Derecho al agua potable, redes de desagüe y títulos de propiedad para los habitantes de Cantagallo. Estas son las demandas que se reiteraron en el Festival por el Agua y el Territorio organizado recientemente por la Asociación Comunidad Urbano Shipibo-Konibo de Lima Metropolitana (ACUCHIKOLM) de Cantagallo, al conmemorarse 22 años de su asentamiento en esta delgada franja de tierra que colinda con el río Rímac.
Por Elena Sandoval
Portada: Elena Sandoval
“Queremos un mejor futuro para nuestros hijos. ¡Ya son más de 20 años aquí!”, exclama Elia Bardales, madre y artesana de la comunidad de Cantagallo. Así como ella, el resto de madres artesanas de la ACUCHIKOLM de Cantagallo demandan mejores condiciones de vida para su pueblo. En el Festival por el Agua y Territorio expresaron sus reclamos, pero también la importancia del cuidado y el respeto de la naturaleza. Posturas que los identifican en la medida en que vivieron en carne propia lo que es luchar por su territorio.
Hagamos un poco de historia. El 4 de noviembre de 2016 se desató aquí un incendio. Destruyó las casas en las que decenas de familias Shipibo-Konibo se habían asentado el año 2000. El siniestro los obligó a refugiarse en otros distritos. La promesa incumplida del Estado, que les había asegurado una reubicación, no les dejó otra opción que retornar al lugar y empezar todo de nuevo. Seis años después del incendio, viven en una zona en la que hasta el día de hoy no hay agua potable ni servicios de desagüe. A pesar de esta vida marcada por la precariedad, los Shipibo-Konibo se han esforzado por salir adelante.
Por medio de la artesanía no solo obtienen un sustento económico, también reflejan el ideal de convivencia armoniosa con la naturaleza, con los animales que la habitan y los recursos que este hábitat les proporciona. “Todas las piezas artesanales que ves son diseños únicos inspirados en las plantas y animales, y sirven para la protección del cuerpo”, asegura Doris Gómez, mamá artesana y sanadora. Son piezas que están a la venta y forman parte de la feria artesanal.
Doris Gómez, madre, curadora y artesana de Cantagallo en la exhibición de las piezas artesanales de Cantagallo. Foto: Elena Sandoval.
Durante la pandemia del Covid-19, la comunidad también resultó afectada. Sin embargo, supieron hacerle frente a la enfermedad. Privados de las medicinas que otros usaban, ellos apelaron al eucalipto, la cebolla, el kion y la miel de abeja. Esos fueron remedios que utilizaron para mitigar los estragos que desataba la enfermedad. “Son saberes ancestrales, que nos ayudaron en el proceso de recuperación”, recuerda Delia Pizarro, mamá artesana y sanadora.
Talleres, ferias y danzas formaron parte del festival también. Cada actividad giró en torno a una reflexión respecto al cuidado del agua y la tierra que habitan. Es ese el caso de un espectáculo de payasos en el que más de una decena de niños y niñas se animaron a participar. “Nuestro objetivo es concientizar a los niños acerca del cuidado del medio ambiente, del agua, del reciclaje”, explica Raquel Vera o Flori Liz, payasa terapéutica, hospitalaria y voluntaria en la Asociación Thius.
Colectivo de payasos voluntarios de la Asociación Thius en un espectáculo infantil y reflexivo respecto a la importancia del agua y reciclaje. Foto: Elena Sandoval.
“Este aniversario hemos vuelto a celebrar gracias al esfuerzo de los dirigentes, pero también a los pobladores de la asociación”, afirma Mónica Miros, gestora cultural. Y es que cada actividad contó con la participación de los miembros de la comunidad. Están unidos por el deseo de la revalorización de su cultura y un mejor destino para las generaciones futuras.