Por Nicolás La Torre
Cámara: Sebastián Rojas – Waqcha
Sobre la cuesta de la calle Suecia, donde uno deja el aliento luego de dar zancadas para subir por el empedrado de la vereda, espera Juana Gallegos y Ghiovani Hinojosa en el mirador de San Cristóbal. Se preparan para dar un espectáculo de poesía. Ella alista materiales y escenografía que él usará, mientras que él deja la vergüenza y los nervios. Son un equipo. Ambos están fuera de su hábitat natural, no es un aula universitaria y menos una redacción periodística. Son ellos, una pequeña pizarra donde anuncian la presentación y su proyecto, una idea que persiguen buscando tomar fuerza para afrontar el mundo que les ha golpeado.
Juana lo llama “desahuevarse”, haciendo justicia con las palabras a esa acción que necesitamos muchos en estos días; Ghiovani es más cauto, le dice “prepararse para vivir con intensidad”. Lo cierto es que ambos se han sumergido en una travesía por el sur del Perú y el altiplano boliviano, autoexiliados del caos de Lima, buscando desahuevarse, viviendo guiados por los sentimientos.
Recitan en una plaza y rápidamente se mueven a otra, así pasa la mañana. Conectan con aquellos que deambulan por ahí, los invitan a “ponerse el alma”. De esa manera, se desconectan de la omnipresente necesidad de generar dinero todo el tiempo. La poesía la regalan, su tiempo también, el mismo que ha dejado de correr, ahora va más lento y los hace detenerse y repensar. Esta pareja de periodistas, dúo de amantes de la poesía, eligió renovar la locura de los veinte siendo ya treintañeros. Renovaron su conexión consigo mismos y con el mundo que los rodea, aprendiendo a convivir con él. La terapia se las dio la poesía, remedio para el alma.
En el siguiente reportaje, Juana y Ghiovani nos cuentan su viaje con Ponte el Alma, colectivo de poesía en las calles. Asimismo, Soledad Aráoz y Pavel Ugarte, dos poetas cusqueños, reflexionan sobre el alma, cómo el verso poético sana, y nos invitan a aprender a vivir en poesía.