Brisa empezó a ver sombras y a escuchar voces aterradoras cuando era niña. A los catorce años su familia se percató de sus dolores físicos y perturbaciones mentales. El diagnóstico médico fue concluyente: esquizofrenia. Necesitó mucha terapia y antipsicóticos, pero lo que fue gravitante para su recuperación fue el apoyo incondicional de sus hermanas y de su padre.
Por: Alba Ñaupas
Portada: Darlen Leonardo
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