Informalidad. El 23 de octubre, Jorge Luis, un repartidor de delivery, murió atropellado por un mototaxista en Surco. Dos semanas antes, el lunes 11, Alfredo, dirigente de repartidores por aplicativo, fue arrollado mientras trabajaba. En situaciones así, esta clase de trabajadores se ve desprotegida debido a la falta de reconocimiento de derechos laborales en su sector. Expertas del Observatorio Plataformas Perú, una entidad dedicada a visibilizar los problemas de trabajadores por aplicativo, explican cómo este vacío legal repercute en su día a día.
Por: Angie Ramírez y Carlos Espinoza
Portada: Facebook Glovers del Perú
Apenas era el décimo día del nuevo trabajo de Alfredo en el aplicativo InDriver cuando fue atropellado mientras se encontraba realizando una entrega en el distrito de Pueblo Libre. Alfredo y su compañero de reparto intentaron contactarse con la empresa de delivery al momento de haber sufrido el accidente. Sin embargo, solo obtuvieron la respuesta de una contestadora automática. Ante dicha situación, decidieron comunicarse con el Observatorio de Plataformas Perú. Allí recibieron la asesoría de especialistas que los apoyaron en los trámites legales de la denuncia correspondiente. Pese a ello, su denuncia fue registrada 24 horas después de sucedido el hecho. Actualmente, Alfredo se encuentra convaleciente de una operación de la muñeca y a la espera de una operación de columna, según informó Alejandra Dinegro, directora del Observatorio.
Casos como los de Alfredo son comunes entre los repartidores de plataformas digitales debido a que no son considerados trabajadores según la normativa vigente. Y ocurre así a pesar de que existen pruebas que demuestran su condición de trabajadores al servicio de empresas formales.
Una de estas pruebas es que el sueldo que reciben proviene de la empresa que administra el aplicativo de delivery y no directamente de sus repartos. Otra evidencia de su condición de trabajadores dependientes es que una vez en ruta son monitoreados por una geolocalización que supervisa su recorrido y los penaliza en caso demoren o se desvíen del camino. Además, según la directora del Observatorio, el denominar a los repartidores “colaboradores”, práctica común de las empresas que administran aplicativos, es engañoso. Ellos tienen un mínimo de horas laborables, sus actividades son monitoreadas, y están en constante evaluación por parte de los clientes. Por lo tanto, no son solo trabajadores eventuales.

De acuerdo con Úrsula del Pilar, asesora legal del Observatorio, desconocer que los repartidores de delivery son trabajadores que ofrecen servicios a empresas formales precariza mucho más su labor. En caso de accidentes como el de Alfredo, no pueden recurrir a instancias estatales como la Sunafil (Superintendencia Nacional de Fiscalización laboral) y muchas veces son ignorados por las propias empresas de delivery. Inclusive, cuando prometen algún tipo de seguro, no son siempre efectivos, indica Del Pilar.
A menudo son víctimas de despidos injustificados, también llamados “desconexiones”. Muchos de los repartidores evitan por eso cualquier intento de sindicalización, lo que explica por qué las organizaciones de repartidores son tan pocas y con escasa capacidad de demanda de sus derechos.
La precarización laboral también puede ser agravada de acuerdo al perfil del repartidor. Se han reportado casos de acoso sexual contra trabajadoras, a quienes los usuarios les pedían prostituirse. Además, Del Pilar documenta casos en los que la Policía Nacional se ha rehusado a recoger denuncias de los motorizados por ser migrantes venezolanos.
A toda velocidad y sin seguro
La directora del Observatorio Plataformas del Perú, Alejandra Dinegro, compara el trabajo de delivery con un deporte de alto riesgo. Y es que no es un secreto la elevada cantidad de accidentes de tránsito de los que son víctima. Según información recogida por dicha institución, el 40% de repartidores reconoce que el tipo de accidente más frecuente son los choques. Tras el siniestro del 16 de setiembre en que un joven que manejaba scooter en Miraflores falleció al ser atropellado por un bus, los trabajadores de delivery le indicaron a la directora que en el cruce de las avenidas 28 de julio y Paseo de la República se calculan alrededor de 3 o 4 accidentes por semana solo de sus compañeros.
Conversamos con Carlos Mora (24) y José Romero (38), ambos repartidores de Rocky’s La Pascana. Consideran que el mayor riesgo al que están expuestos es a sufrir un accidente de tránsito. Este es un peligro común tanto para quienes trabajan de manera exclusiva en un restaurante como para aquellos que dependen de un aplicativo. Sin embargo, los primeros tienen algunos derechos de los que carecen los otros. Hace un tiempo, Romero fue víctima de un accidente, una combi “le cerró el paso” y él se estrelló. Estuvo internado durante 15 días y le dieron un mes de descanso médico. Una vez recuperado regresó al trabajo, pero a la semana se volvió a accidentar porque un perro se le atravesó. Romero concluye con resignación: “El trabajo del motorizado es así”.
¿Cómo pudo enfrentar estos accidentes? La respuesta es fácil: el SOAT. El seguro vehicular cubre los gastos médicos tras un siniestro, ya sea del vehículo ajeno o propio. En el caso de Romero, el SOAT cubrió su internamiento. El restaurante pagó sus primeros siete días de reposo y el seguro de salud lo ayudó a mantenerse durante la recuperación.
No obstante, estos también son armas de doble filo para los repartidores por aplicativo. Dinegro explica que en su caso el seguro que ofrecen es una trampa. Cubre los gastos solo si el accidente se da en el proceso de reparto, es decir, si un percance ocurre incluso un minuto después ya no los solventará. Además, la cobertura del SOAT es muy limitada. Por ejemplo, Alfredo se sometió a una operación de muñeca valorizada en 15 mil soles y el seguro la costeó, ahora ya no quedan fondos para las intervenciones de rodilla y columna que ascienden a 30 mil soles. Las empresas que administran los aplicativos se lavan las manos y los repartidores deben pagar todo.
Si bien el riesgo puede variar según la zona de trabajo, los deliveries por aplicativos exponen más a sus empleados. Carlos Mora, de Rocky’s La Pascana, trabajó anteriormente en Rappi y, desde su perspectiva, su trabajo es mucho menos arriesgado al estar delimitado a una sola zona. Para Mora la diferencia de trabajar en una empresa es que tienes un área donde entregar los pedidos. En cambio en un aplicativo, no sabes a dónde te van a enviar y siempre son destinos alejados. Entonces, para evitar el tráfico y llegar a tiempo, se debe manejar por avenidas y carreteras como la Panamericana. Conducir moto es peligroso, pero hacerlo en una vía rápida al lado de buses y tráilers es exponencialmente peor.
“El cliente siempre tiene la razón”
Si el primer riesgo es perder la vida, el segundo es perder el empleo. Los trabajos del sector servicio implican interacción con los clientes, lo cual no siempre es agradable. Según Mora, el tiempo de espera se puede extender si el pedido lo requiere y esto muchas veces irrita al comprador. En ocasiones deben lidiar con consumidores groseros, insultos de toda clase e inclusive personas alcoholizadas. Lamentablemente, no pueden reclamar. Romero aclara que, si ellos reaccionan, estas personas pueden llamar y quejarse ante la empresa. Un conflicto así puede ocasionar que los reubiquen o los suspendan y, en casos extremos, puede ameritar un despido. Mora resume que “el cliente siempre tiene la razón”.
Algo parecido pasa con las estrellas y la tasa de aceptación en los deliveries por aplicativos. Después de una entrega, el cliente puede calificar el desempeño del repartidor por medio de estrellas. La falla de ese sistema es que las puntuaciones son meramente subjetivas. Por ejemplo, Dinegro manifiesta que a las repartidoras a veces se les solicita prostituirse y si ellas se niegan, les dan un puntaje negativo a pesar de no haber incurrido en una falta laboral. Esta mala calificación baja su promedio general y ocasiona que se le asignen menos pedidos, lo que disminuye directamente sus ingresos.
En cuanto a la tasa de aceptación (el promedio de pedidos aceptados por el repartidor) la puntuación se reduce de dos maneras: rechazo y reasignación. En el primer caso, el repartidor rechaza el pedido desde el inicio y, en el segundo, lo cancela y otro repartidor completa la entrega. Sin embargo, no se considera si las zonas de destino eran peligrosas, estaban demasiado alejadas o cualquier otro motivo. El aplicativo se limita a bajar la tasa de aprobación, en consecuencia, pueden suspenderle la cuenta durante horas, bloquearla temporal o permanentemente.
De acuerdo a Del Pilar, muchos de estos problemas podrían resolverse con la formalización laboral de los repartidores por aplicativo. La asesora legal señala que cuando se les reconozca a los repartidores por aplicativo su condición de trabajadores podrán adquirir los derechos inherentes a cualquier persona que desempeñe labores formales. Esto traería consigo beneficios tales como seguro de vida y de salud, protección en caso de hostigamiento sexual, sindicalizarse sin miedo a represalias, entre otros.
En búsqueda de la formalización
En la actualidad, se realizan iniciativas para la regulación de esta actividad laboral. El pasado 16 de septiembre, durante una reunión entre la Confederación General de Trabajadores y el Ministerio de Trabajo, se llegó al acuerdo de establecer una mesa de diálogo. Un mes después, el 20 de octubre, la actual titular de la cartera, Betssy Chávez, continuó con dicha mesa.
Además, desde el Congreso se han impulsado dos proyectos legislativos que buscan el reconocimiento de los repartidores de delivery como trabajadores formales. El más reciente fue presentado en agosto por la congresista del Partido Morado Susel Paredes, el cual se encuentra aún en etapa de revisión. De la misma manera, Daniel Oseda, excongresista del FREPAP, presentó en abril un proyecto similar. Aunque alcanzó su aprobación en una primera votación, aún es necesario que el actual Congreso lo ratifique a través de una segunda. Pese a estos esfuerzos, “los antecedentes no reflejan una situación alentadora”, afirma Úrsula del Pilar.

En el tiempo que se demoran en concretarse dichas iniciativas, los repartidores por delivery siguen exponiendo su vida. Así sucedió el pasado 23 de octubre, cuando Jorge Luis, un joven repartidor, murió tras ser embestido violentamente por una mototaxi mientras realizaba una entrega en Surco.