En el nombre del Aposento Alto

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Alberto Santana ha sido acusado de estafador, de infiel y de ladrón. Pero, pese a su larga lista de escándalos, siempre se ha salido con la suya. El pastor sigue liderando la iglesia y sus seguidores le guardan el más profundo respeto; por eso, la ola de críticas sobre su líder y su comportamiento han puesto a los pastores y a las hermanas del Aposento en una situación de alerta total, pues si notan que alguien diferente a ellos visita las instalaciones de la iglesia, lo verán como un intruso. ¿Que hacer si te descubren? ¿Quedarse o huir? 
Por: Edith Rodríguez


En una de las cuadras de la calle Túpac Amaru, en Independencia, un imponente edificio de cuatro pisos se levanta ante los ojos de los transeúntes. A primera vista, este lugar da la impresión de ser un instituto de educación superior o algún salón de recepciones. Pocos creerían que se trata en realidad de la Iglesia Cristiana Mundial El Aposento Alto. Iglesia que durante mucho tiempo fue blanco de críticas y burlas por el fanatismo desbordado de sus fieles, la misoginia y homofobia que caracterizaban los sermones de sus pastores, y por los escándalos que protagonizaron sus figuras más importantes.

Exterior del Aposento Alto

Lo cierto es que en este lugar, no todos son bien recibidos. Si no lloras al ingresar a la sala donde se rinde culto a Dios, si no te hincas a lanzar alaridos de sufrimiento, si no elevas los brazos al cielo, si no tiemblas o bailas o convulsionas al momento de escuchar los cánticos dedicados al Todopoderoso, puedes pasar a ser un intruso. Las miradas se fijarán en ti. Y si preguntas por algo en específico, lo más probable es que te lleven hasta las oficinas del tercer piso para conversar en privado. Quizás una de las hermanas estará dispuesta a guiarte hacia una sala con seis cubículos separados por mamparas de vidrio que sirven como oficinas de atención al público para “responder” tus dudas. 

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Quien llega al Aposento Alto por primera vez se encuentra con una pequeña puerta junto a una caseta donde un joven cumple la función de recepcionista. Pasando el umbral de la puerta, el lugar se expande ante nuestros ojos y un amplio patio es la antesala para un auditorio enorme donde se realizan las misas de los domingos. A la mano derecha, una escalera con forma de caracol invita a los recién llegados a ascender por ella hasta el último nivel. 

En todos los pisos se repite un patrón. Estos son pasadizos largos que contienen varias puertas del lado izquierdo, y una baranda al lado derecho para evitar accidentes. Todos los pisos parecen replicar la estructura de un centro de estudios. Solo sobre el techo del último piso hay un cambio: un recinto de cemento con techos de calamina donde se celebran los ayunos de lunes a sábado. 

Interior del Aposento Alto

Todos los días, a excepción de los domingos, los creyentes llegan a las diez de la mañana a esta sala sin haber consumido alimento alguno. Hasta las tres de la tarde seguirán con los estómagos vacíos, pero eso no les molesta. Leer los pasajes de la Biblia y cantar alabanzas a Cristo los mantiene totalmente absortos y dispuestos a resistir el hambre, el cansancio y el calor que poco a poco va sofocando el lugar.

El espacio donde van llegando los fieles fue fundado a finales de los años 90 por Alberto Santana, pastor líder de la iglesia que nació en Junín el 31 de diciembre de 1961. Además de fundar el Aposento Alto, Santana también es fundador de una universidad, un colegio y una editorial, y asegura ser autor de más de 120 libros.

Nadie lo conocía fuera de su círculo de creyentes. Sin embargo, su nombre pasaría a ser portada de periódicos y a estar presente en las principales cadenas de televisión del país luego del primer escándalo en el que estuvo involucrado. Ello marcaría tan solo un inicio pues, a partir de ese momento, el apellido Santana y el nombre Aposento Alto seguirían haciendo noticia por otras razones. Ninguna positiva.

La primera vez que fueron de interés mediático fue el 10 de setiembre de 2018, fecha en la que un grupo de fieles de la iglesia intentó tomar por la fuerza el Estadio Alejandro Villanueva, popularmente conocido como “Matute”, propiedad de uno de los equipos de fútbol más populares del país: Alianza Lima. Alrededor de 1 500 fieles con cascos amarillos y polos celestes estampados con el logo y el nombre del Aposento Alto, además de la frase “Jehová es grande”, se aproximaron al estadio entre cánticos y arengas aproximadamente a las 2:30 de la madrugada. En menos de tres horas, algunos de ellos se afincaron dentro del lugar, y los que permanecían afuera, cubrieron con pintura blanca el escudo representativo del equipo, soldaron las puertas y colocaron un cartel con el nombre de la iglesia como una muestra de que el lugar era totalmente suyo. 

Seguidores del Aposento Alto llegaron al estadio de Alianza Lima con escaleras y pinturas para tomar el lugar

Todo comenzó con un sueño. Literalmente. En 2014, Santana aseguró haber tenido un sueño en el que Dios le dijo que el estadio de Alianza Lima era el lugar elegido para construir una mega iglesia que albergaría a más de 50 mil personas. Desde ese momento, comenzó con la recolección de donaciones para comprar el estadio. Para 2016, según Santana, el lugar ya le pertenecía a la iglesia. Por ello lo tomaron, pues era su posesión. 

Lo más descabellado no es el hecho de que Santana haya querido tomar por la fuerza el estadio por medio de sus seguidores, sino la gran estafa que cometió contra ellos. Hoy, más de 40 exfieles de la iglesia lo denuncian por haberlos engañado para robarles su dinero. Inició un plan denominado “Matar gigantes”, donde un gigante equivalía a la donación de mil soles para comprar el estadio de Alianza Lima. Con cada gigante que “mataban”, se hacían acreedores de un metro cuadrado del estadio. Entonces, quien “matara más gigantes”, o sea, quien aporte más miles de soles, sería propietario de más metros del terreno. Pero esa mega iglesia nunca se construyó, así como nunca se devolvió el dinero a los respectivos fieles. 

No pasó mucho tiempo para que el líder del Aposento Alto volviera a figurar entre los medios locales. Esta vez, una joven de 23 años que trabajaba en una de las estaciones de radio del Aposento, denunció públicamente al pastor por haberla manipulado para mantener una relación extramatrimonial con él y de haberla maltratado psicológicamente durante los dos años de relación. “Me dijo que Dios le había dado una ley personal para tener concubinas (…). Oró un día para que Dios le pueda dar ese beneficio”, expresó la joven en televisión. El pastor también le decía que debía sentirse privilegiada, pues había sido elegida por encima de otras mujeres.

La noticia llegó a tales extremos que Santana se vio en la obligación de renunciar al liderazgo del Aposento. En medio de lágrimas y exclamaciones, sus seguidores se negaban a aceptar la medida tomada por el fundador de la iglesia. Este pidió disculpas por su error, pero no entró en detalles sobre la denuncia de la joven. Aseguró estar arrepentido y se arrodilló en medio de otros pastores como prueba de su total arrepentimiento.  

Como todo el poder debía estar concentrado dentro de la familia, Santana le cedió el cargo a su hijo mayor: Cohelet Santana Cornejo. Pero al poco tiempo de haber asumido el liderazgo, el Ministerio Público informó que se estaba abriendo una investigación contra él por presuntos delitos de apología de violencia contra la mujer y discriminación por razón de sexo. Esto a raíz de unos videos difundidos por los medios donde Cohelet se refería a la violencia física contra la mujer como algo que podía tolerarse hasta en cuatro oportunidades. 

Tras las patéticas declaraciones del hijo mayor de los Santana Cornejo, este, al igual que su padre, dejó el puesto principal dentro de la iglesia. La nueva lideresa sería entonces la aún esposa del pastor, Sonia Carbajal, con quien tenía 30 años de matrimonio. Junto con su nuevo rol, Sonia aceptaba también las disculpas del padre y del hijo. Perdonó todo. La infidelidad de su marido y las expresiones machistas de su primogénito. 

Otras noticias han sonado menos en los medios de comunicación, pero suman a la lista de escándalos que ha protagonizado el polémico pastor. Por ejemplo, la investigación que inició la Dirección de Investigaciones de Lavado de Activos (Dirila) contra Alberto Santana debido a la elevada suma de dinero y las propiedades que tenía a su nombre; o aquella vez en que un ex empleado y seguidor del Aposento denunció a Santana por pagarle menos de un sol diario por sus labores dentro de la sede central de la iglesia; o cuando otorgó títulos universitarios sin validez a jóvenes que estudiaron por tres años e invirtieron casi 10 mil soles en una maestría en Leyes Divinas dentro de la “Universidad Mundial de Leyes Divinas El Ejército del Dios Viviente”, propiedad del pastor Santana.

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La sala donde se celebran los ayunos se va llenando de a pocos. Mientras, el pastor Félix Moreno, el primer pastor del día, alaba los beneficios de la tecnología. Gracias a la nueva app que se descargó hace poco, ahora puede leer la Biblia desde su celular y recibe notificaciones diarias con un pasaje específico del Nuevo y Antiguo Testamento.

Aproximadamente media hora después llama a subir al escenario a dos jóvenes que se encargarán de dirigir los cánticos. La voz principal es la de una joven que sostiene el micrófono con tal entrega como si cantara por última vez. Cierra los ojos y va entonando unas palabras de agradecimiento a Cristo. El joven que está con ella la acompaña en el piano. Una música lenta y un poco triste emana de las teclas que toca con delicadeza, y con ella, el ambiente de la sala empieza a transformarse.

Fieles del Aposento se arrodillan frente al estrado durante los cánticos

Poco a poco, las personas que conforman el lugar van conectándose consigo mismas. Una mujer que está de pie empieza a temblar levemente; dos asientos delante de ella, otro hombre hace lo mismo, pero él tiembla con las manos elevadas hacia el cielo. Otros optan por arrodillarse en el piso y empezar a llorar, a lanzar gemidos y llantos desesperados mientras la música apaga por momentos sus voces. Dos mujeres se acercan al estrado y eligen un cojín para cada una. Estos protegen las rodillas de los fieles que alaban a Dios en una posición de total redención hacia él. La canción continúa su curso y más personas optan por acercarse al estrado, coger un cojín y arrodillarse con el cuerpo completamente estirado en el piso y los brazos hacia el frente.

La misma canción, la misma letra, el mismo sonido y las mismas alabanzas se repiten alrededor de cuarenta minutos. Luego, la música cambia radicalmente. Esta vez suena una canción con un sonido muy parecido a las tradicionales melodías andinas. Si la tristeza embargó a los fieles durante la primera pieza, en esta segunda los invadirá una euforia desbordante. Una señora de unos treinta y cinco años aproximadamente es la más entusiasmada de todas. Se pasea de un lado al otro de la sala dando vueltas y pequeñas zapateadas, mientras sostiene la larga falda negra que cubre todas sus piernas. Otros fieles, como atraídos por un llamado invisible, se acercan al estrado con los ojos cerrados mientras saltan al compás de la música. Es realmente una fiesta. Todos los presentes gritan alabanzas a Dios con movimientos parecidos a pequeñas convulsiones, saltos, sudor, jadeos. Hasta que la música se acaba.       

Hombres y mujeres del Aposento Alto bailan euforicamente al compás de la música

Nuevamente el estado de calma inicial se restablece. Las personas toman asiento en sus sillas como si nada hubiera pasado. Pronto se acercará al estrado otro pastor y otro más, mientras que los fieles, sentados con su Biblia en mano, siguen la lectura que hace cada uno de los pastores, y asienten con la cabeza para reafirmar sus conjeturas con un “Amén”: Así sea. Mañana es domingo, no hay ayuno, pero el lunes será la misma rutina. Madres y padres de familia se levantarán temprano y llevarán a sus hijos a celebrar esta jornada. Algunos niños escucharán las predicaciones junto a ellos, otros jugarán por los alrededores del lugar y constantemente ingresarán a la sala para decirles a sus mamás o a sus papás si ya pueden irse a casa porque están aburridos y tienen hambre. Es un dolor de cabeza para los padres, pero, como les dijo el pastor Joel Carillo durante la jornada de hoy, es mejor que vayan todos juntos al ayuno, por más pesado que sea, en lugar de quedarse con los niños en casa y no rendir culto a Jehová, porque nada sirve como excusa dentro del Aposento Alto para no actuar en nombre de Dios. 

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Cuando la hermana Marisol te esté guiando hacia las oficinas por pedido del pastor Moreno, será inevitable no ver el cuadro en la pared que se encuentra antes de ingresar a los cubículos. Un cuadro donde Alberto Santana posa abrazando amorosamente a su esposa Sonia Carrillo. La fotografía parece una broma pesada. Una manera de decir: estuve en todos los medios protagonizando un escándalo tras otro. Recibí denuncias por ladrón, por impostor, y engañé a mi esposa. Pero aquí estoy, feliz, porque ella me perdonó, así como todos los demás. Es una fotografía que hace referencia al rápido olvido que procesamos y aceptamos, por más indignación que algo nos haya causado en un principio. Una fotografía que demuestra que, a pesar de todo, Santana parece haber ganado y continúa liderando el Aposento. 

La hermana Marisol te dirá que la sigas hacia uno de los cubículos. Te sentarás donde ella te indique y lo primero que hará será decirte: “Saca tu celular, apágalo y ponlo sobre la mesa”. Será rotunda, te mirará con desconfianza y luego de haber escuchado tus preguntas, te dirá que a ella no le incumbe decirte nada sobre el Aposento y que no cree en nada de lo que le dices. Probablemente, haber estado en el ojo de la tormenta por tanto tiempo, haber sido acusados de ser misóginos y homofóbicos, o el hecho de que sus prácticas que llegan al extremo del fanatismo hayan sido virilizadas, los ha puesto en alerta. Un nivel de alerta tal para cubrirse las espaldas, para captar a quien sea diferente, hablarle de forma hostil y asegurarse de que sus labios no revelen ningún tipo de información.