Alejandro Miró Quesada: “La prioridad de un director son los lectores, no la empresa”

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Fue director periodístico de El Comercio durante nueve años, pero cuando renunció, no salió por la puerta grande, como admite aquí. Hoy es presidente del Consejo Consultivo del diario, aunque sabe que a veces sus recomendaciones no cuentan en la línea editorial. Estuvo seis años sin pisar la redacción que alguna vez dirigió; y, pese a todo, defiende la independencia del grupo mediático más poderoso del país. ¿Puede ser autónomo el director de un periódico que basa su modelo de negocio en los ingresos por publicidad?
Por: Hernán P. Floríndez
Portada: Giovani Alarcón


Alejandro Miró Quesada Cisneros era subdirector de El Comercio cuando Alberto Fujimori anunció por televisión la disolución del Congreso. Era el 5 de abril de 1992. Después de conversar con su mujer, llamó al director -Alejandro Miró Quesada Garland- y le advirtió que no vaya al diario. De eso se encargaría él. Los militares ya estaban en las calles, y El Comercio era clave en el golpe de Estado: “Ellos no querían capturar el periódico, su objetivo era censurarlo”. Miró Quesada entró a la redacción y tuvo una reunión con el militar a cargo de la emboscada. Llegaron a un trato: podrían revisar los textos incómodos antes que se publiquen; pero si decidían retirar alguno, ese espacio quedaría en blanco, el diario se imprimiría con vacíos entre las páginas. A la mañana siguiente, el periódico salió completo, sin huecos, y con una editorial crítica al golpe de Estado. Para Alejandro Miró Quesada, ese día, mientras el país se caía a pedazos, la independencia de El Comercio se mantuvo.

-¿Cuál debe ser el perfil de un director periodístico?

-Debe saber decir no. Es la única manera de mantener la autonomía. La independencia es una cualidad innata, pero la autonomía la recibe el director de los dueños. Eso ha sido muy respetado por El Comercio.

-¿Decir ‘no’ le ha traído problemas?

-Claro, pero siempre fueron respetuosos conmigo. Saben que el negocio depende de la autonomía y la seriedad con la que se informe. Este valor permite tener credibilidad, y la credibilidad genera la venta de ejemplares. Es un círculo virtuoso.

-La autonomía no sólo se debe mantener ante presiones políticas sino también comerciales, ¿hasta qué punto la publicidad puede condicionar al director?

-La prioridad del director son los lectores, no la empresa. El director tiene que darle suficientes lectores a la empresa para que genere venta de publicidad. Esto no sucede si se intervienen los contenidos. Hay dos cosas que tiene que hacer el director cuando asume el cargo: uno, mantener su autonomía, y dos, redactar su carta de renuncia y mantenerla en su cajón; en cualquier momento uno debe decir aquí está mi carta.

-¿Usted renunció porque violaron su autonomía?

-Faltaba un año y medio para que me fuese. Hablé con José García Miró, para buscar mí reemplazo. Se supone que así sería, hasta que un día en el directorio me indican que continúe pero como co-director junto a Paco [Francisco Miró Quesada]. Esa codirección no era una condición técnica, sino política. Renuncié. Creo que hice lo correcto, me libré de esa situación.

-¿Se fue resentido con el directorio?

-Claro que me fui dolido. En vez de una salida por la puerta grande, fue una cosa de bajar las escaleras de noche.

-Cuando se repasa su gestión en El Comercio se recuerda la fuerza que tuvo el área investigativa con Ricardo Uceda a la cabeza y el apoyo a las páginas narrativas con Julio Villanueva Chang; sin embargo con el señor Fritz Du Bois fue todo lo contrario, se extinguieron las páginas culturales y se cerró la unidad de investigación.

-No se quitaron las áreas de investigación, se cambió la estrategia, que fue hacer que las personas investigaran en cada una de las secciones.

-Pero les exigieron hacer notas todos los días y eso no se puede hacer en periodismo de investigación.

-No, no lo creo. Igual, yo no estaba de acuerdo con esa medida. Él tenía esa visión de inmediatez, y cuando yo entré, él ya había tomado la decisión; intenté convencerlo pero no funcionó. Son cosas de los administradores, los dueños se preocupan al ver que el negocio se está empobreciendo.

-Berckemeyer ha hecho todo lo contrario, repotenció El Dominical y reabrió la Unidad de Investigación. Aunque se ha publicado que una parte del directorio no está convencido con esta última decisión.

-Yo no he escuchado eso, no creo, el directorio es muy respetuoso de los manejos del director. Más que nada les preocupa los costos del área. Porque la productividad de la unidad en centímetros de columnas es mínima. Tienes cuatro o cinco personas que solo producen dos informaciones al mes.

-Ya no trabajan un tema en tiempo prolongado, solo generan pequeñas informaciones que las dan a distintas secciones.

-No es lo ideal. Pero estamos ante un momento muy difícil económicamente. Necesitas una gran cantidad de recursos.

“El director tiene que darle suficientes lectores a la empresa para que genere venta de publicidad.
Esto no sucede si se intervienen los contenidos”.

-Una cantidad de recursos con las que usted sí contó… ¿Extraña eso?

-No es que me guste comparar, pero la unidad de investigación de Ricardo Uceda tenía seis redactores. Después de lo que El Comercio ha pasado, regresar a eso es complejo. Ojalá lo logren hacer, porque la unidad es joven, no tiene más de cinco meses.

-¿Cómo se enfrenta El Comercio a las vulneraciones de su autonomía frente a los anunciantes o accionistas?

-¿Pero quién dice que hay vulneraciones? Cuando yo fui director sacamos la denuncia contra Bavaria. Él era un socio poderosísimo de El Comercio en el canal. Me llaman, me dicen que hay una noticia buena y otra mala: la buena es que teníamos una denuncia contra César Almeyda; la mala, uno de los involucrados era Bavaria. Ya sabía el problemón que se vendría. Fui a conversar con Luis Miró Quesada y le informé que lo publicaríamos en dos días. Siempre hay que dejar alguna decisión en esto. La decisión no es si se publica o no, la información va a publicarse, pero te doy plazo para que me botes. A mí no me dijo nada. Yo siempre trato de entender a los dueños, después de todo, son los que corren el riesgo con el capital. Al margen de un comentario aislado, no hubo mayor reclamo.

-¿Cómo se pueden hacer investigaciones independientes en un diario que debe tener muchas presiones comerciales? Hay casos como el de Ripley que tiene muchas denuncias laborales pero al ser anunciante del diario, casi no tiene cobertura.

-La denuncia a Ripley la hizo El Comercio hace 8 o 9 meses. No hay ninguna relación entre una cosa y otra¹.

-Otro punto cuestionado es que José Graña sea uno de los accionistas principales en el directorio del El Comercio.

-Esa es una leyenda urbana. El señor José Graña es de los que más defiende la autonomía, él era el principal opositor a que haya cualquier injerencia en el tema de contenidos. Defendía a muerte que el directorio solo maneje temas administrativos. Ahora él solo tiene 4 o 5% de las acciones, ¿eso te parece mucho? El Comercio tiene 150 accionistas. ¿Es viable pensar que solo un 5% pueda imponer qué pensar en un diario que está controlado por tanta gente? ¿Tiene sentido? Ellos defienden la credibilidad porque es el patrimonio más importante que tiene un diario.

-Tenía entendido que la mayoría de los accionistas no participaban.

-A la hora que están sus derechos involucrados sí participan. Mandan cartas, y si la cosa es grosera pueden convocar a una junta de accionistas. Si no participan es porque no se ha dado el caso, seguro que en la Facultad [de Comunicaciones] se llenarán la boca con esa leyenda urbana. Insisto, el diario se cuida mucho de favorecer a Graña y Montero, porque no tiene ningún miramiento en publicar algo malo contra esa empresa.

-Se lo mencionaba porque hace unas semanas en Hildebrandt en sus trece se publicó el trato benevolente de El Comercio hacia las construcciones que haría Graña y Montero en Larcomar.

-Bueno, tampoco pidan que El Comercio sea un detractor de José Graña, a no ser que sea una cosa grosera. El directorio tiene que priorizar a sus accionistas, y eso es lo que yo también voy a exigir al director como Presidente del Consejo Consultivo. Pero, de allí a que sea un inspirador a un ataque a Graña y Montero, es demasiado ¿no?

-Imagino que en el diario debe haber muchas fricciones entre la redacción y el área de marketing. ¿Acaso la primera no queda subordinada a la segunda?

-No entiendo por qué. Es evidente que hay una fricción, pero es positivo mientras esté dentro del marco que tiene el director. Para eso está la autonomía, si el director no recibe esa autonomía no debe aceptar el cargo.

-¿Usted tiene alguna intervención antes de las decisiones del director Berckemeyer?

-Yo no intervengo con Fernando, puedo opinar después, y él verá si me hace caso o no. Hay una serie de cosas que le he dicho y no me ha hecho caso.

-¿En qué no le hace caso?

-Preferiría no hablar de eso. Fernando sólo se escucha a él mismo, y así debe ser.

-¿Cuál es la relación del director con sus columnistas?

-Es complejo. En principio el columnista escribe lo que le parezca, dentro de los parámetros de los principios rectores y el libro de estilo. Pero el director también puede decidir que el columnista deje de publicar.

Alejandro Miró Quesada muestra su archivo con las primeras ediciones de El Comercio. Foto: Giovani Alarcón.

-Como ha pasado con Martha Meier, con Cipriani… en esos temas de separación ¿Se le consultó a usted?

-A mí no me consultan nada, nadie tiene por qué consultarme.

-¿Es un Consejo Consultivo que no tiene consultas?

-El Consejo Consultivo no es vinculante, lo que puede hacer es emitir una opinión después, dar orientación de cómo se pudo manejar mejor ciertos temas.

-El artículo 61 de la Constitución prohíbe el acaparamiento de los medios escritos. El Comercio respondió con un comunicado donde indicaba que el tema de la concentración de medios era un “invento”. ¿Usted coincide con esa posición?

-…Pero, ¿qué cosa es acaparamiento?

-Una definición sobre la prensa no hay, pero sobre la radio y televisión se ha establecido que el umbral de acaparamiento es el 20%…

-No. Los acaparadores son los que compran los productos, los esconden, y los suben de precio. Eso es acaparar según la descripción y de lo que se entiende como tal.

-No. Ese es el abuso de la posición ventajosa en el mercado.

-La Constitución se refiere al acaparamiento entendido como acaparar productos y luego venderlos más caros. Lo que pasa es que este tema es meramente comercial, y de resentimiento. El Comercio fue muy cauteloso con la compra, por eso no quiso entrar en el tema de contenidos. Lucho Agois prefirió a El Comercio porque tenía más certeza de que iban a respetar su autonomía editorial que con La República.

-La solución fue que Epensa se divida en dos empresas. Una que esté controlada por los Agois y se dedique a la creación de contenidos, pero otra que esté contralada por el Grupo El Comercio para que se dedique sólo a la impresión y venta de publicidad.

-Sí, a eso se llegó después de la compra: dos empresas asociadas. Pero estamos hablando de la concentración de medios como daño a la pluralidad informativa, ¿no? Ya demostramos que no intervenimos en los contenidos, pero surge la preocupación por la publicidad ¿qué tiene qué ver?

-Sí tiene que ver, porque la empresa de los contenidos, dominada por los Agois, es dependiente de la empresa de impresión y publicidad, dominada por El Comercio. Por lo que hay una clara subordinación financiera².

-Eso no tiene nada que ver. Estamos en una situación difícil para la prensa. El Comercio planteó la solución de unirse para compartir los gastos sin meternos en los contenidos editoriales, así podemos distribuir mejor los gastos generales. Porque si no hacemos eso los gastos nos sobrepasarían. En muchos países del mundo se hace esto.

-Justamente en muchos países del mundo tienen una regulación más estricta. Dos casos ejemplares son Argentina con el Clarín, y EEUU contra las propiedades cruzadas.

-En Estados Unidos puedes tener la cantidad de medios que quieras, además hay muchas ciudades en las que solo hay un diario, evidentemente monopólico. Eso se ha dado por las circunstancias del mercado, el mercado lleva a eso.

-Pero con la compra El Comercio evidentemente tiene una posición ventajosa. ¿Cómo un diario puede competir con todo un grupo que controla el 80% de la circulación de prensa escrita?

-Los diarios se van a seguir creando, vea nomás el diario Exitosa y Karibeña de los Capuñay, nada impide que salgan nuevos diarios. El Comercio no tiene el 80%, es una ficción. La SIP investigó a fondo y no encontraron nada que afecte al pluralismo. No hay ningún caso en que la información haya sido manipulada, dame un caso, uno nomás.

-Quizá no haya manipulación, pero sí omisión; el sólo hecho de no mencionarte ya es borrarte de la esfera pública. Eso ha pasado con el tema de la televisión basura.

-¡Por el amor de Dios! ¿Y las crónicas de Fernando Vivas? Si salió hasta en primera página³ que había habido marchas. Una cosa inimaginable en el Grupo El Comercio es que uno llame a los directores y mande qué publicar, no tiene sentido porque los medios entre sí son competencia.

“En Estados Unidos puedes tener la cantidad de medios que quieras, hay muchas ciudades en las que solo hay un diario, evidentemente monopólico. Eso se ha dado por las circunstancias del mercado”.

-¿La concentración no viola la autonomía de los diarios?

-Sin autonomía comercialmente no van a funcionar. Pierdes credibilidad cuando la gente ve que hay tres periódicos que han salido con el mismo titular, o con la misma idea apoyando a tal candidato… ¡por favor!

-Bueno, es algo que ha pasado en el 2011 con Ollanta Humala, ¿no?

-Eh…sí. Pudo haber pasado.

-¿Pudo? Cualquiera que vio los kioscos se dio cuenta, fue evidente.

-Sí, pudo haber pasado. Hubo un error, un manejo equivocado. Hemos tenido un hipo.

-Imagínese ese error en un 80% de la prensa escrita…

-Entonces habría que entender que los Agois van a aceptar que nosotros le digamos qué van a publicar en primera página. Es muy forzado. Eso es una pataleta, el resentimiento ha llevado a Gustavo Mohme y a un grupo de periodistas resentidos con El Comercio a denunciar esto. El diario se cuida muchísimo de que no haya un direccionamiento de la información. Si El Comercio tiene los diarios que tiene es porque el mercado lo permite.

-Pero el mercado está regulado por el derecho, y allí hay un vacío legal. El art. 61 menciona que no puede a haber acaparamiento en la prensa escrita, pero solo lo desarrolla en el caso de la ley de radio y televisión, sin tocar a la prensa.

-Es distinto, porque en la radio y televisión tiene un límite en el espacio radiofónico. Pero la parte de arriba dónde dice eso, no habla de prensa escrita.

-Usted era buen amigo de Gustavo Mohme. Ahora, después de este enfrentamiento público entre El Comercio y La República, ¿cómo ha quedado esa amistad?

-Muy mellada. Nos hemos visto la cara en la SIP, él daba sus argumentos y yo los míos. Siempre le pedí una prueba. Mira los contenidos de Correo, son totalmente propios. No hay una prueba de que el pluralismo de la información se haya afectado.

Para tener en cuenta

1. Según la edición digital de El Comercio, entre el 1 de marzo y el 30 de abril, sólo hubo una nota dedicada a Ripley: Banco Ripley: “Duplicaremos nuestra rentabilidad en cinco años” (6-04-15). En todo el mes de marzo, la versión impresa no le dedicó ni una nota a la problemática de Ripley.

2. Cuando una de las empresas tenga problemas financieros o económicos por repercusión de la otra surge un vínculo de riesgo único, según el artículo 3 de la resolución S.B.S N445-2000.

3. El 27 de febrero fue la marcha contra la televisión basura. El 28 de febrero en la página 8 de El Comercio apareció publicado un recuadro de 13 x 9 cm con la foto de la manifestación y un solo párrafo. No hubo ninguna portada.