Cada vez existen más personas interesadas en producir sus propios alimentos, ya sea en sus casas o en huertos comunitarios. Este es el caso de los agricultores ecológicos urbanos en distritos de Lima sur. A pesar de encontrarse en zonas áridas, han logrado sembrar y cosechar hortalizas y frutas como acelga, culantro, lechuga, espinaca, plátano, hierba luisa, berenjena, maracuyá y una lista larga de alimentos sumamente nutritivos.
Por: Nedelka Tamariz Lara
Portada: Nedelka Tamariz
Alrededor de 250 familias en los distritos de Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores y Villa el Salvador, practican agricultura ecológica urbana. Esta actividad nació para responder a la necesidad de alimentar a sus familias hace 15 años aproximadamente. Para lograrlo, los vecinos organizaron faenas y, con el apoyo de diferentes instituciones, siguieron el proceso de mejora de suelo y convirtieron arenales en tierra orgánica y productiva.
Los huertos comunitarios se encuentran en zonas urbanas y periurbanas de estos distritos. Por ejemplo, desde la estación Pumacahua de la Línea 1 del Metro de Lima, se pueden ver extensas cantidades de áreas verdes. Cualquiera podría pensar que solo son plantas ornamentales; sin embargo, se trata de 20,000 metros cuadrados de áreas fértiles.
Los huertos están al cuidado de los vecinos de las mismas zonas, quienes en gran mayoría son adultos mayores, aunque recientemente también se están uniendo jóvenes de estos distritos. Muchos de los agricultores ecológicos urbanos son migrantes de diferentes regiones del país. Durante la época del terrorismo, escaparon de la violencia y buscando nuevas oportunidades, llegaron a Lima para emprender una nueva vida.
En el huerto ubicado en la zona denominada Pampas de San Juan, en San Juan de Miraflores, Justino Loaiza (73), cuenta que él tuvo que migrar luego de ser amenazado por un grupo de terroristas debido a que ejercía el cargo de presidente en una cooperativa de agricultores en la provincia de Quillabamba, departamento de Cusco. En Lima comenzó a buscar terrenos para seguir trabajando en lo que ya conocía. Finalmente encontró la tierra prometida, una parcela donde cultivar, en el distrito donde actualmente reside. Además de trabajar en el huerto comunitario, tiene cultivos en la azotea de su casa y enseña a jóvenes interesados en la agricultura a producir sus propios alimentos.
Otro caso es el de Gregoria Flores (65), quien a los 16 años migró desde Arequipa buscando tener mejores oportunidades y poder terminar la secundaria en Lima. Pero la realidad que enfrentó en la capital fue muy dura. Se convirtió en madre desde muy joven y tuvo que buscar maneras de sacar adelante a sus hijos. Actualmente, lidera a los agricultores de Villa María del Triunfo, investiga nuevas especies de cultivos y organiza activamente a su comunidad.
No todos los agricultores urbanos sabían trabajar la tierra, pero sí compartían la necesidad de encontrar alternativas al consumo de productos básicos frente a la lucha contra la pobreza en sus comunidades y familias. La alternativa de producir sus propios alimentos significaba también contar con productos saludables para comer, cuidar el medio ambiente y organizarse comunitariamente.
Hoy en día, los agricultores urbanos hacen una gran distinción con la agricultura convencional, pues a diferencia de esta última, ellos son agroecológicos. Este tipo de cultivo se caracteriza por la supervisión de todo el proceso y ciclo de producción de una hortaliza o fruta. No se utilizan químicos ni tampoco fertilizantes. Los agricultores elaboran su propio compost y controlan las plagas naturalmente. Así, los alimentos que se obtienen presentan una mejor textura, duran más (4 a 5 días) y su color es natural.
Actualmente, estos agricultores realizan una certificación denominada “Sistema de Garantía Participativo”, esto les permite evaluar que sus productos sean verdaderamente ecológicos. En esta constancia también se evalúa el manejo ambiental (la relación que tienen con el ambiente), el manejo de la postcosecha (acopio, transporte y comercialización), la organización y participación comunitaria, entre otros.
Entre sus principales motivaciones para hacer agroecología urbana está alimentarse sanamente. Lo primero que obtienen de la cosecha es para su familia. Lo que resta de su producción, lo venden y obtienen ingresos económicos extras. “A diferencia de lo que compras en el mercado, muchas veces te venden productos con químicos, nosotros no, nosotros tenemos productos 100% ecológicos”, comenta Gregoria.
Como agricultores ecológicos no sólo comparten el gusto por sembrar sus propios alimentos, sino que los huertos comunitarios se convierten en espacios de intercambio social y cultural, y para muchos de ellos de salud y tranquilidad emocional.