El fundador y gerente de la empresa de bicicletas eléctricas E-Bike Perú destaca la seguridad que ofrecen estos vehículos frente al riesgo de contagio que implica movilizarse en transporte público.
Por: Adrián Calle
Portada: Facebook Ebike Perú
En tiempos de pandemia, las bicicletas son los vehículos ideales para trasladarse de un lugar a otro en la ciudad. Los buses y las combis de transporte público pierden pasajeros por el alto riesgo de contagio que conlleva viajar en ambientes cerrados y rodeado de personas que pueden estar infectadas. La bicicleta, al contrario, no vulnera las normas de distanciamiento social. Es por ello que la demanda y el precio de estos vehículos ha aumentado considerablemente. Sin embargo, este no es el caso de la empresa E-Bike Perú, fundada por Enrique Subauste, quien decidió no aumentar los precios de las bicicletas eléctricas con el fin de promover su uso en las calles de Lima. Subauste explica cómo ha impactado el coronavirus en su actividad comercial y el rol que tienen los organismos del Estado en la promoción del uso de este medio de transporte.
En noviembre de 2014, Enrique Subauste, comunicador social de la Universidad Mayor de San Marcos, creó E-Bike Perú. En un comienzo eran dos personas a cargo del negocio, pero desde el año pasado él trabaja en solitario. Se ha especializado en la venta de bicicletas eléctricas. Estas tienen un motor ubicado en la rueda trasera que, al pedalear, se enciende automáticamente. Son vehículos que le ahorran tiempo al usuario, benefician su salud y cuidan el medio ambiente.
“A diferencia de las bicicletas convencionales, estos artefactos ayudan a recorrer largas distancias en menor tiempo y sin fatiga. También se evita la pérdida de tiempo en congestionamientos vehiculares. A comparación de otros medios de transporte -como el automóvil o la motocicleta- las bicicletas eléctricas generan un daño menor al medio ambiente ya que la huella de carbono y el consumo de energía son muy bajos”, precisa Subauste.
El temor a contagiarse viajando en las unidades de transporte público ha provocado que el uso de la bicicleta sea ahora mucho más frecuente. “Es uno de los pocos aspectos positivos que ha dejado esta pandemia. No solo ha disminuido el tráfico vehicular, también ha mitigado la contaminación ambiental. Los medios de transporte tradicional, como buses o automóviles, emiten gases tóxicos que contaminan el aire”, explica el microempresario.
Uno de los problemas para la adquisición de las bicicletas eléctricas es su elevado precio (800 dólares). “Puede parecer un vehículo muy caro, pero a largo plazo representa un ahorro. Me explico: la batería tiene tres años de vida, como mínimo. Y si se compara el precio con lo que se gastaría en transporte público durante tres años, definitivamente termina siendo una ventaja comprar una bicicleta eléctrica. Su velocidad máxima es de 25 kilómetros por hora, por lo que no necesita tener brevete ni SOAT”, precisa Subauste.
E-Bike Perú no ha sido afectada por la pandemia. El negocio es unipersonal, por lo que no ha tenido que despedir a ningún trabajador. Las ventas no se han paralizado. La modalidad de venta tampoco ha cambiado. Facebook siempre ha sido el medio por el cual la gente se contacta con Subauste y el método de pago es a través de un depósito bancario. “En julio o agosto de cada año hago importaciones de bicicletas eléctricas desde China que me duran durante todo un año. Felizmente cuento con stock del 2019, por lo que todavía no me he contactado con mis proveedores. Afortunadamente, al menos por ahora, el cierre de fronteras no me ha perjudicado”, señala.
Ciertamente, todas las empresas que venden bicicletas han aumentado sus ganancias gracias a la alta demanda de estos vehículos en los últimos tres meses. “La pandemia nos ha favorecido. Antes de marzo yo recibía cinco llamadas a la semana, ahora cuento con hasta quince llamadas diarias. El costo de las bicicletas ha aumentado por la alta demanda, pero yo no quiero sacar provecho de estas circunstancias. Es una pena para mí que, en estos momentos de desgracia, yo sea uno de los pocos beneficiados. No es apropiado alegrarme en este contexto donde mucha gente está sufriendo”, reconoce Subauste.
“Intenté incursionar en la venta de las bicicletas convencionales, pero cuando quise comprarlas al por mayor, ya no había stock disponible. La demanda ha aumentado notablemente”, asegura.
Es probable que el uso de la bicicleta continúe aumentando en los próximos meses. En diversas ciudades del continente se han adoptado medidas para promover su uso. Por ejemplo, en Bogotá se diseñará dos ciclorutas de 84 kilómetros de longitud. En Quito, las autoridades municipales han destinado 600.000 dólares como un presupuesto inicial para la apertura de “ciclovías emergentes”.
En Lima, las autoridades han planificado una serie de cambios en las calles como la ampliación de una red de ciclovías temporales, además del mantenimiento de estas y la instalación de estacionamiento para que el ciclista pueda tener mayores espacios cuando se desplaza por la ciudad. “El uso de la bicicleta es una alternativa de transporte, pero tiene que ser segura. Me parece oportuno el esfuerzo de crear ciclovías que puedan unir el norte con el sur de la capital, pero hacen falta más. Pienso que debería crearse una subvención, como en otros países, con el fin de promover el uso de las bicicletas en personas que no pueden comprarlas por su elevado precio”, opina el fundador de Ebike Perú.
El 14 de septiembre del año pasado, se publicó la ley N° 30936 que promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible para garantizar la seguridad de los ciclistas en el desplazamiento por las vías urbanas. Sin embargo, aún existen distritos como El Agustino, Santa Anita o Carabayllo que cuentan con escasas ciclovías. “Creo que si se tiene la intención de mejorar la circulación de los ciclistas, antes se debe solucionar los problemas habituales del transporte público y privado. Estas medidas tienen que favorecer a todos por igual: ciclistas, peatones, pero sobre todo a las poblaciones vulnerables como los discapacitados y las personas de la tercera edad”, añade.
“Además, las empresas privadas deben promover su uso. Por ejemplo, la mayoría de centros comerciales poseen inmensos parqueos automovilísticos, pero no hay espacios para que los ciclistas puedan estacionar sus vehículos. Incluso, las empresas podrían incentivar a sus empleados a movilizarse en bicicleta. Ahora que existe el riesgo de contagio en las unidades de transporte público, se debe procurar y promover el uso continuo de las bicicletas”, concluye Subauste.