Durante el periodo de 107 días de cuarentena obligatoria, en el que se limitó la libertad de tránsito y reunión, los periodistas (sobre todo los reporteros) han estado en la primera línea de batalla: se convirtieron en la única conexión que muchos teníamos con el mundo exterior con el objetivo de presentarnos información acerca de esta crisis sanitaria sin precedentes.
Por: Jessica Lindley
Portada: Juan Miguel Pasco
Según la ONG Press Emblem Campaign, han fallecido 127 periodistas a nivel mundial por el ejercicio de su profesión durante la pandemia. Más de la mitad de esta cifra corresponde a profesionales en Latinoamérica, mientras que solo 23 fueron registrados en Europa. ¿Hicieron los medios de la región todo lo posible por proteger a nuestros periodistas? En una declaración oficial, la ONG denunció la negligente implementación de medidas de protección de los medios de comunicación latinoamericanos.
Asimismo, el decano del colegio de periodistas de Lima, Ricardo Burgos Rojas, hizo pública la lucha de los periodistas infectados y declaró que su organización “no deja de tocar puertas para que nuestros colegas reciban una oportuna atención”. ¿Qué están haciendo los medios para ayudar a sus trabajadores infectados? ¿Qué medidas de protección les proporcionan?
Algunos colegas accedieron a compartir su perspectiva con nosotros. Patrick Valentín, reportero televisivo, señala que en su caso uno de los elementos cruciales ha sido adaptarse a los equipos de protección. “Algunos medios nos obligan a usar esos mamelucos protectores. En el caso de Canal 4 y Canal N no es así, simplemente te piden que uses mascarilla y careta”, indicó.
Por otro lado, José Luis Pacheco, quien también es reportero de América Televisión, cuenta que las medidas fueron cambiando de acuerdo a la percepción del riesgo. “Los primeros días no se usaba mascarilla, no era obligatoria. Se debatía mucho si salir en vivo con ella y si esto podría causar pánico. Al final se entendió que la mascarilla era necesaria. Lo mismo con los guantes”.
Carlos Portugal, corresponsal para el semanario Hildebrandt en sus Trece, ha adquirido sus propios equipos protectores y ha puesto en marcha un sistema de desinfección. “Yo tengo un protocolo personal, por así decirlo. Llevo mis propias mascarillas cuando salgo a reportear – tres tipos de mascarillas diferentes –, un mameluco y alcohol. Además, me he aislado de mi familia para evitar exponerlos”.
Debemos tener en cuenta que no todos los medios han buscado proteger a sus trabajadores; algunos hasta han perpetrado acciones que pueden interpretarse como abuso hacia ellos considerando las circunstancias en las que nos encontramos. Un caso es el de la ola de despidos masivos (mayormente por correo electrónico) en La República, o la coerción a seguir trabajando en situaciones de riesgo como el caso de Magaly Medina, quien a pesar de tener un resultado positivo de COVID-19, seguía grabando su programa desde su domicilio, exponiendo así a sus camarógrafos al contagio. La crisis sanitaria parece haber develado no solo las carencias de nuestro gobierno, sino también el pésimo manejo de los medios de comunicación de su capital más valioso: el humano.