El arte de la palabra cambia vidas: la historia del colectivo Rapbuca

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A fines del año 2013 surgió Rapbuca, un colectivo de rap que se presenta en la Alameda Chabuca Granda, en el centro histórico de Lima. Desde su creación, esta comunidad ha contribuido enormemente en la vida de muchos jóvenes y adolescentes. Y pese a que la pandemia los obligó a hacer una pausa en sus actividades, han continuado esforzándose por preservar el amor y respeto a su denominada ‘medicina auditiva’: el rap.
Por Abigail Fernández y Valeria Lévano
Portada: Abigail Fernández


El 26 de noviembre del año 2013, Juan Jiménez (29), alias “Crisis”, caminaba sin rumbo por las calles del centro de Lima. Decidió detenerse junto a sus amigos en una de las rotondas de la Alameda Chabuca Granda. Entre risa y risa, surgieron un par de rimas, las cuales atrajeron a las personas que se encontraban alrededor. “Nosotros seguíamos en nuestro mundo”, recuerda Crisis con nostalgia. A la semana siguiente, quedaron en ir una vez más a la alameda; así fue hasta el día de hoy: “Decidimos crear un grupo en Facebook; en ese entonces se llamaba “Colectivos Chabuca”. Comenzamos a publicar ahí y así dimos inicio a esta gran travesía”.

Crisis admite que al comienzo no tenía una motivación en particular para crear un espacio como Rapbuca. Sin embargo, con el tiempo se interesó por llevar una expresión artística distinta a la alameda. “Queríamos proyectar algo que esté fuera del margen de lo que está acostumbrada la gente. En Chabuca se suele ver a cómicos, pero nadie piensa en el rap o freestyle”, señala. Lamentablemente, debido a la pandemia tuvieron que hacer una pausa en marzo de 2020. Y después de una larga espera, Rapbuca volvió el 20 de junio de este año para lograr el objetivo que tuvieron inicialmente: cambiar vidas a través del arte. Crisis lo comenta de la siguiente manera: “El objetivo central ha sido que la gente pueda encontrar otra salida. Crecí en un barrio donde había mucha delincuencia y drogadicción; y el arte te ayuda a salir de ese ambiente. Esa ha sido y seguirá siendo la misión de Rapbuca”.

Krull, quien está vestido de azul, vence a su contrincante en batalla de Rapbuca, 2022. Foto: Abigail Fernández

Durante las primeras fechas de Rapbuca, habían desde 16 hasta 25 inscritos en batallas de rap. Actualmente, cuentan con alrededor de 95 inscritos. No hay límite de edad para participar: el más joven que se presentó en la alameda tenía solo 11 años. Tal es el caso de Abel Gamarra, alias Katacrist, quien ahora con 19 años es uno de los competidores más jóvenes de Rapbuca. Empezó a rapear a los 10 años de edad; y pese a su corta edad, ha sido finalista de varios concursos nacionales como FestiHop Internacional, Plaza de Reyes y Red Bull Batalla. Katacrist admite que rapear lo ayudó bastante a desenvolverse: “Rapbuca me ha brindado el apoyo de vivir en un ambiente agradable, en el que puedo compartir lo que me gusta hacer”. 

Guss MC, de tan solo 15 años, rapea contra Anónimo en cuartos de final de Rapbuca, 2022. Foto: Abigail Fernández.

Tanto Katacrist como Crisis sienten que el rap es una forma de desfogar y expresar la situación que atraviesa cada persona. “Cuando vas a rapear sueltas todos tus problemas; los olvidas. Todo lo cuentas mediante rimas, sin necesidad de dañar a tu oponente en la batalla”, explica Crisis con emoción. Igualmente, ambos concuerdan en que el respeto es el valor principal que promueve el rap. Para los miembros de Rapbuca, las letras poseen mucho valor: valoran el esfuerzo de los participantes y reconocen la valía de estar en batalla. 

El rap, sin embargo, no siempre fue visto de esta manera. Existen estigmas que dañan la imagen de quienes se dedican a este arte. “Siempre están los mismos prejuicios sobre los raperos, que son drogadictos, que son fumones, que son ladrones pero, con el pasar del tiempo, las personas se han dado cuenta de que en realidad no es así. Hay raperos que ejercen otras profesiones. Hay raperos que son policías, abogados… Cualquier persona puede rapear”, asegura Crisis. Katacrist también considera que, históricamente, el rap ha sido visto de manera negativa: “Existe el estigma de que el rap es para gente de mal vivir, pero el rap es respeto y arte. Para mí, es un punto medio entre la poesía y la música. Es expresión urbana a través de versos”.

ALD, quien sostiene el micrófono, se enfrenta contra SKNG en batalla de rap, en la Alameda Chabuca Granda. Foto: Abigail Fernández

Quienes pertenecen a esta comunidad aseveran que el rap es mucho más que música y personas rimando. En palabras de Crisis, “el rap es como el ajedrez; es un deporte mental. Es una actividad que requiere de estudio, conocimiento y práctica”. Jonathan Salvador, alias Natan y presentador oficial del torneo internacional Supremacía MC, respalda la idea de Crisis al asegurar que cada momento de improvisación es una oportunidad para ejercitar la agilidad mental: “Para poder responder se necesita saber normas de narración y tener un léxico amplio para aprender palabras, conceptos y nombres de lugares. Tienes que estudiar para saber batallar”.

Natan destaca que para reconocer el valor de este arte es necesario conocer su origen: “Cuando entras a la movida del rap te topas con un nuevo estilo de vida. Entras a una cultura; y como toda cultura tiene sus propias características: cómo te vistes, cómo hablas y de qué hablas”. Natan cuenta que el rap surge en la década de los setenta en las calles del Bronx neoyorquino, en Estados Unidos. Fue creado por migrantes afrodescendientes, latinos y asiáticos, quienes además eran marginados. Al ser restringidos a ciertos eventos, empezaron a organizar sus propios encuentros: cerraban las calles y creaban sus fiestas o block parties. Ahí aparecen los primeros DJ’s: Grandmaster Flash, Dj Kool Herc y Afrika Bambaataa. Ellos empezaron el ambiente de hip hop y, por ende, el del rap. 

DJ mezcla pistas musicales para que raperos improvisen al ritmo de estas. Foto: Abigail Fernández

Bajo ese contexto, Natan relata que, a lo largo del tiempo, han surgido diferentes estigmas respecto a la vestimenta de los raperos cuando en realidad se trata de una sucesión histórica: “La pañoleta en la cabeza y los botines simbolizan el esfuerzo de los obreros afroamericanos; las cadenas representan la esclavitud de la comunidad negra; la ropa ancha en verdad eran donaciones y muchas veces esta ropa no les quedaba. Acá ven a alguien con ropa ancha y piensan que es una persona de mal vivir”. 

A quien no conozca la historia que hay detrás de esta cultura, Crisis le recomienda evitar los prejuicios e informarse sobre lo que es el rap. “El mejor mensaje que puedo dar es que no juzguen un libro por la portada. Un rapero puede hablar de muchos temas en pocas rimas. Puede hacer una canción hermosa en segundos. Este arte está hecho para todos; y si estás empezando en esta cultura debes saber que la información también es un arma”, aconseja Crisis. Natan, finalmente, afirma que el rap posee la capacidad de cambiar la vida de quienes se involucran en este arte: “He escuchado casos donde la gente ha salido de la depresión o de problemas familiares gracias al rap. Es un medio muy bueno para expresar lo que sientes; es el desahogo que todos necesitan”.

Final nacional de Rapbuca, 29 de noviembre de 2022. Foto: Archivo personal