Por más de 10 años, el precio del agua potable se rigió bajo un sistema de subsidios defectuoso. El factor determinante era el nivel de consumo de agua y era posible que los vecinos de escasos recursos terminasen subsidiando a los de mayores. Hace unas semanas, dicho sistema fue reformulado: ahora son los Planos Estratificados de la ciudad los que establecen la distinción entre condiciones socio-económicas y determinan la elección de los vecinos subsidiados.
Por: Elizabeth Lama, Sandra Vásquez y Diego Pereira
Portada: Luisa Rojas
En uno de los cerros que rodea el distrito más poblado de Lima, San Juan de Lurigancho, se encuentra la comunidad del Señor del Mirador. Una zona habitada por setenta familias, cuya única entrada es una improvisada escalera que atraviesa la ladera. En Señor del Mirador, los vecinos acceden al agua al menos de dos maneras: a través de un caño comunitario o de un camión cisterna.
En el primer caso, una familia paga alrededor de 4 soles por un tanque de 1000 litros, en época de invierno. A una familia de tres integrantes, este metro cúbico le suele alcanzar para dos semanas. Por otra parte, una familia con conexión formal de agua, paga en promedio 2.36 soles por la misma cantidad de agua. Es decir, poco más de la mitad. La diferencia se alarga en verano. En esa época, los vecinos de Señor del Mirador pagan 10 soles por metro cúbico de agua.
En los casos de las zonas más altas, donde solo llega el camión, las personas tienen que pagar alrededor de 15 a 20 soles a aguateros para llenar sus baldes o tanques de agua diariamente.
Si bien la autoridad encargada de regular el precio del agua, Sunass, estableció hace más de una década un sistema de subsidios para aligerar el pago de aquellos con bajos recursos económicos; este tuvo fallas en su planteamiento, pues para identificar a aquellos con menores ingresos no tomó como base el nivel socioeconómico de la población, sino el nivel de consumo de agua.
Según Sunass, el punto cero serían los 23 metros cúbicos aproximadamente, aquel usuario con un consumo menor se ubicaría dentro del grupo de los subsidiados y aquel con un consumo mayor, dentro del grupo de los subsidiadores.
Este subsidio basado en el nivel de consumo tuvo un efecto no deseado. Desde el mismo ente regulador, lo explicaron a través de un ejemplo: “Entonces si yo vivo solo, en mi casa en Miraflores, y consumo 8 metros cúbicos al mes estaría en este punto [en el rango de los subsidiados], mientras que el señor que vive en Comas, que tiene 10 hijos [y consume más], me está subsidiando”, dijo Luis Acosta, especialista en Recursos Hídricos de la Gerencia de Regulación Tarifaria de Sunass.
Dos realidades y un subsidio
En un principio Señor del Mirador, perteneciente al sector de Jicamarca, no contaba con luz, agua ni desagüe. Aunque ahora cuentan con lo primero, su acceso al agua sigue atravesado por la informalidad. Hoy los pobladores exigen un medidor en la puerta de su casa, pues creen que este disminuirá los altos precios que pagan por sacar agua de un caño comunitario o “pilón”. Han pasado 30 años desde que esta pequeña comunidad se formó pero fue recién hace tres —en el 2014— que los vecinos decidieron organizarse para dar sus primeros pasos hacia la formalidad y esto implicó la elección de un representante: Pascual Ramírez.
Determinar la edad de Ramírez es complicado: las salpicadas canas en su aún poblada cabeza lo ubican cercano a los sesenta, pero su manera de ser le resta unos diez años. Sus palmas gruesas, uñas endurecidas y dedos encallecidos, describen a una persona dedicada a ganarse la vida con el sudor de la frente.
Desde la parte más alta de Señor del Mirador, él observa cómo algunos jóvenes se quejan de la poca presión del agua que impide que los trabajos comunitarios se hagan con rapidez, sin embargo él permanece inmutable ante la situación. Es algo de todos los días.
En esta zona, las torres de agua construidas por Sedapal, y que almacenan este recurso a gran escala, están casi a la misma altura de las viviendas, lo que impide que haya presión suficiente para que el agua corra por las tuberías colocadas por los mismos pobladores. Ellos han solucionado este problema con un motor eléctrico que bombea el agua hacia las viviendas.
Mientras tanto, en San Isidro, uno de los distritos que más agua consume en Lima, según Sunass, Bertha Gutiérrez cumple la misma función que Pascual Ramírez. Ella es la presidenta de la junta de propietarios del edificio Clemente X y se encarga de recolectar el dinero por consumo de agua de las 17 familias que allí viven.
Con una mirada fuerte y ropa de sastre, Bertha cuenta que tiene 85 años de edad, 30 de ellos viviendo en San Isidro. Varios adornos de plata y oro decoran su sala. “Contamos con agua todo el día. Quizás se nos va por diversos motivos una vez al año, pero inmediatamente llamamos a Sedapal y solucionan el problema o nos dan una explicación al respecto”, comenta Bertha.
En Señor del Mirador, la recolección de agua por familia es una vez a la semana. Los 70 lotes se dividen en siete grupos y tienen cuatro horas –desde las 8 de la mañana hasta el mediodía– para juntar agua en recipientes.
Por otro lado, en San Isidro, hay agua potable las 24 horas al día. Al mes, en el edificio Clemente X se paga alrededor de 850 soles, el cual se divide entre todas las familias del inmueble. Bertha no sabe exactamente cuántos litros de agua gastan ya que solo cuentan con un medidor para todo el edificio.
En Señor del Mirador es una sola vivienda la que se encarga de abastecer a los 70 lotes que lo conforman, por lo que se gasta más de 23 metros cúbicos de agua al mes. Durante más de 10 años, esto generó que, aunque lo necesitasen, familias como la de Pascual Ramírez no fuesen subsidiadas. Por el contrario, dado su consumo menor, una persona de mayor nivel socioeconómico y que vivía sola, como Bertha Gutiérrez, podía ser subsidiada por familias como la de Pascual Ramírez.
La reinvención del subsidio cruzado
Hace unas semanas, la Sunass reformuló este sistema de subsidios poco equitativo. En un principio se tenía la idea de dividir a las personas con conexión de agua doméstica en pobres y no pobres, siendo los primeros quienes estarían subsidiados por el Estado. Esta clasificación iba a estar basada en los datos del nivel socioeconómico determinados por el INEI. Sin embargo, la Resolución 022-2015, emitida por la Sunass en agosto, determinó que esta base de datos era deficiente debido a la pérdida de vigencia de la clasificación de condiciones socioeconómicas (CSE) en un futuro muy próximo y a su metodología desactualizada.
En ese sentido, Sunass decidió que el nuevo sistema de subsidios sí funcionaría óptimamente de utilizarse a los Planos Estratificados a Nivel de Manzanas de Lima Metropolitana como instrumento de focalización. Según dicha resolución, esta nueva base de datos “permite identificar los lugares de la ciudad en donde se concentra la mayor cantidad de población en situación de pobreza”.
En dichos planos estratificados, la condición socio-económica de la población se divide en Alto, Medio Alto, Medio, Medio Bajo y Bajo, dependiendo del ingreso per cápita en cada hogar. Puedes revisar aquí la clasificación de tu manzana.
Las personas que pertenezcan a los dos últimos grupos serán subsidiados y, en promedio, seguirán pagando 2.36 soles por metro cúbico (1000 litros). Mientras que aquellos que se encuentren en los tres primeros estratos de esta clasificación (Alto, Medio Alto, Medio) pagarán 2.83 soles, en promedio.
Sin embargo, este nuevo precio no es lo que realmente le cuesta a Sedapal llevar este recurso a las familias limeñas. Max Carbajal, gerente del área de tarifas en Sunass, explica que el agua sin subsidio alguno tiene un precio de 3.66 soles por metro cúbico, el cual no podría implementarse en la actual tarifa escalonada debido a que un incremento súbito podría afectar la economía de las familias.
Este incremento del precio en los no subsidiados se verá reflejado en su recibo de agua del mes de agosto, en donde además se incluirá el costo extra correspondiente a julio. En la parte inferior izquierda de cada factura emitida por Sedapal habrá un aviso para que los usuarios sepan por qué se les cobra más. Quienes consideren que deberían encontrarse en la clasificación Medio Bajo o Bajo podrán pedir una reevaluación al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS).
Bertha Gutiérrez se muestra preocupada por el inminente incremento del precio del agua debido a que en su distrito no hay viviendas clasificadas como Medio Bajo o Bajo en los planos estratificados. Sin embargo, niega que esto vaya a ser un problema mayor para su economía. “Al menos tenemos el servicio las 24 horas”, señala.
Mientras tanto, en otras zonas de Lima en las que se paga casi el doble del promedio por un servicio incompleto; este nuevo sistema significará un avance. “Sin luz podemos vivir porque hay diferentes soluciones, pero sin agua es muy complicado”, comenta Ramírez, mientras pasea su mirada por el precario sistema de agua que recorre el Señor del Mirador.