Luciana Reátegui, coautora del libro ¿De qué colegio eres?: “Debemos pensar la educación universitaria con una mirada inclusiva”

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Magíster por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) sede Argentina, licenciada en Sociología por la PUCP y experta en temas de educación, con énfasis en desigualdades sociales, temas de género y juventudes, Luciana Reátegui es una de las voces más calificadas para hablar sobre la inclusión en el sistema universitario. Aquí fundamenta una mirada crítica sobre un tema soslayado por las élites peruanas.

Por Valeria López
Portada: Tercera Dosis


Diego Cano (21) es peruano y actualmente vive en Argentina. Cursa el segundo año de la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se fue del Perú a los 19 años. Tenía un sueño: ser doctor. Lamentablemente, sus condiciones socioeconómicas impidieron que lo concrete en su país de origen.

Diego cuenta que, cuando cursaba los últimos años del colegio, ya se preparaba para postular a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). “Estudiar Medicina en Perú me podía costar hasta cinco mil soles mensuales en una universidad privada. Era un costo inaccesible para mí”, señala. 

Por eso, entre 2019 y 2021, el joven intentó ingresar a San Marcos, una universidad pública, pero no alcanzó el puntaje necesario. Diego empezó a desanimarse. No solo invertía dinero en libros, materiales de estudio, academias y el propio examen de admisión, sino que sentía que el tiempo se le escapaba. 

“Postulaba una y otra vez. Pese a que sacaba un buen puntaje, este no era suficiente para ingresar. Tengo amigos que son muy inteligentes, obtienen buenas notas. Merecen su ingreso, pero todavía no lo logran”, relata. 

Frente a este panorama adverso, la Universidad de Buenos Aires (UBA) emergió como una alternativa. La institución no solo figura entre las diez mejores universidades de América Latina. También se caracteriza por ser de acceso libre e irrestricto. Es decir, no cuenta con barreras que limiten el ingreso de estudiantes. Por ejemplo, exámenes de admisión. 

Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Foto: La Nación

“Uno tiene que ir progresando. Si se te cierra una puerta debes buscar una ventana. No puedes quedarte estancado chocando contra un muro. Sí, puede que llegues a atravesarlo, ¿pero a qué costo? Cuando me di cuenta de estas limitaciones en el Perú, decidí irme a la UBA”, manifiesta el estudiante de Medicina.

¿Qué caracteriza al modelo educativo argentino? ¿Y cómo se diferencia del peruano? La socióloga y coautora del libro ¿De qué colegio eres? La reproducción de la clase alta en el Perú, Luciana Reátegui, los distingue de la siguiente forma: “En Perú prima una mirada piramidal sobre la educación universitaria. La política de Estado es invertir solo en los mejores, con becas o colegios de alto rendimiento, y los demás que vean cómo hacen. Esta no es la impronta en Argentina”, explica.

Reátegui expone que en la sociedad argentina hay mucha discusión política sobre el acceso a las universidades. Principalmente porque el movimiento a favor de una educación pública gratuita y de calidad es grande y tiene profundas raíces históricas. “El enfoque de las políticas educativas está marcado por una perspectiva de justicia social e igualdad de derechos”, apunta la socióloga.

Desde 1918, con la Reforma Universitaria de Córdoba, les estudiantes consiguieron la democratización de la educación universitaria. Asimismo, la Ley N°24.521 estableció el ingreso irrestricto a las instituciones públicas de educación superior.

Para Luciana, el caso de Perú es distinto. «La reforma universitaria de 2014 fue importante. No obstante, no le dio a la universidad pública el lugar que merece. No se amplió el acceso a estas instituciones ni se les asignó más presupuesto. Hasta ahora la prioridad del Estado no han sido las universidades estatales», afirma. 

Según el Ministerio de Educación, en Perú existen 98 universidades. De estas, 46 son privadas y 52 públicas. Aunque la oferta de universidades públicas sea mayor, el 60% de jóvenes opta por postular a una institución privada. A su vez, las universidades privadas tienen una tasa de selectividad más baja que las públicas: 7 de cada 10 postulantes ingresan a estos centros educativos. Por el contrario, en una institución estatal solo logran entrar 2 de cada 10.

Gráfico sobre el porcentaje de ingresantes por tipo de universidad. Elaboración: Minedu

El panorama argentino es diferente. Dicho país cuenta con 112 universidades, 50 privadas y 62 públicas. Del total, el 80% de alumnes pertenece a las estatales y el 20% a las particulares. “En Argentina, el sistema de educación superior es más accesible. Esto no evita que alguien que tiene más dificultades para llevar una carrera, ya sean económicas o personales, termine finalmente abandonando los estudios. Pero el acceso (irrestricto) está y quien quiere estudiar puede hacerlo”, asegura Reátegui.

Aun así, solo dar acceso libre a la educación parece ser insuficiente. Un informe sobre la desigualdad educativa en el nivel superior de Argentina concluye que les universitaries con mayores recursos económicos tienden a continuar sus estudios superiores. Aquelles que pertenecen a los deciles más bajos, presentan una tasa más alta de deserción.

Luciana Reátegui comenta al respecto: “El acceso irrestricto no es la panacea. Para muchos chicos, el primer año de universidad es como un filtro. Es en este momento cuando se muestra la desigualdad y fragmentación en la educación. El sostenimiento de trayectorias universitarias es un tema que se tiene que discutir tanto en Perú como Argentina”.

Al ser consultada sobre la posibilidad de que en nuestro país se desarrolle un modelo como el argentino, Luciana responde: “El tema del acceso irrestricto solo es una punta dentro de un sistema que debe repensarse. Yo soy militante de políticas educativas más inclusivas. Sin embargo, en el Perú tienen que darse muchas condiciones para que esto suceda. Se debe priorizar a las instituciones estatales en general, entre ellas a las universidades públicas”.

Para la autora, uno de los primeros pasos es garantizar una educación pública básica de calidad que permita el sostenimiento de trayectorias universitarias. Adicionalmente, se debe mejorar el mercado laboral. En Perú, este es altamente precarizado pues 3 de cada 10 ciudadanes con estudios universitarios se encuentran subempleades. Por último, Reátegui resalta la importancia de promover alternativas a la formación universitaria. Como ejemplo, menciona a los institutos de educación superior.

Pero, ¿qué tan aceptada es la propuesta del acceso irrestricto entre les estudiantes peruanos? La socióloga, quien ha entrevistado a universitaries sobre el tema, confiesa que elles se oponen a esta política.

“Entrar a una universidad pública luego de un proceso tan selectivo te da capital social y simbólico: ahora perteneces a un espacio exclusivo inaccesible para muchos. Desde ese punto de vista, pasar el examen de admisión legitima tu posición como universitario. Además, existe el miedo de perder ese estatus si dejas que muchos entren. Personalmente, no creo que esto sea cierto. Pero es un temor que comprendo”, explica.

Luciana sostiene que en la sociedad peruana prima la lógica de la meritocracia. Esta termina siendo un dispositivo para legitimar la desigualdad y exclusión de grupos con menores recursos. 

“Debemos volver a pensar la educación universitaria con una mirada inclusiva más que exclusiva. Nuestro sistema de educación superior no está funcionando. Actualmente, se da por sentado que un chico inteligente pobre irá a San Marcos y uno rico a la PUCP. ¿Qué define si alguien es inteligente a los 17 años? Me parece perverso. Es momento de abrir un debate sobre la educación superior”, enfatiza.

Ante el argumento de que el acceso irrestricto a las universidades públicas resta calidad a la enseñanza, la autora contesta: “Está detrás la idea de que la calidad educativa está dirigida solo a grupos pequeños. Yo creo que la calidad debe ser inherente al sistema educativo. Y la política pública tiene que orientarse a permitir el ingreso y a garantizar la permanencia de los estudiantes en la universidad”.