La conquista de Google

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Veintiún años después de su creación, este motor de búsqueda se ha convertido en mucho más que la barra blanca que absuelve todas tus dudas: ahora Google está en todos lados. Esta es la historia de cómo un proyecto universitario se convirtió en una de las empresas más poderosas del ciberespacio. 
Por: Jamilie Cubas
Portada: Romina Otiniano


El verano de 1995, en la Universidad de Stanford, dos estudiantes frikis de la tecnología que soñaban con encontrar la forma de organizar la información del mundo se conocieron. Sergey Brin, estudiante de posgrado de 21 años, era el encargado de enseñar las instalaciones del campus a los nuevos alumnos. Dentro del grupo estaba su futuro socio, Larry Page, de 22 años, quien después de haber terminado sus estudios en la Universidad de Michigan barajaba la posibilidad de cursar un posgrado en Stanford.

Page y Brin iniciaron su amistad en un mundo muy diferente al actual. Si un internauta en 1995 hubiera querido buscar información habría tenido que recurrir a un buscador como Yahoo, Excite, Altavista y Lycos. El problema, según cuenta el periodista experto en tecnología Jesús Veliz, era que los resultados no siempre cumplían con las expectativas de los usuarios. Yahoo, por ejemplo, funcionaba como un anticuado catálogo de biblioteca en el que toda la información que podías tener de un libro era solo una escueta descripción con un número limitado de palabras. Además, este directorio web indexaba las páginas por categorías. “Era como un gran árbol que desprendía temas genéricos hacia temas particulares. Y era una basura porque ordenaba alfabéticamente. Si había una página en la ‘y’, tenías que scrollear y scrollear”, recuerda el periodista.

¿De qué servía internet si no podías hallar fácilmente lo que buscabas? Desde los dormitorios de una residencia universitaria, el dúo de Stanford aspiraba a resolver este problema. Apostando por el poder de la informática, ellos trataban de encontrar una manera técnica de determinar la importancia de una página web de modo que, cuando un usuario digite un término de búsqueda, encuentre un resultado que se acerque a lo que necesitaba.

PageRank fue la respuesta. Se trataba de un algoritmo que identificaba la cantidad de enlaces que conectaban a una página web y utilizaba esta información para establecer la relevancia de los resultados cuando hacías una consulta. Internet estaba compuesto por miles de páginas web que se entrelazaban en el ciberespacio. Juan Bossio, docente del Departamento de Comunicaciones de la PUCP, explica que mientras más conexiones tuviera un sitio web, ocupaba un grado más importante en el ranking de resultados. Era algo similar a una competencia de popularidad.

Page y Brin lanzaron este proyecto en 1996, cuando Google se llamaba BackRub. Aunque no contaban con la infraestructura adecuada para gestionar grandes cantidades de información, con ingenio, fabricaron su propio ordenador adaptando diez discos duros y cubriéndolo con un armazón creado con piezas de Lego. Su invento resultó ser eficiente y se hubieran sentido satisfechos si uno de los motores de búsqueda líder compraba su invento. Para fortuna de unos y lamento de otros, Altavista los rechazó.

En agosto de 1998 el proyecto universitario que apuntaba a ser una gran biblioteca digital atrajo el interés de inversionistas de Silicon Valley. Andy Bechtolsheim apostó por el proyecto firmando un cheque de cien mil dólares. Con el dinero, contrataron a Craig Silverstein, su primer empleado, y alquilaron el garaje de Susan Wojcicki, actual CEO de YouTube, en las afueras de Menlo Park, California. Esa fue su primera oficina. El 4 de septiembre de ese año fundaron Google Inc.

Así lucía la primera página de Google.com. El nombre proviene de un juego de palabras con el término Googol que representa el número 10 elevado a la 100.

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En los años siguientes, la popularidad de Google aumentó rápidamente. Cada vez más internautas lo adoptaron como su buscador favorito. En 2002, cuando venció a Yahoo, se posicionó como el motor de búsqueda predilecto de internet y ningún otro buscador, ni por asomo, ha estado cerca de quitarle el puesto. De acuerdo con cifras de 2019 de StatCounter, una página web que mide el tráfico en internet, Google monopoliza el 92% del mercado.

Cada minuto, 4.4 millones de personas le preguntan algo a Google según el estudio Data never sleeps 7.0. “Hoy nos parece un proceso sumamente natural”, reconoce Matías Fuentes, encargado de comunicaciones de los productos de Google para Argentina y Perú. Pero para que este buscador satisfaga nuestras expectativas con sus resultados, existe todo un sistema técnico muy complejo detrás. “No es una tarea sencilla. Para una máquina es extremadamente dificultoso entender las diferencias del lenguaje humano”, agrega Fuentes.

A lo largo de sus 21 años, el algoritmo del buscador de Google ha evolucionado. Definir la relevancia de una página filtrando el número de conexiones usando PageRank no es la única técnica. Ahora utilizan más de doscientos indicadores para determinar el orden de los resultados, asegura el vocero de la empresa. La ubicación geográfica y la hora son algunos de ellos. 

En una charla TED, en 2004, Larry Page dijo que el buscador perfecto tenía que ser inteligente para ser capaz de darle al usuario exactamente lo que estaba buscando. “Es algo en lo que estamos trabajando, e incluso tenemos gente lo suficientemente loca y emocionada para hacerlo. Ese es su objetivo”. Sonaba como una idea bastante optimista para la época. Quince años después, Fuentes nos cuenta que su “buscador aplica técnicas de inteligencia artificial para poder entender cada vez más al usuario”.

Por su parte, Veliz indica que esa ha sido la clave del éxito: comprender al usuario. Google se ha convertido en el bibliotecario que sabe lo que vas a pedir incluso antes de que termines de escribir el término de búsqueda.

Google puede ofrecernos esa experiencia porque conoce todo de nosotros. Recuerda todo lo que hacemos, administra nuestro historial y aprende de toda la información que recopila sobre nosotros. De ahí que no tengamos dificultades u obstáculos cuando usamos sus servicios. El negocio de internet radica en que tu experiencia sea de fácil de acceso. “Google ha capitalizado la internet sin fricciones”, afirma Véliz. 

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Durante estas dos décadas, Google ha pasado de ser un exitoso y eficiente motor de búsqueda a convertirse en uno de los gigantes de internet. A finales del año 2000, descubrieron en el negocio de la publicidad una mina de oro. Lanzaron los servicios de anuncios Google AdWords —ahora GoogleAds— y posteriormente Google AdSense, que representa más del 80% de los ingresos de la empresa.

En agosto de 2015, Sergey Brin anunció la creación de Alphabet Inc. en reemplazo de Google Inc. A partir de entonces es la compañía matriz que funciona como el paraguas de una colección de empresas. Esta multinacional tiene la intención expandirse hacia otras industrias y llenar cada letra del alfabeto con ellas (la G es, por supuesto, de Google, la empresa más importante).

Varios de sus productos casi no tienen competencia y su presencia es tan influyente que nos hace dudar si sería posible navegar por la web evadiendo sus servicios. ¿Qué tan difícil es la vida sin Google? “Para los que lo usamos todos los días, no existe vida sin Google», asegura Jesús Véliz.

Renunciar a Google significaría no solo dejar de lado el buscador, sino al navegador Chrome, YouTube, Gmail, Android, Google Maps, Waze, Google Play, Drive y otros más de 60 servicios. Sus productos se han convertido en una extensión de nuestros cerebros. Google es omnipresente en la vida de los internautas del siglo XXI.

Matías Fuentes, encargado de comunicaciones de los productos de Google en Argentina y Perú, en la oficina de Google Perú. FOTO: Google.

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“Buenos días, Google”, le dice Veliz a su teléfono. De inmediato, una voz —que cada vez más se parece a la de un humano— lo saluda, le informa las predicciones de clima, le desea un buen día y le reproduce las principales noticias del momento. Es el Asistente de Google. “¿Cómo se llama mi hija?” Por supuesto, también le responde. “Sabe todo de mí», afirma. “Yo me he entregado a Google. Cada vez que salgo al aire lo digo: Google es mi pastor y con él nada me falta”.

El docente Juan Bossio opina que Google y otras grandes compañías del rubro tecnológico como Apple o Facebook podrían poner en peligro nuestra seguridad y privacidad. Para Veliz, “lo peor que le puede pasar a Google es que pierda la credibilidad de sus usuarios. Aunque ya se han filtrado los datos de 50 millones de cuentas de Google Plus y no pasó nada. Al parecer, a la gente no le importa”. Como cuenta el periodista, la gran corporación no ha estado exenta de escándalos y cuestionamientos.

«Todo está cambiando, todo está apuntando a ser más vertiginoso. Google no está gobernando nada, pero está liderando mucho del camino. El problema es que en ese camino está comiendo demasiado. Es una empresa megalómana y quitarle poder a eso es muy difícil”, asevera Jesús Veliz.