Más de 300 mujeres gestantes han muerto durante la pandemia

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Tras una reducción del 40% en el personal obstétrico, las gestantes se encuentran en un estado vulnerable por la falta de controles prenatales en los centros de salud, así como una insuficiente atención en los mismos. La consecuencia más grave es el número de gestantes que han fallecido durante la crisis sanitaria del COVID-19.

Por: Valeria Delgado y Diana Montalvo



Jazmín Pérez empezó a sentir contracciones. Como estaba en una etapa avanzada de su embarazo dedujo que estaba entrando en labor de parto. Se dirigió a una posta cerca de su casa en Cantagallo junto con su pareja Leonardo. Al llegar, pese a su estado, le dijeron que vaya al Instituto Nacional Materno Perinatal. Cuando llegó, por protocolo, le realizaron el tamizaje de COVID-19, el cual salió positivo. Pese a su estado, el personal se negó a atenderla, sin darle una razón y le pidieron que regrese a su casa. Ahí, un familiar intentó ayudarla con un parto improvisado, pero no pudo.

Tres días después, el 19 de julio, Jazmín ya no tenía fuerzas para seguir. Las contracciones seguían día y noche y el dolor no cesaba y ya no podía ni comer. De pronto, casi se desmaya, entonces su pareja y su mamá trataron de calmarla. Rápidamente le hicieron respirar alcohol y poco a poco se sintió mejor. Cada vez que estaba a punto de desmayarse, volvía a respirar el alcohol.

Leonardo fue a buscar ayuda. Vinieron sus vecinos y juntos la trasladaron a una posta, donde le volvieron a decir que vaya a la Maternidad. Al llegar, le hicieron la prueba rápida y volvió a salir positivo. Ella, con gran desesperación, le preguntó a la enfermera si se iba a quedar en el hospital. La respuesta que obtuvo fue: “Eso depende del doctor, él tiene que dar la orden”.

Panorama general 

Antes de la pandemia, los hospitales del Ministerio de Salud (MINSA) manejaban un mínimo de seis controles prenatales por gestante. Su propósito siempre fue monitorear el desarrollo del embarazo, el crecimiento del feto y el estado de salud de la madre y del bebé. Las gestantes eran atendidas por una licenciada obstetra, quien les preguntaba por su estado, cuántos meses tenían y si habían sentido malestares. Las siguientes consultas se daban cada 15 días y las realizaba un/a médico ginecólogo/a.

Pasado un mes desde que iniciara la cuarentena total, el 16 de marzo, Liliana Mendoza, obstetra del Hospital Cayetano Heredia, fue asignada al área de Sala de Parto. Todo el panorama era aún muy confuso. Los casos se iban disparando, los escasos Equipos de Protección Personal (EPP) no cubrían al personal de esta área aún. Incluso hasta ahora los EPP escasean y las obstetras trabajan desprotegidas.

Como parte de las decisiones iniciales del MINSA, el servicio de Planificación Familiar se suspendió. En este ambiente mujeres y hombres del país podían recibir métodos anticonceptivos modernos, agendar vasectomías y ligaduras de trompas de manera gratuita sin cita previa. Desde la quincena de abril, la obstetra ya preveía un incremento en el número de embarazos para el mes de diciembre.

Y su presentimiento fue comprobado por un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Este reveló que la cuarentena generará 7 millones de embarazos no planeados a nivel mundial. En una entrevista al diario El Peruano, la representante auxiliar de esta oficina, María Eugenia Mujica, afirmó que en el Perú el incremento sería de entre 50 y 100 mil hasta el 2021.

Así, miles de mujeres no solo tendrían que dar a luz durante una pandemia mundial que ya había ocasionado el colapso de los establecimientos de salud en el mes de abril; sino que lo harán sin acceder a los controles prenatales. Esto debido a que suspender el servicio de consulta externa fue otra de las decisiones iniciales del MINSA.

En el 2018, en el Hospital Cayetano Heredia, Planificación Familiar funcionaba en un conteiner construido en la cochera. FOTO: Valeria Delgado Zela

En el Perú hay 8 mil establecimientos de salud de primer nivel (postas médicas, centros de salud o puestos de salud), en los cuales se realizan el 80% de los controles prenatales a nivel nacional. El mes de abril y mayo se suspendieron los servicios. Según Margarita Pérez, decana del Colegio Nacional de Obstetras del Perú (COP), este año se esperaba atender a 600 mil gestantes, ahora ellas son las más afectadas por esta situación.

Según la licenciada Rosa Zela, obstetra del Hospital Cayetano Heredia, no acceder a las consultas prenatales ocasiona que la paciente esté más propensa a tener una anemia sin controlar, presión alta, sobrepeso, diabetes, entre otras condiciones de salud que complican su embarazo y ponen en riesgo su vida. Además, al no realizarse ecografías de control, el feto podría crecer con malformaciones sin que la madre lo sepa.

Pero la consecuencia más grave de todo el panorama es el número de muertes maternas. Este año, según Margarita Pérez, tan solo hasta el 4 de julio se han dado 211 muertes maternas. La decana del COP lamenta que la mayoría de los decesos se debió a causas que podrían haberse identificado y prevenido durante un control prenatal.

Actualmente, el número de controles prenatales va aumentando. Pero las malas decisiones iniciales del MINSA siguen dejando frutos. Hasta el 18 de octubre, según el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, se han registrado 335 muertes maternas a nivel nacional.

Fuente: Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades – MINSA / Infografía: Valeria Delgado Zela

Gestando en medio de una pandemia mundial

Al declararse el Estado de Emergencia Sanitaria, el MINSA realizó decisiones con urgencia. En el mes de abril el MINSA sacó dos Directivas Sanitarias para garantizar la atención de las gestantes: la N° 094 y la N° 097. La primera establece la modalidad de telemonitoreo y teleconsulta para las gestantes y consultas presenciales previa coordinación con la paciente, para evitar las interminables colas que son costumbre en los centros de salud.

La Directiva Sanitaria N° 097, por otro lado, garantiza las atenciones por emergencia de partos o cualquier otro malestar. En estos casos, se debe realizar previamente una prueba rápida de descarte de COVID-19. Los hospitales de EsSalud responden al mismo protocolo.

El personal de salud debió haber sido informado sobre el protocolo con anticipación. David Estela, médico gineco obstetra y ex presidente de la Sociedad Científica Médico Estudiantil Peruana, afirma que así fue el caso en los hospitales de EsSalud, pues se habría mantenido la comunicación con los pacientes vía redes sociales y telefónica.

Sin embargo, Silvia Pérez, quien dio a luz el 14 de mayo en el Centro Materno Perinatal de Chorrillos, dejó de asistir a sus consultas en un hospital de la Solidaridad de Lima, en parte por el miedo al contagio y porque nunca le comunicaron cuál sería el nuevo protocolo de seguridad. La misma experiencia la tuvo Gabriela Cardoza, quien dejó de asistir a sus consultas con su seguro de EsSalud porque no conocía esas nuevas medidas implementadas.

Nueva normalidad

Jazmín Pérez, por otro lado, nunca tuvo controles prenatales. Cuando tenía 4 meses acudió a una posta cercana a su casa en Cantagallo y le dijeron que el servicio ya no estaba disponible ahí y que solo atendían casos de emergencia.

Según la obstetra del Centro Materno «Villa María del Triunfo», Elizabet Espinoza, las atenciones presenciales durante la cuarentena solo se daban por esa vía: emergencia. En “tiempos normales” las consultas presenciales duraban entre 25 y 30 minutos con aquellas que asistían de manera regular y con las pacientes nuevas, mínimo 40 minutos hasta una hora.

Ahora solo se hacen ecografías, pruebas rápidas de VIH e Infecciones de Transmisión Sexual, se aseguran que no tenga hipertensión, entre otros exámenes de emergencia. Muchas de ellas se acercan al establecimiento solo para recibir sulfato ferroso (en caso tengan anemia o para prevenirla). Esto se realiza previa coordinación telefónica, pues la entrega de medicamentos a domicilio no es posible durante el Estado de Emergencia Sanitaria. A veces se aprovecha para hacer un chequeo rápido a las gestantes que llegan, pero eso depende de la disposición y tiempo de la obstetra.

Los problemas en el telemonitoreo surgen cuando los establecimientos de salud no cuentan con un padrón de gestantes. Sin ese registro previo no se puede hacer el seguimiento de todas las pacientes vía telefónica. Además, hay datos incompletos en dichos documentos y la información no está digitalizada. De este modo se dificulta el trabajo para las obstetras trabajando desde casa, intentando atender a sus pacientes o transferirlas a un centro de salud luego de haber dado a luz.

Por otro lado, el personal de obstetricia se redujo a un 40% por comorbilidad (presentar alguna enfermedad que podría agravar su salud en caso contraigan el COVID-19) o ser mayores de 65 años. “A eso se le suma quienes ya se contagiaron y están en cuarentena”, mencionó la decana del COP, Margarita Pérez. Para el 24 de julio, se contaban 1 229 obstetras COVID positivo, 5 en la Unidad de Cuidados Intensivos y 15 fallecidos. Y hasta el 6 de octubre se habían registrado 2 mil 653 obstetras contagiados y 23 fallecidos.

Como intento de contrarrestar la baja de personal, el MINSA realiza repetidas convocatorias de profesionales de salud a nivel nacional, pero no muchas son destinadas al área de salud sexual y reproductiva. “De una convocatoria de mil puestos, 20 son para obstetras. Eso no es suficiente”, menciona Pérez. Algunos establecimientos dispusieron contratos por su cuenta con sueldos de hasta 9 mil soles en el área de obstetricia, pero el miedo al contagio ha evitado que los profesionales postulen. Y esto abre pie a una injusticia laboral, ya que en esos centros de salud donde sí se llegó a hacer las contrataciones, los trabajadores con años de antigüedad en el centro de trabajo no recibieron un aumento en salario. Entonces, existen casos donde hay obstetras de años con un sueldo de 1800 soles y otros con un contrato nuevo de 4 mil soles trabajando en simultáneo.

Pero, ante la carencia de personal, hay quienes deciden atenderse en clínicas, como Gabriela Cardoza. Con 37 semanas de embarazo migró de un centro de EsSalud a la Clínica Cori. Ahí le cobrarán un aproximado de 2 mil 200 soles por un parto normal y si es cesárea, más de 4 mil soles. Ella se sentía insegura atendiéndose en el seguro por la gran cantidad de pacientes y porque no le comunicaron el protocolo de seguridad. “(En la clínica) te preguntan si has tenido fiebre o algún problema respiratorio. Tienes que ir con guantes, mascarilla y se encargan de desinfectarte cada vez que vas a entrar a un área y eso me gusta”, aseguró la gestante. Pero no todas tienen la posibilidad de recurrir a una atención privada en el Perú.

Otras vías de atención

La salud sexual y reproductiva no era una prioridad del Estado previamente a la pandemia y esto se está haciendo notar ahora. Yesenia Cossio se percató de esto cuando empezó a trabajar en la Línea 113 para el MINSA. Por ello, creó “Obstetra a ti”, un servicio de consultoría online por videollamada (con un costo de 25 soles) y a domicilio (con un costo entre 50 y 80 soles dependiendo del distrito).

“Atiendo de forma online durante 45 minutos en casos donde se necesita orientación o consejería sobre parto, post parto, planificación familiar e ITS. A domicilio atiendo 1 hora y 15 minutos en casos de estimulación prenatal, atención postparto, atención preconcepcional y psicoprofilaxis obstétrica”, explica Cossio.

Sus protocolos de limpieza incluyen el uso de mameluco, mascarilla, lentes, sujetarse el cabello, uso de alcohol gel en manos y mantener una distancia de un metro. Antes de ir al domicilio ella procura que la paciente no presente síntomas o que sea COVID positivo. También les pide que en la consulta solo esté presente la gestante y un familiar más.

Por otro lado, hay gestantes que deciden atenderse lejos de cualquier establecimiento de salud. Gresiel optó por un parto en casa, dado que cuando se declaró el Estado de Emergencia Sanitaria ella ya tenía 7 meses de embarazo. Marc Fessler, su pareja, tenía un amigo suizo que ya había experimentado dos partos en casa con su pareja y les dio el contacto de la partera. Pagaron 4 mil soles.

Durante el parto, ella experimentó un desgarre vaginal y una significante pérdida de sangre debido a la herida. En su momento, contar con la ayuda de la partera la tranquilizó, por lo que hasta ahora recuerda la experiencia como algo positivo. Sin embargo, de haber sido atendida en un establecimiento de salud podría haberse evitado ese escenario. Lamentablemente esa no fue una opción, pues en un hospital de EsSalud en Cusco le comunicaron que el seguro no le cubriría el parto, ya que se había afiliado cuando tenía tres meses de embarazo.

Dan de alta en el Hospital Rebagliati a un bebé cuya madre fue infectada de COVID-19. El bebé nació sano, pero los médicos vigilaron su evolución. FOTO: Andina/EsSalud

Trayendo vida al mundo

Era 19 de julio y Jazmín llevaba esperando una hora en la Maternidad de Lima luego de dar positivo a la prueba rápida del COVID-19. Entre las 10 y 11 a.m., la revisó un médico y, para tranquilidad suya, le dijo que se iba a quedar. Una enfermera le inyectó una ampolla para la dilatación porque sus contracciones aún “no eran lo suficientemente fuertes” para dar a luz. Fue entonces que sintió más dolor. Sentía que el bebé ya estaba en camino, pero le dijeron que aguantara mientras la trasladaban a Sala de Parto. No pudo y dio a luz a las 12:30 p.m. en una camilla y sin ningún protocolo de seguridad; arriesgando su vida y la de su bebé.

Al igual que ella, Anna tampoco había presentado síntomas de COVID-19, por lo que no pudo prever que saldría positivo a la prueba rápida que le harían dos días antes de dar a luz. Pero ella sí pudo pagar la atención en una clínica privada. Dio a luz en la Clínica San Felipe por cesárea en un área especial, donde todo el personal llevó trajes, mascarillas y lentes. “Tuve que ir sola, sin mi pareja, y se llevaron el bebé rápido. Después continué sola en el área de COVID y el bebé en la neonatología. Lo vi por primera vez cuando nos dieron el alta, dos días después. Tampoco le pude dar de lactar, solo le dieron fórmula en ese tiempo, pero lo bueno que no le afectó el virus”, menciona la madre primeriza.

La decana del COP Margarita Pérez se muestra en contra de protocolos como este. “No hay evidencia de que en el parto o la lactancia se le transmita el COVID al bebé. Por ello, no se debe separar a la madre del bebe y no se debe suspender la lactancia materna; al contrario, la leche materna le proporciona defensas al bebé”, menciona.

Por otro lado, a Jazmín la regresaron a su casa sin darle indicaciones de qué medicinas debía tomar o qué cuidados darle al bebé. Para esta madre, es un milagro que tanto ella como su bebé estén ahora con vida.