Emma Hilario: la mujer que luchó contra el hambre en los tiempos del terrorismo

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Ilustración: Killa Cuba

Durante más de una década, alimentó a miles de personas en un Perú anémico y desbordado de problemas. Dirigente, luchadora y madre, Emma Hilario sobrevivió a dos atentados terroristas. A casi ocho años de su partida, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables reconoció su labor en defensa de los derechos humanos. Esta crónica recuerda su historia de lucha.




Eran las seis de la mañana del 20 de diciembre de 1991. Emma Hilario descansaba en su habitación, preparándose para sus próximas labores como dirigente de los comedores populares de Pamplona Alta. De repente, un estridente ruido interrumpió su sueño. Impactada, tardó unos segundos en abrir los ojos para ver qué ocurría. Cuando lo hizo, se encontró cara a cara con el terror: un grupo de cinco senderistas armados habían allanado su modesta vivienda en San Juan de Miraflores con el objetivo de acabar con su vida. 

Antes de ese atentado, Emma ya había sido amenazada por miembros de Sendero Luminoso. Dos mujeres habían entrado a su casa y la golpearon sin piedad. La tildaron de ser un “colchón del gobierno”. Ella, como muchas otras mujeres, se dedicó durante años a alimentar a una Lima joven y desconocida por el Estado. Sendero la acusaba de no permitir que la población “abra los ojos” y de impedir que el pensamiento Gonzalo cale en las personas. Ese día, a pesar de los golpes, logró sobrevivir. No estaba segura si esta vez tendría la misma suerte.

Cuando Emma y sus atacantes cruzaron miradas, estos últimos no dudaron ni un segundo y le dispararon con el fin de apagar su mundo. Sin embargo, casi como un designio divino, el brazo de Emma recibió el impacto y la salvó de morir. Nuevamente había vivido para contarlo. “Fue muy triste cuando me enteré del atentado contra su vida, pero también fue un alivio saber que los terroristas no lograron su objetivo de quitarle la vida”, recuerda Angélica Agüero, una mujer que, al igual que Emma, fue dirigente de comedores populares durante los tiempos de la crisis económica.

Luego de este ataque, Emma tuvo que huir del país y refugiarse en Costa Rica. Contó con la ayuda de amigos, miembros de la iglesia católica y de la Coordinadora de Derechos Humanos. Aunque años más tarde volvió al Perú de visita, vivió sus últimos años en Costa Rica. Falleció el 9 de diciembre del 2014. En marzo de este año, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) le otorgó la Condecoración Excepcional “Orden al Mérito de la Mujer”.

Emma Hilario en su juventud. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

Una lucha por sobrevivir

Pocas personas han peleado tanto y tan duro como Emma a lo largo de su vida. Nació en Cerro de Pasco, pero, con apenas doce años de edad, se mudó a Lima en 1959 en busca de mejores oportunidades. En la capital conoció la pobreza y la precariedad económica que había dejado la dictadura odriísta. Sin embargo, esto no se compararía a lo que le tocó vivir una década más tarde. Poco después de casarse, en 1970, se mudó a un asentamiento humano en San Juan de Miraflores. Mientras tanto, el Perú atravesaba una serie de crisis económicas que ocasionaron que el PBI del país se contrajera a niveles nunca antes vistos en nuestra historia más reciente. “El dinero no alcanzaba para nada, no se podía comprar absolutamente nada”, rememora Angélica, exdirigente de comedores populares.

Emma Hilario dirigiendo una reunión comunal con madres de San Juan de Miraflores. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

Emma experimentó la falta de alimento en carne propia. Sin embargo, no se quedó de brazos cruzados. Ante el sufrimiento, se juntó con otras madres de familia, y formó los primeros comedores populares a finales de los años setenta. Se trataba de organizaciones autogestionadas cuyo objetivo era preparar comida de forma comunitaria para alimentar a sus vecinos. “Necesitamos unirnos porque creemos en la solidaridad. No hay otra forma de solucionar el problema de escasez de recursos económicos”, declaraba Emma en 1986, en una entrevista.

Emma Hilario ejerciendo su labor de dirigente de un comedor popular. De fondo, las ajustadas cifras con las que ella y su comunidad subsistían. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

“Emma era una típica dirigente popular de parroquia, una mujer religiosa, amable, solidaria, que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás”. Así la describe Catalina Salazar, socióloga que trabajó con los comedores en esos años. También la recuerda así Fidencia Rojas, integrante de la ONG Manuela Ramos. “Emma era una mujer justa, combativa y participativa. Era una persona dedicada a buscar el bienestar del prójimo”, remarca Fidencia.  

En 1991, existían más de cinco mil organizaciones, entre comedores populares y clubes de madres, según un censo hecho por CARE, entidad internacional enfocada en las poblaciones más vulnerables. “Éramos un grupo de mujeres organizadas que queríamos sobrevivir. Durante esos años no había nada para comer, la gente se moría de hambre, así que entre todas reuníamos lo poco que teníamos”, cuenta Teresa, una antigua dirigente que formó parte del primer comedor popular que tuvo Los Olivos.

Verano de 1991. Entre sus labores como dirigente, Emma Hilario participó de diversas conferencias informativas ofrecidas a la comunidad. En la foto, la vemos de ponente en la charla “Luchando contra el cólera”. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

“Nosotras éramos las encargadas de alimentar a nuestras familias, las responsables de los problemas del hogar y de la cocina. Sin una buena alimentación, nuestros hijos no iban a ser capaces de tener un buen desarrollo y nuestros esposos no iban a poder trabajar. Entonces nos preguntamos, ¿por qué no juntarnos para solucionar este problema? Así nacieron los comedores, primero en Comas y El Agustino, y luego en otras zonas de Lima”, detalla Angélica.

A raíz de su rápido crecimiento, se buscó unificar estos esfuerzos con el fin de organizar mejor a los comedores. La idea era darlos a conocer y hacer llegar sus necesidades al gobierno central. Durante esta etapa, Emma fue elegida como representante de Lima Sur en el directorio de lo que se llamó Comisión Nacional de Comedores Populares. 

Sin embargo, más allá de la crisis económica, existía otro gran enemigo. Aquel mal que persiguió y acabó con la vida de muchos, que como Emma, lucharon y alzaron la voz por causas justas. La otra plaga que devastó al Perú: la violencia terrorista.

Mujeres contra el terror

El Perú de los ochenta era un país colapsado, no sólo en el ámbito económico, sino también en lo social. Sendero Luminoso aterrorizó a todos los peruanos bajo el lema de implantar a sangre y fuego la dictadura del proletariado, aunque sus principales víctimas fueron aquellas a quienes decían proteger: los pobres y necesitados.

Cuando Sendero llegó a la capital, buscó dominar las zonas más pobres. Así, lograba tener un espacio desde donde poder acosar con más intensidad a las autoridades que en un inicio no le dieron importancia a su existencia. Uno de sus principales objetivos fue el control de los comedores populares.

“Sendero nos acosó porque quería tener el control de los pueblos jóvenes de Lima para así tener un bastión en la capital; además, eran conscientes del alcance que tenían los comedores populares”, recuerda Angélica. En aquellos días, ella y las otras dirigentes debían actuar con mucha cautela. “A Emma la atacaron dos veces, a María Elena la asesinaron, a Pascuala también. Gracias a Dios, yo nunca tuve una experiencia así de fea, pero sí recuerdo que cuando ibas a San Juan de Lurigancho, los terroristas te interrogaban para saber qué ibas a hacer allí”, añade.

Años ochenta. Frente al Congreso y rodeada de sus compañeras, Emma Hilario levanta el puño en señal de resistencia. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.
Mediados de los ochenta. Emma Hilario junto a Henry Pease, teniente alcalde de Lima, en una de las reuniones del comité de dirigentes de comedores populares. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

Sendero pensó que manipular a estas organizaciones sería una tarea sencilla. No esperó que esas mujeres iban a enfrentarse a su prédica violenta. Para ellas, la presencia de este grupo terrorista sólo había traído muerte y sufrimiento. A inicios de los noventa, Sendero ya había asesinado a cientos de dirigentes en todo el país. La resistencia jamás vaciló.

Emma nunca aceptó ni cedió a las presiones, incluso después de haber sido atacada por los senderistas. Tanto era su rechazo a aquel grupo terrorista que, junto a María Elena Moyano, encabezaron en 1991 la “Marcha contra el Hambre y el Terror”. Esta fue una manifestación con un mensaje claro contra Sendero y también contra la indolencia del Estado: no matarás ni con hambre ni con balas.

Emma Hilario (izquierda) y María Elena Moyano (al centro) en la “Marcha contra el Hambre y el Terror” en 1991. Foto: Archivo de Enrique Medina Silva.

Poco después, el destino de ambas dirigentes daría un trágico giro. Emma fue obligada a salir del país. María Elena fue asesinada el 15 de febrero de 1992 frente a sus hijos en una emboscada en el distrito que tanto amó: Villa El Salvador. Sin embargo, su lucha no fue en vano. Sendero no pudo lograr su objetivo. Un año más tarde, su líder, Abimael Guzmán, fue capturado. 

La historia de Emma es la de muchas mujeres que fueron pioneras en la promoción de políticas públicas alimentarias. Todas merecen ser recordadas con respeto y admiración. Emma Hilario tuvo una larga vida de lucha por los derechos humanos. Fue una guerrera entre tantas otras peruanas que dedicaron su vida a servir a su comunidad.