Tiara Tagle, una bailarina en los Panamericanos: “Me dijeron que el breakdance no servía para nada y que mejor estudiara matemáticas”

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Con 25 años, proveniente del distrito de Ventanilla, Callao, es la bailarina de breaking que mejor ha posicionado al Perú en competencias internacionales. Comenzó su carrera de bailarina profesional a los 14 años cuando ingresó al Programa de Formación Artística de la Asociación Cultural D1, dirigida por Vania Masías, quien vio en ella un prototipo de superación, talento y garra. Está clasificada a los Juegos Panamericanos Santiago 2023, donde el breaking, a disputarse el 3 y 4 de noviembre, es una de las novedades, y busca llegar a las Olimpiadas de París 2024.

Por Jimena Acosta
Portada: Instagram @bgirltiara



Una mujer demasiado ocupada, con miles de metas en mente y muy poco tiempo para cumplirlas todas, pero determinada a conseguirlas. Mientras esperaba su vuelo en el aeropuerto de Ámsterdam, Países Bajos, alejada por más de diez mil kilómetros del Perú, se ubicó dentro de un Starbucks, se conectó al wifi y accedió a la entrevista a través de Zoom. Su vida es un torbellino. Tiene que combinar sus horas entre las competencias de breaking, las giras con Damaris –autora de Tusuy Kusun, canción ganadora en Viña del Mar– y su trabajo en el área de Cultura y Juventud de la Municipalidad Provincial del Callao. Ámsterdam solo era una escala de retorno al Perú luego de otro viaje a Europa para participar en una competencia internacional, y así conseguir el puntaje que la clasifique a los Juegos Olímpicos París 2024. 

Bailar se convirtió en un escape. Era como apretar un botón que desfogue toda su furia interna cada vez que se sentía mal. Las carencias económicas no fueron un obstáculo. Ella no podía quedarse en el anonimato. También fue lo que pensaron los jurados que la vieron bailar en cada casting al que asistía durante su adolescencia para probar su talento. Ante la prensa y otros bailarines, Vania Masías la menciona como un ejemplo a seguir cada vez que puede. Y es que Tiara representa ese talento peruano que nace en un contexto de pocas oportunidades pero que con mucho sudor traza su empinado camino al éxito. 

—¿Cómo ha sido este proceso de estar viajando de un país a otro para competir por un lugar en las próximas olimpiadas?

—Increíble. Antes de saber que el breaking iba a ser considerado una disciplina en estas olimpiadas, mi sueño siempre había sido viajar por el mundo para representar al Perú, pero tenía miedo. En 2018 el breaking se convirtió en un deporte olímpico (en los Juegos Olímpicos de la Juventud, Buenos Aires) y fue la excusa perfecta para viajar. He salido del país a competir desde que tenía 16 años, pero siempre era en América Latina. A veces iba a un país de Europa o a Estados Unidos, pero no con fechas tan seguidas. Ahora, en este proceso de la ruta olímpica, cada tres semanas estoy viajando a alguna parte del mundo. Las competencias son muy duras. América Latina la tiene muy difícil. Cuando he conversado con competidores de Europa y Asia, veo que sus casos son muy distintos. A ellos les cubren todo. Ellos llegan con equipo deportivo, psicólogo y terapistas, y una llega sola, apenas con su mochila. Se ve una enorme diferencia y te hace pensar: “¿Vale la pena hacer todo esto?”. Pero luego ves tu bandera en la pantalla, pasas al top y avanzas. Creo que esas sensaciones lo pagan todo. 

Tiara compitiendo en el Madrid Urban Sports 2023 con el objetivo de sumar puntos en la ruta olímpica. La categoría breaking hará su debut en París 2024. Foto: @haru-graphics.

—¿Cómo descubriste que el baile era tu pasión?

—Es bien extraño porque nunca lo pensé y no es que haya dicho “quiero ser bailarina». Yo quería estudiar, pero no tenía plata. Siempre he tenido una conexión con la música muy interesante. Mi mamá trabajaba, así que me criaron mis abuelos. A veces se caía un vaso y decían “Tiara tiene la culpa”. Me encerraba en mi cuarto y lo único que tenía para estar tranquila eran los cartoons que pasaban en la tele y la música. Cuando tuve mi primera computadora empecé a ver videos de baile, copiaba los movimientos y me di cuenta de que al bailar me sentía bien. Desfogaba una ira interior. No quería decir nada hiriente, solo bailaba. Mi cuerpo se cansaba y ya me sentía tranquila. Durante la primaria bailaba en las presentaciones del colegio, pero en secundaria, matriculada en otro, no quería que nadie se enterara de que sabía bailar. Me dijeron que eso no me iba a servir de nada. En ese momento las matemáticas no me entraban por ningún lado, y me hicieron creer que era incorrecto ser buena para el baile, pero no para las matemáticas. Bailaba hip hop a escondidas de mis compañeros de clase.

—¿Cómo llegaste al breakdance?

—Yo estaba en un grupo que se llamaba The Four Z. Éramos todos unos callejeros (risas). Había gente de todos lados de Ventanilla y nos juntábamos a entrenar en el parque. Allí aprendí mi parada de cabeza, pero no sabíamos que eso se llamaba breakdance. Simplemente sacábamos los pasos de la película Step Up. Esa era mi doble vida. En el colegio no bailaba, pero en la calle sí. Un día mi mamá me llevó a la fuerza al casting de Trome Dance. Mis amigos del grupo me dijeron que no vaya, y ese fue el motivo por el cual salí. “¿Tú crees que vas a pasar el casting con esa gente de Lima que entrena mucho?”. Para qué me dicen eso… Yo soy una persona muy competitiva (risas). Voy con un amigo del grupo y los dos pasamos el casting. Fueron tres meses de baile intenso en los que conocí lo que era el baile contemporáneo, el ballet y el hip hop dance. Lo que más me llamó la atención fue el break, pero en ese momento no lo había aceptado. Para mí esa experiencia era algo pasajero. Dije: “Tres meses y vuelvo a mi tierra, a Ventanilla”. 

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A los dos meses de haber terminado el programa de danza Trome Dance, Tiara recibió un correo con una invitación para audicionar al Programa de Formación Integral de la Asociación Cultural D1. Una frase brotó de sus labios: “Yo misma soy”. El programa era gratuito, e ingresar a la compañía de baile de la reconocida artista y gestora Vania Masías significaba prestigio.

—Pasé la audición y empecé a darle con todo. Si me va a costar tanto ir de Ventanilla a Chorrillos, llevar mi táper en la mochila, regresar tarde, gastar en pasajes, tiene que valer la pena. En todos esos cuatro años saqué el primer puesto de la promoción y hasta me gradué con honores. Por eso Vania me lleva a todas las charlas porque yo era como el prototipo del programa. Sí me entiendes, ¿no?

—Además, vienes de Ventanilla.

—Exacto. De una tierra pobre. Ahora con 25 me río. A los 17 yo era el boom y todo el mundo me quería en su grupo. Yo le agradezco mucho a Vania por todo lo que ha hecho. Siento que nunca decidí ser bailarina. Era mi destino porque todo fue tan fluido, tan perfecto. No hubo trabas, solo esfuerzo.

—¿Cómo lo tomaron tus padres? 

—Mi mamá siempre quiso que fuera bailarina, pero yo le daba la contraria. Tengo una foto mía de pequeña en una presentación en el colegio y estoy parada con cara de molesta. Mi mamá me dijo: “Tú bailas en la casa, pero te puse en el escenario, te compré tu vestuario y no te moviste ni un poquito”. En las reuniones familiares yo me metía debajo de la mesa y decía: “No quiero que nadie me vea bailar”. Hasta ahora el público más difícil que tengo es mi familia. Tengo a mi padrastro, a quien le digo papá porque me crió desde los dos años. Él, como exdeportista, me decía: “Si quieres bailar breaking tienes que salir a correr, hacer sesiones de paradas de mano”. Era como mi coach. Me llevaba con su carrito de segunda hasta Chorrillos cuando no trabajaba. Me apoyaba mucho. No siento que otra persona haya podido hacer algo así por mí. Siempre he tenido el apoyo de ellos, pero también sus críticas. Ha sido mi mayor reto porque a veces les mostraba mis presentaciones y me decían que no estaban bien. Siento que he mejorado porque ellos han sido muy duros conmigo. 

Romper los estereotipos a través del baile

D1, la asociación cultural que escogió a Tiara entre cientos, fue la plataforma que ella necesitaba para profesionalizarse como bailarina. En el verano del 2021, representantes de la marca Nike se pusieron en contacto con la asociación para grabar un spot por el Día Internacional de la Mujer. Llamaron a Tiara, entre otras bailarinas, para el rodaje. Un mes después, en una reunión con representantes, le hicieron la propuesta de ser auspiciada por el gigante estadounidense del calzado, ropa y accesorios deportivos. “Nunca lo vi venir. Tomen mi alma. ¿Dónde firmo?”.

En diciembre del 2021, Tiara formó parte de una campaña internacional de Nike Woman. “He tenido que enfrentarme a muchos estereotipos. Mi meta es romperlos y demostrar que las mujeres podemos dominar los estilos de baile que queramos”. Estas palabras forman parte de su discurso en un video lanzado para la campaña. Bailar breaking, un estilo de danza urbana que nació en el barrio neoyorquino del Bronx durante los setenta y que se caracteriza por movimientos acrobáticos, no está asociado a la delicadeza. Y para algunos, tampoco a las mujeres.

Tiara es auspiciada por la marca Nike y formó parte de una de sus campañas a fines del 2021. En Instagram le dedicó el logro a su mamá. Foto: @bgirltiara.

—En tu experiencia, ¿has sentido estereotipos o prejuicios en torno a las mujeres que bailan breaking?

—Bastante. Cuando empecé a bailar breaking lo primero que me dijeron fue “ten cuidado con este chico, por favor no te embaraces”. Cuando una chica entraba a bailar era como si un enjambre de abejas se abalanzara sobre ella. Todo el mundo la quería cortejar. Hay este tema en el breaking y no solo pasa en Perú. Es menos común que una chica empiece a entrenar antes que un chico, ya que generalmente se comienza en la calle. Cuando empecé a bailar breaking, mi familia, a excepción de mis padres, pegó el grito al cielo. De haber bailado danzas con vestidos, con trajes de luces, con movimientos delicados, pasé a tirarme al piso. Era el contraste perfecto. “Ay, el trapeador”, “ay, el causha”. Yo parecía un wachiturro. Me vestía más ancho que nunca a propósito. ¡Mira cómo me visto con ropa ancha, con gorra y lentes! Otras personas han dicho que soy lesbiana o que he andado con todos los chicos del grupo. Si decían A o B me valía porque en la batalla se definía todo. 

—¿Sientes que te han subestimado por ser mujer?

—Sí. En Paraguay gané una competencia de B-Boys (competencia de breakdance entre hombres) porque me subestimaron. Llegué al país con mi maestro en esa época, Michael Grijalva, para una convención de comunicaciones. Le dije: “Fin de semana en cualquier parte del mundo hay una batalla”. Justo teníamos una competencia a 15 minutos de donde estábamos. Llegamos y la categoría era ‘Elige a tu oponente’. Eran hombres y se empezaron a elegir entre sí. Nadie me quería elegir. Al último chico no le quedó más opción. “Asu, me toca con la bgirl”, dijo. Todos me subestimaron. Gané, no porque tenía los mejores movimientos, sino porque bailaban tan feo que era muy fácil ganarles. Pensaban que sin hacer nada iban a pasar. Creían que yo lo iba a hacer mal. Al final de esa competencia, un integrante del jurado se paró y comentó: “No subestimen a nadie nunca, ténganle respeto a la persona que está adelante batallando”. Les gané y tengo mi trofeo ahí (risas). 

De Ventanilla para el mundo

Con 16 años, Tiara ya había saboreado una victoria fuera de suelo peruano. Con 25, tiene más ambiciones. Quiere forjarse un nombre fuera de América Latina. Hasta mayo de este año la Federación Internacional de Baile Deportivo la ubicaba como la número 66 a nivel mundial en la categoría Breaking. 

—¿Cuándo fue la primera vez que representaste al Perú en este deporte?

—En Paraguay. Fue la primera competencia que tuve fuera del país y gané. Pero la vez que sentí “fuego” en mis manos ocurrió en el campeonato internacional de break dance en Cali, Colombia, conocido como La batalla de Fuego. Ahí me di cuenta de que quería hacer esto el resto de mi vida. Fue hace unos seis años. Me metí a la competencia de B-Girls. Estaba esperando a que empezara cuando llegó un bus bien grande y empezaron a bajar las bgirls de Bogotá. Bajaban con las pañoletas, los tatuajes, todas aguerridas. Te miraban grueso. “¿En dónde me he metido? Acá me van a hacer mierda”. Me dije a mí misma que no era más que nadie, pero no me iba a achicar. Superé el filtro de siete mil personas. Pasé al top 32, pasé al top 16, pasé al top 8 y finalmente me tocó batallar contra bgirl Luma, la mejor de América Latina actualmente y quien siempre me ha inspirado. En ese momento no sabía quién era y le saqué un empate. La gente se conmocionó. Me ganó el desempate y también ganó ese evento.

—En julio de este año participaste en la Red Bull BC One Latam, la competencia más importante del breaking. Quedaste semifinalista. ¿Cómo ha sido para ti esta primera experiencia en un concurso de esta magnitud?

—Siempre he querido batallar en una Red Bull. Tenía pensado en un inicio quedarme en Europa para entrenar, pero cuando apareció la Red Bull para América Latina no podía perdérmelo por nada del mundo. Regresé al Perú desde España. Me compré el pasaje a Brasil, pero no tenía tiempo para entrenar nuevos movimientos. Tenía tres semanas para la competencia. Entrenaba poco porque tenía que ponerme al día en el trabajo, y en el instituto estaba en exámenes finales. Llegó la última semana antes de viajar y me sentía frustrada. Me decía a mí misma que no iba a rendir en la competencia como hubiese querido. Fue muy duro. Llegué a Brasil. Me sentía rara. Aparece un amigo mío que no había visto desde hace dos meses. Me mira a los ojos, me pregunta cómo estoy, me abraza y me pongo a llorar horrible. Muy poca gente me ha visto llorar cuando ya no puedo más. Me dije a mí misma: “Esto es lo que has esperado toda tu vida y no te lo vas a sabotear”. Hice tres rondas de filtros para la competencia y fueron increíbles. La gente vibraba y se divertía. Algunos preguntaban de dónde era y los que ya me conocían preguntaban dónde había estado. Empiezan a llamar a los clasificados y me llamaron de segunda. Lo viví como una película. Pasé al top 16. Empieza el bombardeo en redes sociales. La gente se enloqueció mucho. Parecía como si hubiese ganado el Mundial. En primera ronda batallé contra una chilena más joven que yo y con movimientos más complicados. Primera eliminada. Adiós, Chile. En la segunda ronda me tocó con una chica de Colombia. Me dije: “Experiencia y espíritu”. Segunda Eliminada. Así llegué a semifinales. Cuando me tocó con Luma sabía que no tenía los recursos para ganarle porque ya había mostrado todos mis movimientos. Igual di una buena batalla. Me eliminan, miro al público y hago una reverencia. Me aplauden y lo tengo grabado en la cabeza. Muy aparte de batallar, somos artistas y el público debe ver lo mejor de ti. Después de haber dejado todo el corazón en la pista, me fui feliz. 

Como nunca antes, dos peruanos fueron parte del top 16, cada uno en su categoría por sexos, en la competencia Red Bull BC One Latam, parte de la mayor competencia de breakdance del mundo, que regresaba tras 8 años. Tiara logró posicionarse entre las 4 mejores participantes. Foto: @bgirltiara.

—¿Qué sientes al momento de competir en el exterior llevando la bandera del Perú?

—Yo siempre llevo mi bandera a donde sea. A veces la gente no sabe qué es Perú. Siempre nos recuerdan por la comida y Machu Picchu. Representarlo de una manera distinta es muy chévere. En Brasil me dijeron que los bailarines peruanos tenemos algo que nos caracteriza, y es que tenemos mucha garra. Todos los bailarines de Perú tienen un fuego interior. Siento que es por nuestras raíces incas. Ese guerrero que tenemos adentro, tan indígena, aflora al momento de bailar. Siempre pienso en mis raíces. Cada vez que batallo digo: “Mándenme las energías de los incas”. Tenemos tanto por demostrar, en tantos aspectos. Hay tanto talento. De la manera en la que nos toque representar al Perú, lo haremos de la mejor forma.

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Mechones de cabellos pintados de azul, morado, fucsia y cuanto otro color le dé la gana de teñirse. Una sonrisa que no desaparece aunque las malas noticias lleguen a su vida. Una piedra preciosa pegada entre sus cejas con la esperanza de evitar las malas energías. Atuendo original, urbano y deportivo. Fan acérrima de Naruto y Bob Esponja. La joven chalaca que hizo del baile su mayor aliado para demostrarse que es capaz de superar sus miedos y adversidades no olvida de dónde viene aunque haya logrado ser la referente actual del breaking peruano femenino. La humildad es uno de sus rasgos más distintivos. 

Tiara, una mujer cuyas energías y ganas de salir adelante parecen inagotables, salió de Ventanilla para dejar huella en el breaking de América Latina. A pesar de los sacrificios que ha tenido que realizar para viajar y sumar puntos con el objetivo de clasificar a París 2024, como endeudarse y dejar en pausa sus estudios de Comunicación Audiovisual, ella siente la constante alegría de poder representar al Perú en el extranjero y mostrar el fuego que tiene guardado. Ese fuego que ella cree que viene de sus raíces indígenas. No se queda satisfecha con clasificar a los Panamericanos. Tiara siempre quiere más.