Llegaron a Lima para cumplir sus sueños: estudiar en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Pablo Correa, Devorah Orozco y Katherine Celestino, tres estudiantes de la Red Peruana de Universidades (RPU), cuentan los desafíos que enfrentan al dejar sus hogares en sus ciudades natales –Trujillo, Cusco y Huaraz, respectivamente– para vivir la experiencia de estar un semestre en una de las universidades más prestigiosas del país.
Por Maira Terán
Portada: Alexandra Prado
Han pasado nueve semanas desde que la PUCP dio la bienvenida a 96 estudiantes de la RPU, provenientes de universidades ubicadas en distintas regiones del Perú. El anhelo y el ímpetu por superarse, conocer a nuevas personas, aprender y lograr su sueño de estudiar en una de las universidades más prestigiosas del país, motivaron a estudiantes como Pablo Correa, Devorah Orozco y Katherine Celestino a empacar sus maletas con destino a Lima.
Después de que todos sus compañeros formaron grupos de trabajo, Pablo Alejandro Correa Castillo (20), estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), se acercó a su docente de un curso de audiovisuales para comentarle que, ante la negativa de sus compañeros, él no tenía grupo. La vergüenza, la ira y la tristeza de no ser integrados por los demás alumnos y docentes son algunas de las emociones que sienten los estudiantes de la RPU.
“Jamás había experimentado algo así y, como fue durante la primera semana de clases, realmente fue muy difícil sobrellevarlo”, recuerda Pablo. “Me sentí extraño y fuera de lugar”, agrega. Uno de los desafíos más recurrentes que enfrentan los estudiantes de la RPU es ser aceptados por las personas que llegan a conocer dentro de la universidad. Sentirse seguros, confiados y cómodos con las personas y en los lugares que frecuentan es lo que ansían, aunque a veces no sea sencillo.

“Donde te sientas cómoda, allí es tu lugar”, dice Devorah Luiny Orozco Dávila (21), estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), cuando rememora el momento en el que sus compañeros no la habían incluido en la conversación que tenían pese a estar en el mismo equipo. Ser el “otro” en un contexto donde todos se conocen y mantienen ciertas conductas y actitudes similares puede ser un gran reto para aquel que llega por primera vez.
“Todas ya se conocían, yo era la nueva. Por su forma de hablar y sus actitudes me sentí incómoda. Cuando no me siento bien en un lugar, yo no hablo y las demás personas me intimidan”, confiesa Devorah. Salir de la llamada “zona de confort” implica exponerse y ser vulnerable. Cuando no se acepta e incluye en los espacios de comunicación e interacción a estos estudiantes, la decisión de continuar con el programa de intercambio puede verse cuestionada y su bienestar emocional afectado.
“A veces me siento triste y confundida, quisiera regresar a Cusco, mi zona de confort, y estar con mis amigos y mi mamá”, revela Devorah con una pizca de tristeza en el rostro. El no saber dónde se encuentra el salón en que le toca llevar clases (puede estar al otro extremo del campus), dónde comprar comida a tiempo, cómo es el procedimiento para pedir prestado un libro en las bibliotecas, cómo usar la plataforma Paideia, son algunos de los problemas que han afrontado los estudiantes de la RPU.

A Katherine Lucía Celestino Rurush (20), estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo (UNASAM), Huaraz, le parece que la inducción que se le brindó al inicio del semestre fue insuficiente. Resume en una palabra su experiencia en la PUCP: inesperada. Diariamente aprende nuevos temas y tiene nuevas vivencias, pero aun así cree que la universidad debería realizar más actividades para que los estudiantes de la RPU puedan disfrutar plenamente su estancia aquí.

Los tres consideran que, si bien tuvieron la oportunidad de conocer a personas amables y serviciales, no cuentan con espacios sociales y emocionales dedicados a ellos que apunten a una integración entre los estudiantes de Lima y otras regiones del país.
Karín Miranda, presidenta del Centro Federado de Ciencias y Artes de la Comunicación, menciona que, si bien se han llevado a cabo diversas actividades de integración que involucran a todos los alumnos de la Facultad, como la bienvenida de nuevos estudiantes, hasta la fecha no se ha organizado ninguna actividad que se enfoque en responder a las necesidades particulares de los compañeros de la RPU.
De acuerdo a Rocío Espinel, directora de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES), los estudiantes de la RPU pueden acceder a todos los servicios de bienestar estudiantil que les brinda la universidad. Indica que actualmente existen círculos de apoyo social a estudiantes que residen fuera de Lima, donde los de la RPU también pueden formar parte. Pablo, Devorah y Lucía desconocían dichos círculos.
Para Akemy Contreras, quien anteriormente fue representante de la Región Macro Norte de la Comunidad Regional Estudiantil PUCP (COREPUCP), el desafío es poder llegar a ellos y no al contrario. Señala que en semestres anteriores la COREPUCP llevó a cabo distintas actividades de inducción a la vida universitaria para los estudiantes de la RPU, como una visita guiada al campus. Su objetivo era apoyar a aquellos estudiantes que por primera vez llegaban a Lima a estudiar. Sin embargo, este año aún no han podido realizar alguna por falta de coordinación interna.