cambie de opinión o será la semilla para originarlo. Para eso, sus dibujos deben llegar a todos y no solo quedarse en una comunidad cerrada que piensa como él. Lo importante es crear puentes de diálogo a partir de una reflexión.