Empezó como un estudiante universitario que no tenía claro a qué dedicarse. Hoy es un destacado periodista, con casi 40 años de trayectoria profesional. Vivió experiencias dignas de contar, como cubrir el US Open, desde Estados Unidos, entrevistar a la actriz y modelo Brooke Shields e incluso estar cara a cara con uno de los hombres más controversiales de la historia peruana: Alberto Fujimori. Estudió Periodismo en la Universidad de Lima y trabajó durante más de 30 años en el diario “El Comercio”. Wilder Buleje acumula una vasta experiencia y un conocimiento panorámico de la evolución política y social del país. Este es su testimonio.
Por: Gino Obregón
Portada: Archivo personal
Una de las experiencias periodísticas que Wilder Buleje recuerda es el día en que conoció a Alberto Fujimori. Era un día de 1987. Mientras cubría el evento “Lima, te quiero verde”, y escuchaba a los representantes de los distritos de Lima Metropolitana que compartían sus ideas sobre cómo se podía aumentar las áreas verdes en la capital, una persona se le acercó. Era un miembro del jurado que escuchaba y clasificaba las propuestas ediles. En el jurado estaban profesores y autoridades de la Universidad Agraria. Tenía un mensaje para él: el rector quería hablarle; Wilder aceptó. El rector había sido elegido con el apoyo de sectores de izquierda de la universidad. Era Alberto Fujimori. “Una persona de baja estatura, que no llamaba la atención, una persona común y corriente”, así definía Wilder al futuro presidente. Fujimori aprovechó para deslizar la posibilidad de que se difunda las obras realizadas en la universidad para ganar notoriedad pública: Wilder aceptó y la conversación terminó en buenos términos. El asombro se apoderó de Wilder cuando en 1990 la misma persona que lo buscó para ganar fama estaba recibiendo la banda presidencial. “Nunca había contado esta anécdota, pero creo que hay cosas que no hay que llevarse a la tumba”.
Entablar conversaciones y coincidir con personas que han tenido mucho poder, influencia o notoriedad nunca representó un problema para Wilder. Estaba acostumbrado a enfrentarse a estas experiencias desde que inició en el periodismo. El primer día de trabajo en el diario “El Comercio”, a inicios de 1984, las antiguas y pesadas máquinas de escribir de la redacción habían sido reemplazadas por computadoras. Era joven y no le fue difícil adaptarse al cambio. Lo que quería era comunicar, seguir su pasión, y Wilder aprendió lo máximo posible, y en tiempo récord, sobre el uso de las nuevas herramientas que la tecnología ofrecía al periodismo. “Si no aceptas las nuevas tendencias te quedas mudo”, afirma, consciente de lo provechoso que para un periodista es acceder a los conocimientos más diversos.
Pasaron diez años y el aprendizaje no paraba. En septiembre de 1994 le tocó cubrir el US Open, un evento en el que participaba Jaime Yzaga, tenista peruano. Curiosamente ese año Yzaga eliminó a Pete Sampras, el número uno del mundo por aquel entonces. Cuando terminó la participación de Yzaga también debía concluir la estadía de Wilder en Estados Unidos, o eso pensaba él. Con la maleta hecha y listo para regresar, lo llamaron de la redacción de Lima y le dijeron que debía quedarse para cubrir lo que pasaba en la Bolsa de Nueva York, solo había un pequeño problema: él no sabía casi nada sobre la Bolsa de Nueva York. Otra vez tuvo que aprender todo lo posible e informar sobre las ventas en la bolsa, pero al final todo salió bien.
Cuando parecía que regresaba a Lima lo mandaron a seguir a un prófugo de la justicia. Se llamaba Carlos Manrique y había estafado a miles de peruanos a través de su empresa: el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE). Se había escondido en Estados Unidos y querían que Buleje encuentre algún rastro de él. Actuó rápido, fue al consulado, buscó al agregado policial, y presentó sus hallazgos. “Debes tener información básica de todo para trabajar, en este oficio uno debe estar preparado para escribir de todo”, recuerda Buleje.
¿Cómo se vivió el primer gobierno de Alan García desde el periodismo?
Siempre hubo una permeabilidad con el gobierno de García. En esa época yo trabajaba en la sección Metropolitana de El Comercio, donde el tema era la ciudad, y pude ver las diferencias sociales entre los distritos. Pude ver San Isidro y Villa El Salvador. Pude ver tragedias, escasez. Dentro de lo que nos permitía el periodismo, mostramos lo duro que fueron esos años y también dábamos posibles soluciones. Si bien mi familia y yo a nivel económico no la pasamos mal en casa, sí la pasé mal debido a lo que podía ver en mis comisiones periodísticas. No podía ser insensible, se notaba que la gente sufría, no era necesario saber de medicina para saber qué alguien está desnutrido. El gobierno de Alan fue definitivo para el país, de ahí surge Vargas Llosa y su apoyo a la banca. Alan apoyó al candidato más fuerte -Alberto Fujimori- porque lo más probable era que Vargas Llosa lo persiguiera judicialmente, y allí empezó todo. Todo eso lo pudimos ver desde El Comercio, junto con la hiperinflación se formó una época tormentosa y cuando empezó a ser galopante no hubo solución. La gente sin trabajo o los informales lo pasaron muy mal.
¿Cómo afectó al periodismo las políticas que adoptó el gobierno de Fujimori?
El gobierno de Fujimori afectó al periodismo a tal punto de desprestigiar la profesión. Para mi fue bueno que en ese momento El Comercio se mantuviera en su línea: mantuviera vivo su prestigio. Los directores nos apoyaron mucho, incluso más que ahora. Hoy la mayoría de medios son propagandísticos, antes había mucho más respeto hacia la profesión incluso por los propios profesionales.
¿Cuándo supiste que querías ser periodista?
En mi época universitaria, mientras estaba en la Universidad de Lima. En la universidad me di cuenta de eso. Me acuerdo que tuve como profesor a Alejandro Miro Quesada Garland, director de El Comercio, disfrutaba mucho sus palabras y todo lo relacionado a periodismo. También me enseñó Juan Vicente Requejo, un apasionado del tema, y yo encantado. En mi época universitaria había un buen ambiente de estudio, de estímulo, y me di cuenta que lo mío era más periodismo. Una de las primeras prácticas fue en Panamericana Televisión en pleno proceso de cambio de almacenamiento de datos digitales, donde se cambió del VHS o sistema de video doméstico al CD o disco compacto. Cuando yo ingresé estaba iniciando la era del CD y para mí fue complejo aprender, pero necesario para mi desenvolvimiento laboral.
¿Fue difícil salir al mundo laboral después de la universidad?
No mucho. Yo egresé en 1982, cuando termino la universidad me enrolé como practicante. Allí me incorporé a la revista ‘Perú exporta’. Empecé a redactar, luego a editar y terminé supervisando las versiones finales de los productos editoriales. De ahí pasé a practicar en El Comercio en 1984. Me evaluaron y me contrataron en 1985. Con el paso del tiempo agarré cada vez más fluidez en las notas. Un consejo, en el periodismo escrito siempre lo difícil es empezar, las primeras palabras son las que más cuestan en salir, tómate tu tiempo en el inicio que a partir de allí todo resulta más fácil.
Cuéntanos algún recuerdo de tus primeros años de periodista.
Cuando entré ya veníamos de una época interesante para el periodismo, los setenta, ya que ahí las prácticas las hacías cubriendo la Asamblea Constituyente (1978- 1979). Podías hablar con personajes como Víctor Raúl Haya de la Torre o Luis Bedoya Reyes. En los ochenta, durante el gobierno de García, sobre todo en 1987, cuando se anunció la estatización de la banca, se quebró todo el Perú, se quebró todo, y nosotros fuimos testigos de eso. No tuvimos la misma relación con nuestros representantes por lo herméticos que empezaron a ser. La propia Nytha Pérez de García (la madre del presidente) nos daba a entrever que debíamos ser cautos con Alan García.
Conociste a Fujimori, ¿te sorprendió su forma de gobernar?
Su gobierno no guardaba correspondencia con lo que conocía de él. Fujimori en la Universidad Agraria era un tecnócrata, él manejaba una estructura burocrática, una división de responsabilidades, y lo hacía muy bien, pero nada más. Él se da cuenta que no tenía equipo de gobierno, algo así cómo Pedro Castillo hoy. Fujimori buscó a alguien con quien tener experiencia política, encontró a Montesinos y con ello una especie de cogobierno a mi parecer. Montesinos encontró algo en Fujimori y no se despegó. Fue un cogobierno.
Has hablado con varios políticos a lo largo de tu vida, incluido Fujimori, ¿cómo se debe hablar con un político?
El político no es un ser normal, siempre busca sacar una ventaja sobre cualquiera, está preparado para eso. Creo que para hablar con ellos debes tener clara la verdad. Si uno está sólido en lo que vio, olió, sintió o lo que sea no hay forma de que un político pueda ganarte. Esa es el arma más importante de un periodista, la verdad, si vas con ella no hay forma de que te derroten. El periodista debe respetar la verdad, no manipular. Eso es defender los principios y con ello los argumentos estarán a tu lado, eso creo que se ha perdido, se ha ido perdiendo el respeto a la profesión.
¿Crees que las redes sociales deformaron el periodismo?
Para nada. El periodismo siempre ha cambiado. Por ejemplo, cuando estaba el telégrafo pensaron que la radio mataría al telégrafo, luego que la televisión mataría a la radio. Los supera, sí, sin embargo sobreviven por mucho tiempo más e incluso por momentos se complementan. Ahora con internet superando a la televisión, pues es lo mismo. Lo que sí ocurre es la inestabilidad laboral, aunque para eso hay que prepararse, es muy difícil pero el periodista debe estar pendiente a cada ámbito de comunicación.
¿Cuál fue tu mejor experiencia como periodista?
Si bien la que viví en Nueva York en 1994 fue espectacular, tengo una que la supera. En 1995 vuelvo a ‘La gran manzana’ para cubrir el US Open, donde me encargaron fotografiar a Andre Agassi. Lo busqué durante cinco días, fui a dos entrenamientos y no pude encontrarlo, era frustrante. Durante un día de competición me colé en las canchas de entrenamiento y lo busqué por todos lados. Allí me dijeron que ya iba a jugar y que lo tenían escoltado. Yo estaba cansado y de repente veo a una chica rubia en la entrada de las canchas de tenis, y me di cuenta que era Brooke Shields, actriz, modelo y novia del tenista en aquel entonces. Comenzamos a charlar, me contó muchas cosas interesantes sobre él, sobre ella, sobre su relación, sobre sus películas, entre otras cosas. Pasando 10 minutos vino uno de sus guardaespaldas, me agarra del brazo y me empieza a sacar. Brooke le dijo que me deje unos segundos más y aproveché para agradecerle por el detalle que tuvo y el tiempo que me dedicó. Le dije lo siguiente: “Vine buscando a André, pero tú me diste mucho más de lo que me podía haber dado él”. Le agradecí, me dijo que con André no se podía hablar. Sonreía al afirmar que ella, siendo su novia, no podía hablar con él más de 10 minutos. Allí encontré mi titular.