Dante Alor, el rey de los vinilos de Lima

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En el Jirón Quilca, en medio de libros y revistas añejas, y de mil y un antigüedades, hay espacio para la música, los coleccionistas y los melómanos. Dante Alor es el rey de los vinilos en el Centro de Lima. Todo lo que concierne a este formato de reproducción hay que preguntárselo a él. En su vida siempre estuvo presente la música, que disfruta junto a los negocios, la paternidad y su hinchaje por el Sport Boys del Callao.

Por Aarón Hidalgo



“Si hay una persona que sabe sobre vinilos en el Centro de Lima, es el señor Dante. Tienes que hablar con él”, me dijeron en Camaná cuando pregunté por un LP de Ray Barreto. Y es que, si hablamos de vinilos, probablemente todos los caminos te lleven hacia el mismo lugar: Jirón Quilca 331, segundo piso, “Galería del Vinilo”.

Ahí se encuentra Dante Alor. Parece que sus ojos reflejan la mente de un hombre que está pensando en mil cosas a la vez. Que en su cabeza todo está funcionando de una manera sistemática, como las ecuaciones, como los sistemas de juego, como los sonidos que se reproducen codificados analógicamente sobre un tornamesa.

Dante nació en 1964 en Bellavista, Callao. Vivió toda su vida en el barrio de Tarapacá. Su primaria la hizo en el América High School de Bellavista, pero por complicaciones económicas tuvo que hacer su secundaria en el colegio nacional José Olaya. Ahí fue donde conoció a sus amigos de promoción con los que ahora juega fútbol todos los domingos.

Su infancia y adolescencia fueron relativamente cómodas y sin problemas, pero su juventud sí fue complicada. Los escasos recursos de los que su familia podía disponer y la crisis económica del país lo obligaron a trabajar a los 17 años. A esa edad obtuvo un empleo que le cambió la vida. Su cuñado le dijo que había una plaza disponible para asistente en Disco Servicio, una de las tiendas de discos más visitadas de Lima durante los años setenta. Dante no lo pensó dos veces y postuló para el puesto. Unas semanas después, ya se encontraba vendiendo discos de vinilo de diferentes artistas y bandas.

Pronto su entorno laboral descubrió que Dante tenía las condiciones de un vendedor nato.  Exhibía habilidades extraordinarias para este negocio. Llegaban clientes de distintos barrios de Lima a preguntarle por colecciones poco conocidas o por los últimos lanzamientos. Dueños de radios en provincias lo llamaban para que les reservara colecciones enteras de discos y luego él se las vendía. Era el vendedor más exitoso y convincente de la tienda, y él lo sabía.

La música no abandonó a Dante y Dante no abandonó la música. Trabajó en otras tiendas de vinilos importantes como La Discoteca y Discos Bossa. Durante la década de los ochenta y los noventa trabajó en discotecas. Aprendió sobre el negocio, sobre el sonido, sobre la música y también sobre la vida.

“Yo quería ser ingeniero, pero ahora que veo las cosas en retrospectiva, de repente no hubiese sido tan feliz como lo soy ahora con todo lo que tengo”, afirma.

Quilca: el paraíso del coleccionista y el hogar de Dante

La crisis a nadie perdona. En la última década del siglo XX, con la aparición de nuevos formatos de reproducción musical, el vinilo empezó a desaparecer. Cada vez eran menos los que preguntaban por un disco y las ediciones eran limitadas y esporádicas. En medio de la incertidumbre, en el año 1999, Dante encontró un puesto en el segundo piso de una casa en Jirón Quilca. Empezó con un espacio pequeño, después compró el espacio del costado. Meses más tarde, otro ambiente contiguo. Y así, progresivamente, llegó a ocupar casi toda la tienda.

En la tienda de Dante existen miles de CDs, vinilos y cassettes de distintos géneros musicales. Foto: Aarón Hidalgo.

En el año 2004, a Dante se le presentó la oportunidad de ser dueño del local. No lo pensó dos veces y pactó con el arrendador para comprar el inmueble. Hoy es el dueño de toda la galería y alquila espacios para que otras personas y tiendas de vinilos puedan tener sus stands. Atiende desde las 11 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Por lo menos una vez al día, uno de los vendedores sube al segundo piso a consultarle sobre algún disco o edición especial que quizá tenga. Si hay alguien en el Centro de Lima que sabe mucho sobre vinilos es él.

Dante, el conocedor de la música

“¿Qué estás buscando, sobrino?”, es lo primero que escucho que le dice a cada cliente que sube a su puesto. Porque a pesar de que en el primer piso hay más de cinco puestos donde venden vinilos de diferentes géneros, bandas y solistas, si estás buscando música selecta, hay que preguntar por Dante. Algunos lo saben, otros simplemente lo intuyen. Lo cierto es que casi siempre se llega a él, y sus clientes encuentran lo que buscan o, en algunos casos, encuentran algo que no sabían que buscaban.

Mejor les cuento la historia de la que fui testigo. Un muchacho subió al puesto de Dante preguntando por un disco de Elis Regina. Su obsesión era notoria, tanto así que preguntó varias veces por el mismo disco. Dante, con el ojo de vendedor y melómano que lo caracteriza, le enseñó una pila de vinilos de bossa nova. Sin decirle muchas palabras, hizo que el cliente se interesara por Beach Samba de Astrud Gilberto. Este pidió que probaran el disco, y apenas las agujas tocaron el plástico, Dante dijo en voz alta: “Astrud Gilberto es otra cosa. Esto es música de verdad”, mientras movía los hombros y la cabeza al ritmo del bossa. Venta realizada.

“A los clientes hay que conocerlos. La experiencia te hace darte cuenta de qué cosas le puede gustar a cada uno. Si vienen y me preguntan por Pink Floyd, se me prende el foco y pienso: ‘Si le gusta Pink Floyd le debe gustar Genesis o los Rollings Stones’. Cuando me preguntan por música criolla hago lo mismo. Si me vienen a preguntar por el Cholo Berrocal, por ahí que también le gustan Los Embajadores Criollos o Carmencita Lara. Los años te dan este tipo de experiencia, y yo intento siempre deducir el gusto de mis clientes. Deducir también es una habilidad”, señala.

Un coleccionista llega a buscar un LP de Elis Regina. Dante le indica dónde están los discos de bossa nova. Foto: Aarón Hidalgo.

“Mis hijos son mis amigos”

Dante tiene dos hijos: Dante y Mirko. El mayor terminó la carrera de Ingeniería en la UNI y el menor estudia Psicología en la PUCP. “Mis hijos son mis amigos”, me dice mientras una sonrisa se le dibuja en el rostro. Es la sonrisa de un padre orgulloso que ha dado todo por sus hijos.

Su emoción cambia cuando habla de su familia. Me cuenta que siempre comparte tiempo con ellos y que la relación es excelente. Aunque su hijo mayor es profesional, cuando salen a comer en familia Dante no lo deja pagar absolutamente nada. La palabra “padre” está tatuada en su corazón, y a cada lugar que va lo tiene presente. Familia es familia y cariño es cariño.

Sport Boys, la otra pasión de Dante

A lo largo de la vida cultivamos distintas pasiones que nos trastocan el corazón y nos llevan a la máxima felicidad. Pasiones que tienen el poder de movernos del sitio en donde estamos. A Dante lo mueve su familia, la música, su trabajo, pero también una filiación deportiva que está muy presente en su vida: el Sport Boys del Callao.

Su camiseta se encuentra colgada en la tienda, al costado de los discos Fuego en mi mente de Joe Arroyo y Artaud de Pescado Rabioso. Dante la luce con orgullo. “Con el equipo hay que estar siempre. Yo voy al estadio con mis hijos a alentar. Me da igual si el equipo gane, empate, pierda, campeone o descienda. Con el Boys hasta la muerte”, exclama.

Dante posa contento junto a la camiseta de su amado equipo, el Sport Boys. Foto: Aarón Hidalgo.

La mayoría de melómanos y coleccionistas del Centro de Lima sabe que si alguien conoce de vinilos es Dante. Un Dante que se encuentra siempre en el segundo piso del Jirón Quilca 331, con su mirada concentrada, sus números en la cabeza y su colección innumerable de discos de todos los géneros.

Dante Alor vende discos desde hace más de 20 años en Jirón Quilca. Es dueño de un local donde existen más de 6 puestos de música de todo tipo. Video: Aarón Hidalgo.