Su nombre es Carlos Ladines y es un pintor egresado de la PUCP. Hace un mes participó en la 2da Expo Arte & Softbol, evento impulsado por la Federación Peruana de Softbol en favor de las chicas de la Sub15. Carlos cuenta aquí lo que significó para él colaborar con una disciplina deportiva de pocos seguidores en el Perú.
Por Diego del Castillo
Portada: Takeshi Rondona
El softbol es un deporte derivado del béisbol. En este las anotaciones también se realizan golpeando con un bate una pelota, solo que de mayor tamaño. En el marco del primer Panamericano de Softbol Femenino Sub15, la Federación Peruana de Softbol organizó la 2da Expo Arte & Softbol, muestra colaborativa con intenciones de alentar a sus deportistas mujeres y dar mayor visibilidad a este deporte. Treinta y nueve artistas se sumaron a la causa. Entre ellos Carlos Ladines.
Egresó de la especialidad de Pintura en el año 2014. Revela que es hábil en el grabado –obtuvo el segundo lugar en el 35 Salón de Grabado organizado por el ICPNA en el 2016–, aunque con el paso del tiempo ha desarrollado predilección por la técnica mixta, pues en ella puede trabajar el collage, el dibujo y la pintura simultáneamente. Fue con esta técnica que participó en la referida exposición.
Carlos cuenta que tuvo deseos de participar de la iniciativa porque es una forma de apoyar y fomentar la práctica de este deporte. Además, a los artistas se les ofrece la oportunidad de dar a conocer su arte y de explorar nuevas realidades y posibilidades. Pese a que no conocía casi nada sobre la disciplina, sintió por ella una afinidad inmediata. “El softbol tiene que ver con el juego. Lo relacioné por allí, con los recuerdos de niño. Antes ya había trabajado con las manos (hizo representaciones), y las manos también son muy importantes en este deporte”, apunta.
Cada artista podía intervenir una esfera de cerámica (16 centímetros de diámetro) –que simulaba una pelota– y un home plate (45 x 55 centímetros). Él eligió los dos. Se les dio de plazo dos meses para que desarrollaran sus propuestas y se les sugirió temas como el empoderamiento femenino. Le costó un poco idear una propuesta, pero conforme fue explorando las posibilidades encontró el camino para concretar la suya.
Sus piezas retratan escenas del juego. Cuenta Carlos que puso mucha atención a la expresividad de las manos: “Quería retratar la fuerza de las chicas”. Destaca que en ambos casos optara por esconder los rostros: “No quería que se notaran, como si pudieran ser cualquier persona”. Respecto a los colores, comenta que el amarillo fue uno de los primeros que se le vinieron a la mente y que la intención era emplear una paleta que evocara lo festivo.
De la esfera, en particular, recuerda que quiso aprovechar los relieves que emulaban las costuras de las pelotas de verdad. Les aplicó colores. Se le ocurrió después pintar una bola que simulara haber sido expulsada con fuerza y que rompiera aquel patrón coloreado que había obtenido. Fue entonces cuando advirtió con gracia que de una u otra forma sus trabajos acababan expresando “sensaciones de quiebre”.
Carlos afirma que quedó satisfecho con sus obras. Pocas veces en su vida había trabajado sobre superficies tridimensionales y, en este caso, ello supuso un reto para su técnica: no podía pegar elementos demasiado grandes puesto que corrían el riesgo de desprenderse. No obstante, le agradó la experiencia. Tanto el deporte como el arte requieren disciplina, recalca Carlos, a quien le gustaría seguir experimentando y participando en eventos de este tipo.
“Son importantes las iniciativas que acercan el arte y el deporte pues ambas son herramientas poderosas que educan las emociones y favorecen el desarrollo humano”, concluye el artista. Así, espera que estos eventos se sigan replicando. Las obras dispensadas por los artistas se ofertaron al público en el club AELU y lo recaudado serviría para subvencionar a las categorías menores de la Federación.