Debido al brote de un temido virus, en 2020 nadie vio al Cristo Crucificado visitando las calles peruanas. Este año, desde puertas y ventanas, los fieles huancaínos vieron al Señor de los Milagros sobre un Nazareno Móvil. Aquí se muestra cómo se desarrolló este recorrido en Huancayo y, en contraste, cómo se vivió esta festividad en Lima, donde no salió la imagen.
Por: Laura Rivera y Ana Marquina
Portada: Facebook Hermandad del «Señor de los Milagros» de Huancayo
El 18 y 31 de octubre, la sagrada imagen del Cristo Morado recorrió las calles del Valle del Mantaro sobre un camión lleno de flores y decoraciones moradas al que llamaron Nazareno Móvil. “El año pasado hubo muchas muertes, incluso dentro de la Hermandad. Eso nos ha motivado para que el Señor pueda salir. Queríamos dar un poco de ánimo después de un tiempo muy difícil”, menciona Dustin Calderón, párroco de la catedral El Sagrario.
Es así que, a diferencia del año anterior, se pudo percibir de nuevo el aroma del incienso, aunque con mascarillas de por medio. Se escucharon los cánticos de la gente que esperaba ver al Señor de los Milagros, y se volvieron a ver diversos altares y alfombras de flores a lo largo de los jirones y avenidas.
A pesar de la vuelta de estas actividades, en Huancayo no hubo procesión o, en todo caso, no fue una normal. En la Ciudad Incontrastable se hizo el «Recorrido del Señor de los Milagros». Mientras que en una procesión aproximadamente 40 personas cargaban en hombros el anda, en el recorrido un camión adecuado para soportar un gran peso llevó la imagen del Cristo Morado.
Así, aquellos hombres de hábito morado —los cargadores— no alzaron en hombros al Señor durante largos tramos. Y los fieles no pudieron recibir las flores del altar con el tradicional “Cambio de Flores”, ni pudieron caminar en procesión todo el día.
Los cargadores pudieron llevar la imagen desde dentro del templo hasta el Nazareno Móvil. Una vez que lo posicionaron y aseguraron en dicho camión, acompañaron el recorrido para cuidar la imagen y evitar aglomeraciones. Los fieles, por su parte, recibieron al Señor desde sus casas y, en algunos casos, acompañaron la imagen durante pocas cuadras.
“La procesión no fue normal como la de años pasados. No se pudo cargar el anda y todos tuvieron que estar separados y con mascarilla. Pero lo que me gustó es ver que la fe, sobre todo la de los niños, aumentó”, comenta Dustin.
Para el último mes morado en esta nueva normalidad, Dustin Calderón impulsó la creación de la “Cuadrilla Infantil”. Desde 1925, año de fundación de la Hermandad en Huancayo, es la primera vez en que los niños serán formados para ser parte de la Hermandad. Se creó un anda pequeña para que ellos puedan ser los pies del Señor. “Algo que me llenó de emoción fue ver a un niño chiquitito, que ni siquiera podía pronunciar bien el nombre del Señor, abrazado al anda sin querer soltarla”, añade Dustin afirmando que los niños tienen mucha fe en el Cristo Moreno.
Mientras tanto… en Lima, la procesión se lleva por dentro
Es importante recordar que detrás de la celebración del Señor de los Milagros se encuentran las Hermandades: comunidades de feligreses que, voluntariamente, rinden culto a esta imagen y organizan las celebraciones del mes morado. Se encuentran en cada ciudad del Perú.
Manuel Rojas, un joven de 27 años que pertenece a la sexta cuadrilla de la Hermandad de Lima, menciona que, más que un grupo de fieles, cada cuadrilla es una familia. Él cuenta que el 1 de noviembre de 2019 toda la suya acordó encontrarse frente al portón de las Nazarenas el año siguiente. Sin embargo, no sabían que no cumplirían la promesa, ya que estarían enclaustrados debido a una crisis sanitaria.
En Lima, todos los cargadores se reunieron después de dos años y ya no pudieron llevar la imagen del Señor en sus hombros.
De las andas, pasaron a la guardia. Las cuadrillas se turnaron para vigilar y cuidar que los creyentes, al asistir a contemplar la imagen del Señor de los Milagros, cumplan con las medidas de bioseguridad.
Los hermanos fueron los encargados de tomar la temperatura y dispensar alcohol en las manos de los fieles. Pero también de controlar que no más de 100 personas ingresaran al templo.
“Ver a las personas haciendo cola treinta minutos o incluso horas, y decirles que no pueden entrar porque el horario ya terminó, te rompe el corazón. Es decirle no a gente mayor o a niños que han esperado ese momento para estar con el Señor al menos unos segundos”, lamenta Manuel.
Si bien este mes morado implicó una serie de restricciones, también se crearon nuevos hábitos festivos. En las casas de los devotos limeños se levantaron altares, se encendieron inciensos y se sintonizaron por radio y televisión las actividades litúrgicas.
Alexis, de 18 años y perteneciente a la quinta cuadrilla, levantó un altar en la sala de su casa, y las transmisiones de las actividades litúrgicas de la Hermandad congregaron a su familia: todos disfrutaban verlas, pues recordaban al Señor. Manuel también encontró maneras de acercarse más al Cristo Morado. Junto a amigos de la Hermandad, coordinó entregar estampitas y rosarios a personas de los hospitales que se encontraban en la ruta del Señor de los Milagros: el Arzobispo Loayza y el Bartolomé Herrera.
“El Señor no saldrá a las calles, pero ahora nos toca visitarlo”, señala Alexis, recordando las palabras del cardenal respecto a las celebraciones de este mes. “El mismo amor que le tengo al Señor de Los Milagros seguirá y no va a cambiar”, menciona esperando con ansias poder salir en procesión el año que viene.
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En Huancayo, la Hermandad del Señor de los Milagros se fundó en 1925. Desde entonces, octubre es un mes de fiesta. En Lima, la primera vez que la imagen del Señor de los Milagros no salió en procesión fue en 1879. No la hubo hasta 1884, pues el Perú estaba en guerra con Chile. En 2020, las andas no fueron cargadas ni la imagen fue expuesta. Este 2021, por segundo año consecutivo en Huancayo y por séptima vez en Lima, los fieles no acompañaron al Cristo morado en su trayecto.
Después de años de procesiones ininterrumpidas, a inicios de octubre de 2020, el Perú contaba con más de 600 mil casos confirmados de contagios por coronavirus. Por eso, dicho mes no estuvo perfumado con el olor de los sahumerios, en las ciudades no había rastro de cánticos y la imagen milagrosa no fue vista por los fieles. Este año no se ha vuelto a escuchar las campanas que anunciaban el cambio de personas que cargarían el anda para ser los pies del Señor.