Ambientada en Miraflores, el distrito limeño de clase media alta por excelencia, esta obra, ganadora del Premio Alfaguara 2023, refleja una sociedad que deja al adulto mayor en la más absoluta soledad y espera su muerte. Lo paradójico es que la longevidad es un fenómeno demográfico cada vez más extendido en nuestro país.
Por Álvaro Mattos
“¿Me quieres tanto como para hacerme dormir?”, pregunta doña Carmen, señora que es cuidada por Eufrasia en sus últimos días de vida. La interrogante de la anciana, a la que su hijo ya no visita, lleva a Eufrasia a preguntarse si, a fin de cuentas, es lícito un asesinato cuando el único que se favorece es quien muere. Cien cuyes no solo lleva al lector a explorar este dilema moral, sino que utiliza la tragicomedia como recurso para abordar algo tan humano como la muerte.
Gustavo Rodríguez (Lima, 1968), autor de la novela, logra este acercamiento por medio de sus personajes. Están los ancianos como la ya mencionada Carmen, el doctor Jack Harrison y el pintoresco grupo de Los Siete Magníficos en el asilo, quienes ven en sus recuerdos de juventud un escape a la soledad que afrontan. Por otro lado, aquellos más jóvenes, como la hermana de Eufrasia o los familiares de los ancianos, viven el día a día con la rapidez que caracteriza la vida cotidiana antes de ese retiro que antecede a la muerte.
Para Ricardo Sumalavia, escritor, doctor en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos, es precisamente la variedad de voces lo que hace atractiva a esta novela. “A partir de capítulos breves, va intercalando miradas que muestran este nuevo camino hacia la muerte”, señala. También destaca la falta de solemnidad, el uso meditado del humor, una cualidad innata en la literatura peruana, para aproximar al lector al contexto en el que se desarrolla la trama.
Siguiendo la tradición literaria de su autor, Cien cuyes explora el comportamiento del peruano y su idiosincrasia, a través de los ojos de sus personajes. Ejemplo claro de ello es la naturalidad con la que el tío Miguelito, “líder” de Los Siete Magníficos, reconoce su propia decadencia y el enojo que despierta en sus sobrinos saber de su muerte, tratando de buscar un culpable.
Mientras “la sociedad contemporánea va normalizando cómo se debe morir”, afirma Sumalavia, la novela reconoce al adulto mayor como un ser pensante que no ha sido consumido por esa modernidad. Este opta por tomar partido en su propia muerte y decide lo que va pasar ante su inminente deterioro. “Es una suerte de rebeldía por defender el derecho a decidir la manera de morir”, reflexiona Sumalavia.
Y, aunque la eutanasia sigue en debate, Cien cuyes funciona como catalizador para reconocer que todos tienen el derecho a decidir cuándo se van de este mundo.