La vida de Rómulo Franco Temple puede ser retratada desde sus múltiples facetas, como educador, sacerdote, comunicador o amigo, pero en algo coinciden aquellos que lo conocían, que lo apreciaban: su vida estuvo ligada a su infinita voluntad por enseñar y aprender. Rómulo partió en septiembre de este año. La noticia remeció el Z, edificio que albergó sus clases en los últimos años, lugar en el que formó a cientos de profesionales de la comunicación. Rómulo fue de aquellos que en la oscuridad pueden ver una luz. Hoy, su luz permanece entre los que alguna vez escuchamos sus clases sobre el deber ser y los bienes intrínsecos, así como las bases éticas de nuestra facultad. No solo fue fundador de nuestra facultad, entregó años de su vida a un proyecto en el que creía y que le apasionaba.
Por Nicolás La Torre
El último correo que recibí de su parte fue una felicitación por los exámenes finales de Deontología de Comunicación y buenos deseos para las fiestas de fin de año en diciembre del 2022. No le respondí. El último correo que le envié tampoco lo respondió. En el mensaje le pedía una entrevista para la revista Impresión. No sé si pudo leerlo, quiero creer que sí, pero consciente de su estado de salud no quiso aceptar la entrevista.
Me quedaron muchas dudas por resolver con él, siempre me pareció una persona interesante. Lo recuerdo sentado en medio del salón, licencia que se permitía para dar sus clases. Setenta y tantos años (76) pesaban en sus pies, pero no en la voz que retumbaba hasta la última fila de asientos, donde me sentaba yo, y que avivaba cada tanto con un sorbo de agua. Siempre con un libro en la mano o una carpeta con hojas de apuntes hechos a pulso.
Rómulo, un hombre sencillo como lo describen los que lo conocieron en profundidad. De joven fue activista estudiantil en la PUCP. Luego, guiado por el deseo de hacer labor social, sacerdote jesuita. No satisfecho decidió que quería ser comunicador para trabajar con el campesinado en el norte del Perú. Una llamada de ‘Lucho’ Peirano cambió el camino que había emprendido y lo conectó de nuevo a su casa de estudios. Podríamos decir que Rómulo vivió varias vidas en una. Todas guardaban en su esencia el deseo de alguien que quiere enseñar y aprender constantemente, de renovarse. Paolo Benza escribió sobre Rómulo, “Franco es más que sus títulos”. No solo suscribo su apreciación, sino que añado: Rómulo es, sobre todo, maestro.
En el siguiente reportaje y homenaje, nos adentramos en la vida de Rómulo Franco unida a la PUCP y a la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación a través de la memoria de algunos de sus amigos. Ellos aprendieron y compartieron con él. Solo nos piden que lo recordemos como el maestro lleno de vida que siempre será.
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