Distraen, desenfocan y perturban el proceso de enseñanza-aprendizaje. Evidencia científica de los últimos trece años concluye que smartphones y computadoras influyen negativamente en el desempeño académico.
Por: Somos Periodismo
Portada: El Mercurio
La mayoría de los docentes universitarios cree que el uso de celulares en clase afecta la concentración de sus alumnos. Se apoyan en su experiencia cotidiana para quejarse por el irregular o escaso interés que exhiben sus estudiantes, siempre aferrados a sus smartphones o con la mirada hundida en la pantalla de sus computadoras portátiles. Lo que ignoran estos profesores es que un conjunto de investigaciones realizadas entre 2005 y 2013 los respaldan. Dichos estudios concluyeron que el uso intensivo de teléfonos y laptops explica el bajo rendimiento académico de los universitarios. La razón es sencilla: los seres humanos no pueden aprender (bien) dos cosas al mismo tiempo.
Los maestros llevan años repitiendo este sermón en clase: “Puedes entender y retener mucho más lo que has escuchado o leído si solamente le prestas atención a una sola actividad. Si cada cinco minutos te pones a revisar el Facebook, a ‘wasapear’ o ‘mensajear’ con el novio, la novia o los amigos, en vez de poner atención a lo que te estoy explicando, te perderás la mayor parte de la información relevante”. Y, estimado millenial, (no) lamentamos decirte que todo lo que se ha advertido hasta aquí tiene asidero científico:
Veamos. El uso de celulares o laptops en el aula implica atender a la clase al mismo tiempo que se manipula obsesivamente cualquiera de estos aparatos. Es decir, que los estudiantes sean capaces de realizar lo que se conoce en inglés como multitasking o la capacidad de realizar dos o más acciones en forma simultánea. Esta habilidad suele ser atribuida a los “nativos digitales”; se afirma que es una capacidad innata debido a su constante contacto con la tecnología. La realidad es que el cerebro humano no puede hacer eso. Ciertamente, hacer (bien) dos o tres cosas a la vez es más propio de las computadoras que de los humanos. Sí es posible que cambie de un foco de atención en forma muy rápida, de modo que puede parecer que ambas suceden simultáneamente. Pero no es así. Y esta tendencia al multitasking es la causa de los problemas de aprendizaje y rendimiento, cada vez más recurrente en la escuela y en la universidad.
Entre 2005 y 2008, estudios del Instituto de Tecnología de British Columbia, de la Universidad Tecnológica de Nanyang y de la Universidad de Minnesota, enfocados en universitarios nacidos después de 1984, concluyeron que su conocimiento tecnológico está frecuentemente limitado a nociones básicas de herramientas de oficina, mensajes de texto, uso de redes sociales como Facebook y navegar sin rumbo establecido por internet. Si bien se asume que los “nativos digitales” poseen una habilidad innata para el manejo de la tecnología, eso no implica que la usen para fortalecer sus capacidades cognitivas.
Una investigación realizada en 2009, y publicada por la revista CyberPsychology & Behavior a cargo de Fox, Rosen & Crawford, demostró que los estudiantes que enviaron mensajes por el celular mientras leían, necesitaron más tiempo para comprender un texto, que aquellos que no tocaron el teléfono. En otras palabras, si para entender cinco páginas de Jurgen Habermas se necesita una hora sin distracciones; tratar de entender dicho texto al mismo tiempo que utilizas el celular, te tomará por lo menos una hora con 40 minutos. En resumen, los alumnos que al mismo tiempo que estudian también revisan redes sociales o contestan mensajes registraron menores calificaciones y promedios que aquellos que sí lograron separar las horas de estudio de tiempo dedicado al entretenimiento. Definitivamente, practicar multitasking podrá ser muy divertido, pero afecta los objetivos educativos dentro y fuera de clase.
Un estudio realizado en 2013 en la Universidad de Hong Kong encontró que los estudiantes se dejan seducir por la tecnología porque buscan “empoderamiento personal y entretenimiento” y muy pocas veces como apoyo en su proceso de aprendizaje. Así, cuando usaron las herramientas tecnológicas con fines educativos fue principalmente para consumir información –como, por ejemplo, Wikipedia- y para descargar textos.
Pero no es solamente el celular, la laptop también acarrea otros problemas. En 2013, un estudio de tres investigadores canadienses, Faria Sana, Tina Weston y Nicholas Cepeda, concluyó que los alumnos que hacían multitask desde una laptop presentaban un rendimiento académico inferior y, además, afectaban el desempeño académico de quienes estaban a su alrededor durante la clase.
En 2017, finalmente, dos investigadores europeos, Paul Kirschner y Pedro de Bruckere, publicaron el artículo titulado The myths of the digital native and the multitasker (Los mitos del nativo digital y el multitasker). Tras exponer y analizar las implicancias de los hallazgos que ya hemos reseñado aquí, los autores señalan que el carácter distractor del smartphone en clase (en el caso del alumno) o perturbador (en el caso del docente), en absoluto significa que la educación no deba cambiar ni evolucionar de la mano de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Lo importante es entender las ventajas y desventajas de ciertos artefactos o herramientas cuando son usadas con fines pedagógicos o formativos. La educación del siglo XXI requiere la integración de la tecnología. Es labor y responsabilidad del docente saber cuándo y cómo esta debe estar presente en el aula.