Carlos Cornejo: «No soy un tiburón del titular, soy un conversador, un interesado en entender»

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Carlos Cornejo es un entrevistador de tres formatos. Ha estado en televisión, radio y web. Para él, así la plataforma cambie, el periodismo siempre debe ser la búsqueda de la verdad con objetividad o con aspiración a la objetividad para que los oyentes y televidentes se formen una idea clara de lo que ocurre en la realidad. Critica a los periodistas que sólo se preocupan en ser agresivos con sus entrevistados para conseguir titulares. Eso es fanfarronería, sostiene. Desde que se despidió de Canal N en diciembre del 2015 se ha embarcado en La Factoría, un proyecto de comunicaciones en el que trabaja actualmente.   
Por: Shia Inguil


Abre la puerta y de inmediato puede reconocerse su rostro, la barba y el tono de voz. Ahora no viste camisa ni saco ni pantalón como solía aparecer en televisión. En su lugar viste un polo, casaca y un jean que le otorgan la comodidad que solo puede sentir cuando alguien se encuentra en un espacio propiamente suyo. Allí trabaja junto a la periodista Carla Harada y el equipo de La Factoría. Desde que se despidieron de Canal N, ambos se han embarcado en este nuevo proyecto de comunicaciones.

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Carlos Cornejo nunca se ha considerado de los periodistas filosos, de esos que muestran los dientes en la televisión o en la radio, que siempre intentan tener la razón o que se creen dueños de la verdad. “He descubierto que no soy un tiburón del titular o un mordedor de la denuncia, sino más bien soy un conversador y un interesado en entender. En ese sentido, los espacios de conversación son mucho más interesantes para mí que los espacios de la entrevista política cotidiana, que es mucho más agresiva”. Durante sus catorce años en televisión, desde el 2001, cuando hizo sus primeras apariciones en la pantalla, hasta el 2015, han sido pocas, casi nulas, las ocasiones en las que se le viera teniendo una actitud agresiva con alguno de sus entrevistados.

Los futuros periodistas deberían de tener cuidado con este tipo de periodismo, menciona. “Diría que intenten ser muy lúcidos en su lectura del falso periodismo, ese lleno de aspavientos, de miradas en la televisión que critican todo o en la radio que se creen los dueños de la verdad, esos periodistas que son más importantes que la noticia misma, sean súper lúcidos en darse cuenta que no son más que fuegos artificiales y que eso no es periodismo. Yo cuestiono el show, el espectáculo. La necesidad de sentirse como el adalid de la libertad de expresión no es más que fanfarronería. Claro, ese periodismo agresivo nos embauca, nos gusta y nos seduce, pero hay que tenerle cuidado”.

Carlos inició la vida universitaria, tal como su padre y su abuelo, estudiando derecho en la Universidad de Lima. “Yo quería ser un buen abogado, como tradicionalmente había sido mi familia, pero me di cuenta a tiempo que era un error, que no tenía ningún sentido”. Se encontró con una facultad y carrera decepcionantes, por lo que en el 96, sin dejar pasar más que los primeros años, las abandonó por el periodismo. “No estaba cómodo con lo que aprendía, un poco me planteé el tema de la vocación profesional, ¿ahora qué hago?; tenía al frente la facultad de comunicaciones y dije por qué no periodismo y me fui a ver qué pasaba y encontré el espacio”.

Su primer trabajo como egresado en comunicación social con especialidad en periodismo por la Universidad de Lima fue en canal N. “Ya había una promoción de presentadores y conductores de programas como Raúl Tola, Jaime Chincha, Ana Trelles, Carla Harada, entre otros, pero rotaban o se iban por nuevas ofertas y se abrían plazas, entonces tuve la enorme suerte de que, entre un mar de currículums, el mío resultara interesante”. Al llegar a N, recuerda que el productor le ofreció realizar una prueba de cámara. “Fui a N pensando que me iban a contratar de redactor o de productor, nunca imaginé estar delante de cámaras; me parecía una locura, tenía la barba muy grande, estaba muy gordo, era imposible para el canon de los conductores de televisión, pero la prueba de cámaras funcionó, les gusté y al día siguiente me mandaron a la peluquería y me compraron un terno”.

La política ha estado muy presente en su vida desde siempre, lo que lo llevó a realizar una Maestría en Ciencias Políticas y Gobierno en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y conducir programas con este tinte, como por ejemplo, “D 6 a 9” junto a Harada, que fue, además, el último en el que se le vio en televisión en diciembre del 2015.

Al tiempo de su paso por la televisión, el periodista también condujo una gran cantidad de programas radiales. Como primera experiencia trabajó en CPN Radio junto al fallecido Álvaro Ugaz; también ha realizado trabajos en la Coordinadora Nacional de Radio, y, en Radio San Borja, condujo los programas Espacio de Gestión, de la Maestría en Gerencia Social en la PUCP, y Calidad al día, del Instituto para la Calidad PUCP. Para él, la radio significa un espacio para la conversación que permite conocer al otro: “El oyente no es un bobo al que hay que decirle que el otro es un tal por cual; que lo entienda claramente, con sensibilidad. Ese es uno de los objetivos que yo me trazo, y en los espacios en la radio siempre he tenido la oportunidad de hacer eso”. Actualmente la radio sigue formando parte de su vida con Escuela Abierta, un programa de la Derrama Magisterial que conduce en Radio Exitosa.

Inició un proyecto, del que formaría parte dos años, llamado La Comba Comunicaciones al lado del editor y post productor Eduardo Guerrero. “Nos conocimos en canal N. Durante muchos años hicimos algunas cosas juntos, pero sin ninguna estructura, hacíamos freelos, chambitas por fuera, pero nada de estructura. Hace dos años decidimos darle forma a ese proyecto y formamos La Comba Comunicaciones. Tenía dos áreas, una audiovisual, que la manejaba él, y la área de escuela de la que me encargaba yo”.

La docencia fue algo que ya había desarrollado antes en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), donde dictó a lo largo de cinco años en la facultad de Comunicación y Periodismo. “Me gusta mucho, pero después de cinco años de dictar el curso Taller de Entrevistas e Introducción al Periodismo empecé a darme cuenta que lo que me costaba preparar las clases, dictarlas y corregir no era rentable, invertía tantas horas, entonces, con enorme pena, tuve que dejar la docencia. El trabajo con chicos es reconstituyente, es confrontacional; además en esa época yo estaba en televisión, entonces mis alumnos me ponían en tela de juicio porque me veían, fue una experiencia bien interesante, pero no quiere decir que no volveremos, vamos a ver cómo se presentan las cosas en el futuro”.

A sus 44 años se encuentra trabajando junto a Carla Harada en La Factoría. “Es un esfuerzo de ofrecerle al Estado, a empresas y a ONGs la posibilidad de convertirnos en su agencia de noticias; es decir, en la medida en que la televisión, sobre todo la televisión, pero también la radio, tienen una agenda tan frívola, tan superficial respecto a la noticia, nosotros con Carla hemos pensado que les podemos ofrecer la posibilidad de ocuparnos de sus noticias, pero con calidad y con cuestionamiento, no se trata que yo voy a hacer un cherry o que voy a hacer un video institucional, lo que quiero hacer son informes periodísticos de historias que otros quieren contar y no pueden porque los medios grandes no se lo permiten. Por ejemplo el Ministerio de Educación está teniendo resultados espectaculares en la jornada escolar completa con chicos que van de las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde de lunes a viernes; ya hay medición de impacto y los resultados han mejorado, hay resultados además en cómo en el barrio ha disminuido la violencia, en cómo el embarazo ha disminuido porque los chicos están concentrados en la escuela. Esa historia las han querido contar en los grandes medios y nadie les ha dado pelota. Entonces nosotros con un equipo de reporteros, de camarógrafos estamos intentando trabajar en esa lógica y al mismo tiempo tener una dinámica de producción periodística”.

Ha tenido una propuesta reciente para conducir un programa concurso en Panamericana Televisión, pero ha tenido que rechazarla porque no era coherente con su trayectoria y sus ideales. “He dicho que no porque el programa involucraba que hiciera publicidad y mi sensación era cómo hago para volver al periodismo, después de haber dicho que telefónica es lo máximo o que el BCP es lo máximo y los voy a tener que cuestionar desde el periodismo; entonces cómo calzo esas dos cosas”. Menciona que la única forma de volver a la televisión es teniendo una propuesta que vaya más acorde con su idea de hacer periodismo, y la espera sin prisa. “Que si regreso a la televisión, sí claro, me encantaría, te mentiría si te digo que no, pero sin prisa, tranquilo, esperando que se presente un proyecto bonito, o que salga alguno bonito de aquí (La Factoría) que también es posible. Así como hicimos esta saga que Carla y yo disfrutamos mucho que se llamó ‘Sabemos lo que hiciste’, creo que en este espacio vamos a poder producir algo similar o mejor y en ese proyecto andamos, entonces no quiero adelantarte nada, pero habrá sorpresas”.

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Carlos finaliza realizando una comparación entre su trabajo en la radio, la televisión y la web, y menciona que una de las enseñanzas a lo largo de su trayectoria ha sido que el periodismo tendría que seguir siendo el mismo sin importar en donde se haga. “Con el tiempo te vas dando cuenta que el periodismo es el mismo en cualquiera de los soportes, lo que cambia son las velocidades, los impactos, pero la forma de hacer periodismo es la misma, es la búsqueda de la verdad con objetividad o con aspiración a la objetividad, y pensando siempre en que somos un filtro que tiene que ser muy eficiente para que los oyentes y televidentes se formen una idea clara de las cosas que ocurren. Así que en cualquiera de los formatos en los que he estado me he divertido, la he pasado bien, también me he peleado, he discutido, he vivido con intensidad cada uno de esos espacios. Pero a este último le he cogido mucho cariño porque es una inversión nuestra, es una apuesta por algo nuevo, me siento más libre, llego a la oficina a la hora que me provoca, no tengo un jefe que me grite ni me diga cómo tengo que hacer las cosas, pero además porque creo que ya tengo una edad, 44 años, en la que ya aprendí mucho de los procesos y toca ahora repensarlos y poner en práctica otros, así que La Factoría me encuentra en este momento”.