Un sueño nació en el Colegio Junior César de los Ríos hace más de veinte años: representar al Perú en competencias internacionales. Un anhelo que ha tomado forma y se ha hecho realidad gracias a cada uno de sus jugadores y a Aldo Miranda, un entrenador que ha sido maestro y guía.
Por Nicolas La Torre
Una frase se repite en los coliseos de vóleibol del Perú hace más de veinte años: “Fuerza, Coraje, Talento, Equipo, Junior, Junior”. Las voces la hacen retumbar en la cancha y las tribunas. Los jugadores aplauden, se miran entre sí, se motivan. El público los acompaña. Nervios afloran frente a sus familiares y amigos expectantes. Todo pasa ante la mirada, siempre atenta, de Aldo A. Miranda, quien mantiene una sobria compostura. “Es un grito de guerra”, dice el profesor Aldo, y se repite antes de partidos y campeonatos. “Nos ha ido bien”, remarca. Aldo y el Junior no solo han ganado partidos y campeonatos. Han ganado un terreno para el voleibol masculino en el Perú. Un proyecto que creció y se hizo grande en medio de los barrios más “bravos” del Callao.
Desde su etapa escolar y luego en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Educación Física, el profesor Aldo vio con admiración al vóleibol femenino. Presenció, entre otras preseas, el subcampeonato en las Olimpiadas de Seúl 1988 y el tercer lugar en el Mundial de Checoslovaquia 1986 de la selección femenina peruana de vóleibol. Durante un tiempo, debatió consigo mismo dedicarse a este deporte, ya que también practicaba el tenis de mesa. Recién ingresado a la universidad, en 1996, escogió el vóley. Después de 26 años, en 2022, logró el máximo grado de entrenador de vóleibol en el mundo, otorgado por la Federación Internacional de Vóleibol: FIVB Internacional 3.
Aldo llegó el año 2000 al colegio Junior César de los Ríos, ubicado en Santa Marina Norte, Callao, a unas cuadras de Guardia Chalaca y la avenida Argentina. Su ingreso transformaría el rumbo de su vida y la de decenas de muchachos que aún no conocían el vóleibol masculino. Años más tarde, en 2003, logra su primer título nacional escolar como entrenador, el primero de muchos, y la primera clasificación al Sudamericano Escolar que tenía que desarrollarse aquel año en Guayaquil. También fue el año de la primera decepción para Aldo como entrenador. El presupuesto destinado al vóley masculino fue utilizado en otros deportes. El “Junior”, como es comúnmente conocido el colegio y equipo, se quedaba sin torneo sudamericano.
Son tres etapas para llegar a un torneo sudamericano: regional, macrorregional y nacional. Los años venideros llegaron cargados de derrotas. El 2004 y 2005 el Junior quedó eliminado en la etapa nacional, el sueño del campeonato sudamericano se alejaba, se veía distante. El 2006 fue un parteaguas para el proyecto. Aquel año se obtuvo el segundo campeonato nacional, el primero de la hegemonía de los chalacos. El 2006 participaron representando al Perú en Medellín, Colombia. “Cuando inicié el proyecto tenía claro que quería representar al Perú, me siento orgulloso de eso”, subraya Aldo. Entre 2006 y 2019, antes de la pandemia del Covid-19, el Junior fue campeón nacional 12 veces en categoría sub 14 y siete en categoría sub 17.
El equipo participó en 12 campeonatos sudamericanos. Obtuvo tres medallas: Plata en 2011 en el Sudamericano de Bogotá; y Bronce en 2013 y 2016, Mar del Plata y Medellín, respectivamente. El Colegio Junior César de los Ríos le ha “dado un buen nombre al vóleibol masculino peruano a nivel internacional… Hemos llevado el deporte escolar al máximo nivel”, afirma Aldo. Desde el inicio del proyecto hasta la actualidad, el Junior ha logrado aportar más de diez jugadores a las selecciones nacionales de vóleibol de salón y vóleibol playa. Francis Mendoza, Jimmy Heredia, Mario Dorival, Fabián del Águila, Kevin Ruidíaz, Andrew Lujan, Adrián Guerrero, Renato Parreño y Mauricio Sajami son algunos de los nombres más destacados.
En el 2013, el proyecto de vóleibol masculino en el Junior ya era exitoso. Un pequeño Mauricio Sajami, de nueve años, jugaba en el recreo. El profesor Aldo lo llamó, Mauricio pensó que había hecho algo malo pues “el profe tenía reputación de ser muy estricto”, recuerda. Ese día le comenzó a enseñar los fundamentos del vóley. El resto es la historia de Mauricio unida a esta disciplina. Una historia llena de sacrificios y preparación. Su vida cambió para mejor. Círculos de amigos, viajes y la oportunidad de obtener una beca para estudiar Psicología en la Universidad San Martín de Porres.
Mauricio Sajami (19 años) es tres veces campeón nacional escolar y tres veces campeón nacional de Liga Juvenil con el Junior. Durante sus años en el colegio, Mauricio viaja a los Sudamericanos de Medellín 2016 y Cochabamba 2019, donde obtuvo una medalla de bronce y el quinto puesto, respectivamente. Actualmente, es seleccionado nacional en vóleibol playa. Ha logrado disputar diferentes torneos internacionales de clasificación. Entre ellos, la clasificación para el Mundial de su categoría. Representó recientemente al Perú en los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022 y los Juegos Suramericanos de Asunción 2022.
La carrera de Mauricio en el vóleibol recién inicia. No ha dejado el vóley de salón. Fue contratado por el DC Asociados, equipo de la Liga Superior de Vóleibol. “La mayoría de las oportunidades en mi vida han sido gracias al deporte”, remarca. Las puertas que le ha permitido abrir el vóley son muchas. Lo que aprendió en el colegio le permite hoy tener un trabajo, representar a su país, tener un seguro de salud, amigos y estudiar en una universidad. “Hubiera sido distinto si no hubiera jugado, no cambiaría por nada el vóleibol”, asegura. “Le debemos al Junior toda nuestra formación”, añade.
Aldo (50) ha encontrado en este colegio todas las facilidades para plasmar su sueño. El vóley lo utiliza como una herramienta para el desarrollo de los chicos. “Sembramos valores de puntualidad, disciplina y perseverancia”, afirma. Mauricio recuerda que las exigencias siempre fueron altas si uno quería pertenecer al equipo. Desde la preparación física hasta las calificaciones. El colegio está rodeado por los llamados “barrios bravos”, cuenta Aldo, y no es fácil llegar a los muchachos. Se tuvo que cambiar muchas cosas. “Lo más complejo fue cambiar la idiosincrasia de las personas”, explica. Uno de los retos estuvo en mostrar que el vóleibol no es un deporte solo para mujeres. “El vóley lo practican varones y lo practican bien”, agrega. Se tuvo que demostrar a los papás y a muchas personas que el “vóley no te vuelve raro”, dice Aldo. Era indispensable desarraigar ese pensamiento homofóbico.
Otro de los retos fue el de “encaminar a los chicos” que iban por rumbos malos. Hoy Aldo se siente orgulloso de que muchos de sus exestudiantes y jugadores hayan obtenido buenos puestos de trabajo, becas de estudio y otras oportunidades gracias al vóleibol. “Mi meta es dejar un legado, una huella en las personas”, afirma. Mauricio Sajami reconoce que siempre estuvo agradecido con todo lo que el profesor Aldo le dio desde la formación. Los valores y la disciplina. Desde lo deportivo “traté de devolverle todo al proyecto y ahora trato de ayudar en lo que puedo desde afuera”, añade. El sentimiento hacia el Junior se mantiene en el juego y corazón de Mauricio. “Hoy quiero jugar hasta donde me dé el cuerpo”, asegura.
El reto para el proyecto del Junior está en la Liga Superior de Vóleibol Masculino. El presupuesto es limitado y tendrán que afrontar el campeonato de manera austera. Los jugadores formados en el Junior han migrado de equipo, como Mauricio, debido a que el equipo no puede competir económicamente con los otros conjuntos que compiten en el torneo. Aldo entiende que sea así. Se espera salvar la categoría este 2023 con los jugadores del colegio y otros exalumnos que deseen jugar gratis. Esta será una primera experiencia para los nuevos jugadores del “semillero” que se van formando como lo hizo Mauricio hace algunos años. Aldo cree que con ellos se están constituyendo una base de jugadores que, posiblemente, será la próxima generación que representará al Perú.
Cuando el himno del Perú suena y la bandera flamea, Aldo A. Miranda y Mauricio Sajami saben lo que significa y lo que se siente representar al Perú. No llegaron ahí sin esfuerzo. Aldo y Mauricio tuvieron que sacrificarse. Ese momento es la recompensa. El profesor Aldo puso la meta y Mauricio siempre quiso alcanzarla, quiso jugar vóleibol. Quiso representar al Perú. Aldo es el director de una orquesta en la que se formó Mauricio y en la que se siguen formando decenas de nuevos voleibolistas. “Somos Junior, somos Perú en definitiva, somos la cantera de vóleibol masculino en el Perú”, afirma Aldo con convicción.