¿Cómo es ser estudiante con Trastorno Límite de la Personalidad?

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Entre las voces y sombras de los campus, donde las amistades se tejen entre páginas de libros y los sueños se fortalecen, se libra una batalla interna que muchos desconocen. Cuatro universitarios y una psicóloga revelan las complejidades del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Caracterizada por la intensidad, impulsividad y desequilibrio emocional, esta afección mental hace más difícil sus vidas académicas.

Por Valentina Huaroc


Los pacientes con TLP experimentan de manera cambiante y con mayor intensidad emociones como ira, tristeza y sensaciones de vacío. Son personas que luchan con la impulsividad de sus acciones, tienen comportamientos autodestructivos y pensamientos suicidas. Suelen tener relaciones interpersonales inestables debido a su sensibilidad extrema. Así es el Trastorno Límite de la Personalidad, de acuerdo con Milena Jara, fundadora del Centro Psicoterapéutico Integral Experiencia DBT.

“Es como si fueras una bomba de tiempo. Por eso prefiero no tener a nadie a mi lado antes que sientan pena por mí o piensen que estoy loco”, manifiesta José Fabián (19), estudiante de Psicología de la Universidad César Vallejo. Fue diagnosticado con TLP en la secundaria y desde entonces realiza ejercicios de respiración que le permiten estar relajado y pasar desapercibido. “Es una mala broma de la que tienes que aprender a reírte”, expresa con una sonrisa resignada.

Ilustración: Alexandra Prado.

Moni (23), estudiante de Diseño Gráfico de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, habla de lo difícil que sigue siendo aceptar, hasta el día de hoy, el diagnóstico: “Vivir con TLP es vivir siendo incomprendida”. Su peor crisis afectó su estilo de vida, horario de sueño y rendimiento académico. Dormía durante las clases virtuales en época de cuarentena. “Es agotador hacer vida social, mantener buenas notas, hacer trabajos o tareas. He faltado a clases por el agotamiento”, apunta.

Georgina (22), alumna de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, se dispone a contar pedazos de su historia. Recibió el diagnóstico a los 20 años, y debido a un intento de suicidio, empezó a tomar terapia. “Entré en shock cuando me enteré de que tenía TLP. Lloré todo el día”. En momentos de crisis y autosabotaje recurre a excesos, ya sea de sustancias o sobrecarga de trabajo. “Mi cuerpo somatiza todo eso, se me pelan las manos, me sale caspa, se me cae el cabello”, indica con tristeza.

Ilustración: Alexandra Prado.

Valeria (20) identifica los peores momentos como estudiante en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. “Me gustaría a veces ser otra persona. No tener tantas cosas en la cabeza. Me gustaría dejar de vivir en una lucha interna”, repite y se le quiebra la voz. Ella resume el estudiar con TLP en una palabra: sobrevivir. Ha llegado a faltar a clases por una crisis. Incluso ha ido y llorado en plenos exámenes dadas las altas sensaciones de estrés.

La psicóloga Milena Jara, con más de doce años de experiencia en el área clínica y con una especialización en terapia dialéctico conductual (DBT), afirma que, si bien este trastorno posee características de inestabilidad, no anula a la persona que lo padece. Ante ciertos comentarios estigmatizantes que encuentra en internet, insiste en que “ser TLP no es sinónimo de ser peligroso o estar loco. No significa que nunca va a tener una vida: pueden ser muy funcionales”. Asimismo, explica que “el paciente con TLP no quiere morir, sino descansar porque no sabe cómo manejar las situaciones que le generan crisis”.

La psicoterapeuta Milena Jara expone sobre el Trastorno Límite de Personalidad. Foto: Valentina Huaroc.

Jara advierte que el diagnóstico del Trastorno Límite de la Personalidad puede ser lento o confuso. El tratamiento requiere de un enfoque integral que combine la terapia cognitivo conductual y el uso de psicofármacos.

En un mundo donde el estigma aún envuelve las enfermedades mentales, estas historias se alzan como testimonios de fuerza y resistencia. Nos enseñan que incluso en los momentos más sombríos, la luz de la esperanza puede brillar a través de las grietas.

“Hay que aprender a sacarle una ventaja a todo esto. Las personas con TLP sentimos con mucha intensidad y podemos tratar de proyectarlo en nuestras metas”, dice Georgina. “Sé que a veces la solución más tentadora es dejar de existir, pero créanme que todo esfuerzo que haces es válido y poco a poco vas a encontrar la manera de salir adelante”, añade Valeria.