Homofobia en las tribunas de fútbol: la discriminación que nadie quiere ver

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La Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) viene luchando contra la homofobia. Sus esfuerzos, sin embargo, parecen no ser suficientes para contrarrestar las agresiones a la comunidad LGTBQ+. La realización del mundial de fútbol en Qatar revela una contradicción con los objetivos de la FIFA dado que en este país la homosexualidad es un delito. En el contexto peruano, los cánticos homofóbicos de las barras de los clubes de fútbol son el reflejo de una mentalidad retardataria. En la víspera del partido decisivo de Qatar 2022, este reportaje revela y explica algo grave que ocurre en los estadios pero que nunca se convierte en noticia.
Por Aaron Sandoval y Steffano Trinidad
Portada: TyC Sports


Tras la obtención del título del Torneo Clausura, el 30 de octubre pasado, la hinchada aliancista cantó al unísono en el estadio de Matute: “Y llora cabro soplón, cabro soplón, cabro soplón”. Insulto y burla se juntaban para humillar a los seguidores de su clásico rival, Universitario de Deportes. Otro cántico aliancista contra la hinchada del Sporting Cristal dice así: “Pavo maricón, no te vayas a correr”. Queda en evidencia que para muchos hinchas del fútbol peruano (y no solo de Alianza Lima), ser parte de la comunidad LGTB es un insulto. Las barras se valen de palabras que históricamente denigraron a los homosexuales para lograr su objetivo: hacer sentir menos al rival. En la presente temporada ningún club local recibió sanción alguna por estas actitudes de sus hinchadas.

Tal como lo señala el antropólogo Pablo Torrejón, el fútbol es un ambiente colmado de masculinidad tóxica. Y esta arremeterá contra cualquier identidad que aparentemente atente contra su hegemonía. En relación a lo anterior mencionado, Torrejón añade: “La identidad masculina debe ser entendida como algo que siempre está amenazado y que debe ser reafirmado constantemente”. Lo que se entiende por ‘amenazas’ hacia esta identidad son la feminidad y lo no heterosexual. 

Paolo Ricci, miembro de La Franja, una de las barras de la selección peruana de fútbol, fue testigo de estas conductas: “Soy hincha de la U, voy a la tribuna norte y veo cómo se pelean entre ellos y quieren establecer jerarquías desde la violencia. Entonces imagino que quedar como maricón o gay es insultante para ellos. He ido a aniversarios de estas barras y en todo momento tratan de hacerse los machos diciendo ‘yo me he hecho más flacas’, ’yo tomo más’, ’yo me drogo más’… Hay mucha ignorancia, mucha violencia, homofobia y mucho odio”, afirma Ricci.

El fútbol ha estado socialmente ligado con lo masculino. Este ambiente configura uno de los tantos espacios en el cual la masculinidad debe ser reafirmada y en muchas ocasiones de manera agresiva, pues se debe demostrar “que uno es más macho que el otro”. En ese acto de demostración de lo masculinamente hegemónico todo lo que se relaciona a lo LGTB es visto como insultante y denigrante, es una traición a la masculinidad dominante. Es decir, un hombre no debería ser bisexual ni homosexual, pues será visto como un traidor y, por lo tanto, debe ser castigado y marginado.

Bandera de esquina con temática de la bandera LGTB+. Foto: Photo by A. Beier/FC Bayern via Getty Images.

En la boca del lobo

Después de lo que hemos expuesto, ¿podría el ambiente futbolístico peruano ser considerado un espacio seguro, o al menos amigable, para los miembros de la Comunidad LGTB+?

Para el periodista deportivo Dan Lerner, lo que sucede en los estadios es un reflejo de lo que pasa en la sociedad. El deporte no está aislado de los fenómenos sociales. “El fútbol es un deporte muy masculino en un país muy machista”, afirma Lerner. Sobre los esfuerzos para que la comunidad LGTB+ se sienta segura en los espacios del fútbol peruano, Lerner advierte: “Estamos un paso atrás a nivel de América Latina y dos a nivel mundial. No tenemos legislación sobre este tema, ni jugadores o dirigentes que salgan a hablar de este tema, como sí ocurre en otros países. Aquí ocurre algo más grave: tenemos clubes que contratan agresores de mujeres”.

Según Lerner, el estadio protege con el anonimato de las masas a quienes gritan: “¡Maricón!”. El hincha Paolo Ricci añade que existe una normalización de estos insultos y de los cánticos homofóbicos, pues todo el estadio los repite y nadie repara en la discriminación. Para luchar contra este fenómeno, en setiembre pasado, el mes de la diversidad en Uruguay, el club Danubio FC lanzó una campaña para visibilizar entre sus hinchas las agresiones que se camuflan en sus mensajes de aliento. Se les pidió que le expliquen esas consignas a sus hijos menores de edad, a lo cual se negaron y finalmente admitieron la nula conciencia que tenían de los cánticos que entonaban.

Construyendo espacios seguros

Frente a la discriminación que sufren los miembros de la comunidad LGTB en los escenarios donde se practica el fútbol, algunos se vieron en la necesidad de crear espacios propios.

Entre ellos se encuentra Carlos Milla, miembro de la Comunidad LGTB y futbolista aficionado. Él participa en ligas de fútbol amateur en las cuales prima el respeto a las personas. “Los espacios de fútbol son intrínsecamente heterosexuales. Es por ese motivo que nacen estas ligas LGTB+, por miedo al rechazo. También es una forma de transmitir seguridad a los miembros de la comunidad que, como yo, somos aficionados al fútbol y no encontrábamos espacios seguros de esparcimiento”, explica Milla.

Pese a que estas ligas son creadas específicamente para un público LGTB+, no son excluyentes con otras identidades u orientaciones sexuales. Al contrario de lo que pasa en las ligas de fútbol profesional.

Futbolistas con banderas LGTB. Foto: El País.

La excepción a la regla

Gran parte del escenario descrito previamente se da en el campeonato local; es decir, en el conflicto entre hinchadas de clubes. No obstante, a raíz de la clasificación de la selección peruana a Rusia 2018 y la creación de sus tres barras oficiales, se experimentó una renovación en los valores de estos colectivos. Así lo describe Paolo Ricci, quien como miembro de La Franja desde hace cuatro años, ha vivido experiencias que lo llevan a afirmar que en las barras oficiales de la selección no hay actos discriminatorios. 

“Sabemos de las rivalidades históricas y el uso de palabras discriminatorias en los cánticos, pero nosotros no las repetimos.  Por ejemplo, una vez en un partido con Chile se pusieron a cantar: ‘Poropopó, poropopó, el que no salta es un chileno maricón’. Nosotros no cantamos eso. Y el presidente de la barra se enojó mucho con dos compañeros que sí lo hicieron”. Esta nueva actitud de rechazo a lo discriminatorio también se da en las otras dos barras de la selección peruana (La Blanquirroja y Sentimiento Blanquirrojo). “No se lanzan ese tipo de cánticos en ninguna de las tres barras de la selección. Aunque siempre hay uno por ahí que va y quiere sacar estos cánticos, pero entre todos lo callamos”, asegura Ricci.

¿Existen jugadores homosexuales?

Según el portal deportivo ESPN, de un universo de 65 mil jugadores en actividad, apenas ocho han declarado abiertamente que no son heterosexuales. El primero en hacerlo fue Justin Fashanu, en 1990. 

Para Dan Lerner “hay muy pocos jugadores que se atreven a hacer pública su orientación sexual. Por estadística es obvio que hay muchos jugadores que no son heterosexuales. Así como los hay en la sociedad, los hay también entre los futbolistas. Pero en este deporte son muy pocos los que han salido del closet. Ese sería un paso importante, pero si no salen del closet hasta ahora es porque el fútbol es un mundo muy tóxico. Esto habla de una comunidad que no se siente protegida en esta esfera social”. 

Torrejón complementa esta idea. “Si un futbolista sale a decir ‘hola, yo soy gay’, no tengo dudas de que ese futbolista será el foco de insultos y burlas”.

¿Qué soluciones se proponen?

Organizaciones internacionales como la FIFA o UEFA dicen defender la lucha por el reconocimiento de la comunidad LGTB+. Por ejemplo, desde el uso de la bandera gay en la esquina del campo conocida como córner o las cintas coloridas que llevan los capitanes de equipo en algunas ligas.

En la presente temporada de la Liga 1, varios clubes han sido sancionados por culpa de sus hinchadas al cometer actos racistas. El caso más reciente es el del partido entre Universitario de Deportes y FBC Melgar. Durante este encuentro un hincha crema lanzó un plátano al jugador Kevin Quevedo. En estos casos la liga suele aplicar, en primer lugar, sanciones económicas y luego el cierre de tribunas o del estadio completo. Sin embargo, cuando desde las gradas de los estadios peruanos se emiten cánticos e insultos homofóbicos no pasa nada. No hay sanción contra los discriminadores.

¿Entonces, es posible combatir la discriminación en el fútbol? Para Dan Lerner, en el mundo del fútbol se ignora los esfuerzos que se hacen para erradicar la violencia y la discriminación contra la comunidad LGTB+. Lerner compara el panorama peruano con el mexicano: “En México se suele gritar ‘puto’, equivalente a ‘maricón’ en Perú, al arquero. Esa ofensa se ha prohibido. Y si un jugador la lanza a un rival su club recibe una sanción. En nuestro país ni jugadores ni hinchas que sean parte de la comunidad LGTB+ tienen garantías en los estadios”. Lerner plantea como solución una medida polémica: la sanción en cancha por lo que sucede fuera de ella. “Hay que sancionar primero con tribunas vacías y luego con pérdida de puntos. La gente puede ser racista, homofóbica, pero no es tonta. Los hinchas quieren que sus equipos ganen y, los más fanáticos, lo que más quieren en la vida es eso. Entonces si por tercera vez gritas ‘puto’ y por esos insultos tu equipo pierde el partido, pues lo dejarás de hacer. Es duro para el club, pero por algo se comienza y debe ser por lo más drástico”, sentencia Lerner.

Todavía estamos lejos del inicio de una verdadera lucha por la visibilización de la comunidad LGTB+ en el mundo del fútbol. Lo que hay hasta la fecha es la difusión de mensajes contradictorios por parte de entes internacionales como nacionales: se usan banderines de córner y cintas de capitán con los colores de la bandera LGTB+, pero se organiza el mundial en Qatar, país en el que está penado ser homosexual o lesbiana. Y en el ámbito local, los clubes emiten comunicados rechazando la discriminación tras actos de este tipo, pero no rechazan los cánticos homofóbicos de sus propias hinchadas. El fútbol es el deporte con mayor cantidad de seguidores en el mundo, pero también es el que abiertamente rechaza a la comunidad LGTB+.