Las políticas públicas contra la violencia de género en el Perú tienden a soslayar la prevención y están dirigidas sobre todo a las mujeres. Sin embargo, los feminicidios, las agresiones sexuales y la violencia física y psicológica tienen un agente mayoritario: las masculinidades. La Educación Sexual Integral (ESI) con enfoque de género es una herramienta que busca fomentar masculinidades no violentas.
Por: Rocío Quispitupa
Ayesha Dávila, comunicadora social y coordinadora de Cresiendo Perú, espacio educativo virtual que busca la implementación de la ESI con enfoque de género, y Christian Martínez, psicólogo clínico e integrante del grupo de investigación de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), coinciden en que se suele asociar a la Educación Sexual Integral únicamente con los temas de sexualidad (el coito o cómo usar correctamente un condón). Ambos especialistas hacen hincapié en que la ESI no solo aborda las relaciones sexuales, sino también trata temas referentes a las relaciones afectivas sanas, el consentimiento y el respeto y la tolerancia a la comunidad LGBTIQ+.
La Educación Sexual Integral (ESI) es una herramienta educativa fundamental que busca garantizar los derechos sexuales y reproductivos. Acceder a información científica, prevenir la violencia y llevar una vida libre de agresiones forman parte de lo que conocemos como derechos humanos. Así lo explica Ayesha Dávila, quien fue integrante de Madres en Acción, movimiento que luchó por la incorporación del enfoque de género en la educación de sus hijos e hijas.
La ESI también busca romper con los patrones de la masculinidad hegemónica. Este es un tipo de masculinidad mayoritaria dentro de una sociedad machista que señala a los hombres cómo deben actuar, explica Christian Martínez. Se trata de roles y estereotipos que suelen estar asociados a la fuerza física, al rol dominante del hombre, la heterosexualidad, la virilidad, a ser proveedores en el hogar, a ser exitosos, a casarse con una mujer, tener hijos y no mostrar sus emociones.
Martínez advierte al respecto: durante la adolescencia los hombres se ven presionados a “demostrar las 24 horas del día que son hombres, que no son mujercitas o niños”. Desde el prejuicio machista, ser mujer o niño está asociado con lo débil. Para recibir reconocimiento de sus pares los adolescentes varones deben consumir alcohol, tener múltiples conquistas amorosas o parejas sexuales.
«El hombre deconstruido no existe», puntualiza la comunicadora social Ayesha Dávila.
Hablar de Educación Sexual Integral (ESI) con enfoque de género en los colegios permite que los estudiantes varones se cuestionen: “¿Tengo yo que exponerme a situaciones violentas para demostrar mi valentía?”.Esta es una pregunta que los adolescentes deben hacerse, sugiere Martínez. En esta misma línea, Ayesha Dávila, añade que la ESI promueve masculinidades más humanas, empáticas, libres, pues busca romper estos patrones hegemónicos y ayuda a los niños, niñas y adolescentes a proteger sus cuerpos.
Si bien los temas de la ESI son tratados en los colegios dentro de áreas como Tutoría, Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica y Ciencia y Tecnología, Ayesha Dávila considera que se podría integrar en materias como Matemáticas, incluyendo, por ejemplo, cifras reales de violencia de género en los ejercicios del curso; en Historia, visibilizando el papel protagónico de las mujeres en distintas coyunturas; en Educación Física, permitiendo participar a las y los estudiantes en los mismos deportes, y también en otros cursos tanto de letras como de ciencias.
Ayesha Dávila revela que los hombres suelen pensar que ya existe la igualdad entre hombres y mujeres, que el machismo fue ejercido por sus padres o abuelos; es decir, se consideran no machistas, cuando no es así. De la misma manera, Martínez, señala que se suele pensar que no ser machista es no violentar físicamente u hostigar sexualmente a una mujer. Lo cierto que es muchos hombres no incurren en estos actos de violencia porque son conscientes que pueden ser denunciados y privados de su libertad. “El hombre deconstruido no existe”, puntualiza la comunicadora social.
Ayesha Dávila destaca también la necesidad de fomentar paternidades responsables. Muchos padres desconocen información básica sobre sus hijos; como el número de DNI, la talla de ropa, las vacunas que ha recibido, las tareas escolares que debe presentar. Toda esta carga informativa es la que tiene que cargar la madre. Ambos especialistas consideran que es muy importante democratizar las labores en el hogar. Muchos hombres todavía asumen que deben ser atendidos y asistidos por las mujeres con las que conviven.
Tras la promulgación del Proyecto de Ley 904, norma que se opone a la implementación de la Educación Sexual Integral en las escuelas, Ayesha Dávila advierte que tendrá un impacto negativo en las masculinidades. Dado que esta ley es indiferente frente a los patrones de violencia de género, es probable que se incrementen las agresiones, los abusos de diversa índole y la discriminación contra la mujer.