De ingeniero civil a vendedor de ropa de segunda mano: la historia de John Missell

Loading

John Missell es un migrante venezolano con estudios superiores que sobrevive en el Perú como empleado de una tienda de ropa en Gamarra. Aquí narra sus experiencias laborales como ejemplo de resistencia ante la incertidumbre que viven miles de sus compatriotas.

Por Valentina Huaroc



Desde el ritmo de una chicha que se escapa de un parlante tan antiguo como la canción hasta un vendedor ambulante de mazamorras que no le importa el clima desordenado de Lima. Decenas de voces, entre ellas un grupo de acentos distintos. En el emporio textil más grande de América Latina aguarda el relato de John José Missell Coronado, un hombre de 35 años que con su historia representa a una comunidad de venezolanos que, a pesar de haberse formado como profesionales y técnicos, no han encontrado la forma de ejercer su carrera en el Perú.

“Se me cerraron las puertas”, dice John mientras organiza con cuidado la ropa de segunda mano en una canasta que promete prendas desde los diez soles. Nacido en Ciudad Guayana, Venezuela, hace cinco años que Missell llegó a Perú en busca de nuevas oportunidades. Su recorrido profesional comenzó con un título en Ingeniería Civil del Instituto Universitario de Tecnología Caripito (IUTC) en 2008. Durante seis años, ejerció su carrera con dedicación como supervisor de obras civiles en la empresa estatal Petróleos de Venezuela.

Sin embargo, la debacle económica y la ola de violencia social que asolan a Venezuela lo llevaron por un camino inesperado. «Tuve que emigrar a Panamá y trabajar como obrero durante nueve meses», recuerda John, con una mezcla de determinación y nostalgia. «Regresé a mi país por un tiempo, pero la búsqueda de nuevas oportunidades me llevó a Perú».

Con nada más que un carné de extranjería, llegó a Lima en 2018. Pronto se daría cuenta de que el proceso para ejercer su carrera era un desafío complejo. “Uno llega aquí con las manos atadas”, asegura mientras acomoda rápidamente las prendas en la cesta que corresponde.

Imagen de referencia: Agencia de Fotografía Cuartoscuro

Según una encuesta realizada por el INEI en 2018, más del 57% de venezolanos que residen en Perú cuentan con estudios superiores. Dentro de ese grupo, más del 97% no ha logrado acreditar sus estudios, por lo que no se les ha permitido ejercer su especialidad. ¿La razón principal? El 39% de encuestados explica que se debe a la falta de dinero.

El proceso para acreditar el título universitario en Perú, según la Sunedu, implica la entrega de la versión original del diploma y una copia, además de incluir un ejemplar de la tesis en formato PDF. Por este proceso se debe pagar un derecho al trámite que asciende a 645 soles, una suma que resulta onerosa para un inmigrante venezolano que, cuando llega a Perú, solo tiene dinero para cubrir las necesidades básicas en primera instancia.

Gráfico de la población venezolana que tiene educación universitaria completa, según homologación o acreditación del título en Perú. Fuente: Encuesta Dirigida a la Población Venezolana que Reside en el País, INEI 2018.

En la cuadra 3 del Jirón Agustín Gamarra, John es consciente de que su historia es bastante común. «Prácticamente todos los venezolanos, o en su mayoría, tenemos una carrera técnica o profesional y no podemos ejercer en ningún otro país por falta de documentos y recursos», se lamenta mientras mira el mostrador dentro de la galería Las fronteras de Gamarra.

Las luchas de John son compartidas por su familia y amigos. Sus hermanos, también profesionales, trabajan en empleos que están por debajo de sus capacidades. Su madre, Lucy Coronado, es una profesional paramédica que encontró un empleo como masajista en Gamarra. Su pareja, Carmen Farías, estudió para ser policía en Venezuela y trabajó como seguridad por tres meses, pero las circunstancias no le permitieron completar su carrera, y ahora se desenvuelve como ayudante en la venta de ropa.

Ciudadanos peruanos y venezolanos se mezclan en las calles de Gamarra. Foto: Valentina Huaroc

La historia de John José Missell Coronado es una muestra tangible de la resiliencia humana en medio de la adversidad, pues enfrenta desafíos adicionales en su vida diaria. Actualmente trabaja desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la noche vendiendo ropa en Gamarra y, semana tras semana, se esfuerza por ganar los 400 soles que le corresponden, una suma modesta que cubre sus necesidades básicas y las de su pareja, con quien reside en un pequeño cuarto alquilado en El Agustino. 

Como él, muchos venezolanos han llegado a Perú con sueños y habilidades, pero se han enfrentado a barreras que parecen insuperables. A pesar de las puertas cerradas, Missell y su comunidad siguen adelante, demostrando que el empeño y esfuerzo pueden iluminar incluso las situaciones más difíciles.